ENTREVISTA | Carmen Moreno Aguilar Jefa de Alergia del hospital Reina Sofía

«Atendemos a más pacientes que nunca con alergia a medicamentos»

«El diagnóstico molecular beneficia especialmente a los alérgicos al polen del olivo», indica

Carmen Moreno se jubila tras 35 años vinculada al servicio de Alergia del Reina Sofía y diez como jefa de este área.

Carmen Moreno se jubila tras 35 años vinculada al servicio de Alergia del Reina Sofía y diez como jefa de este área. / Natalia Román

M.J. Raya

M.J. Raya

La doctora Carmen Moreno Aguilar, nacida en Marruecos por la profesión militar de su padre, se crio en Cádiz y en otros muchos sitios y estudió Medicina en la ciudad gaditana. En Sevilla hizo la especialidad de Alergología y ahora a esta cordobesa de adopción le llega la hora de su jubilación en el hospital Reina Sofía, tras trabajar como especialista en el servicio de Alergia del hospital durante los últimos 35 años y ser jefa de esta unidad en la última década. El servicio de Alergia del Reina Sofía está formado íntegramente por mujeres en todas sus categorías, lo que es fiel reflejo de la feminización mayoritaria de la medicina, la enfermería y gran parte de la sanidad desde hace años. Moreno también ha sido profesora de la Facultad de Medicina y ha participado en distintas investigaciones, que han permitido mejorar la asistencia a los pacientes alérgicos, en especial los de olivo, medicamentos e himenópteros.

¿Por qué decidió estudiar la especialidad de Alergología?

En la época en la que yo me presenté al examen MIR (médico interno residente) había muy pocas plazas, con respecto a la actualidad. Nos presentábamos 20.000 médicos para unas 2.500 plazas y no había muchas oportunidades de hacer una especialidad y menos aún de realizar la que querías. Tenía claro que quería estudiar una especialidad médica, no quirúrgica, pero la casualidad me brindó la oportunidad de escoger Alergia. Era una especialidad nueva, que estaba naciendo y tomé la decisión de que iba a disfrutarla, estudiarla bien y dar lo mejor de mí para beneficio de los pacientes. He tenido la suerte de ejercer una especialidad que me ha permitido crecer y trabajar en un hospital público, porque soy una gran defensora de la sanidad pública. La sanidad pública es un derecho que nos tiene que ofrecer el Estado y los que trabajamos en la misma somos servidores públicos de la sanidad. Trabajar en régimen de dedicación exclusiva permite proporcionar el mismo trato a todo la población, así como desempeñar la profesión de forma correcta e íntegra.

¿Cómo era el hospital Reina Sofía que conoció en 1988 y cómo lo percibe en la actualidad?

A las opciones laborales que existían en mis inicios no se les daba difusión como ocurre ahora. Yo estaba en una situación profesional precaria en aquel momento y alguien me dijo que en Córdoba buscaban dos alergólogos para el Reina Sofía. El Servicio Andaluz de Salud (SAS) abría una unidad de Alergia en Córdoba, para que los pacientes dejaran de ser derivados a Sevilla. Estuve seis meses viniendo a diario de Sevilla a trabajar a Córdoba. Lo recuerdo como una pesadilla porque entonces no existían los trenes y carreteras actuales, hasta que ya me instalé en Córdoba. Nunca en mi vida se me ha pasado irme de este hospital, aunque mi familia no está aquí, porque considero que Córdoba es mi ciudad. En mis inicios en el Reina Sofía el hospital estaba completando su puzle, con la integración del Hospital Provincial y otros servicios. Desde hace años el Reina Sofía es un único centro, repartido en varios edificios. El Reina Sofía dispone ahora de unas estructuras profesionales muy sólidas, sobre todo, basadas en su personal humano (docente, investigador y clínico) y eso le proporciona una oportunidad para pasar a la división de honor. Por otro lado, el Reina Sofía cuenta con el soporte imprescindible de la atención primaria, una atención primaria que está muy cansada, por los problemas de organización laboral y de recursos humanos que sufre, pero que, tanto para la ciudadanía como para nosotros los especialistas, es muy importante, por la estrecha colaboración que prestan a favor de una mejor atención sanitaria.

¿Hay ahora más pacientes con alergia en Córdoba con respecto a hace 40 años que empezó a dedicarse a esta especialidad?

Hay un aumento progresivo de la población alérgica. Se estima que de aquí a 25-30 años hasta un 50% de población podría presentar una alergia. Por un lado, existe una mejor capacidad de diagnóstico frente a hace cuatro décadas y una mayor accesibilidad de la población a esos medios de detección y tratamiento sanitario, así como una mayor demanda de atención sanitaria por parte de la población. Existen alergias que pueden amenazar la vida, como las existentes a himenópteros (avispas o avejas), así como rinitis y urticarias, muy prevalentes y que deterioran también mucho la calidad de vida. Un factor que incide en el aumento de personas con alergia es el auge de las reacciones a medicamentos. Al consumirse muchos más medicamentos, se registran más reacciones secundarias a los mismos. Atendemos a más pacientes que nunca con alergia a medicamentos.

«Todo nuestro servicio está integrado por mujeres, incluida la secretaria»

¿Qué avances se han logrado desde el servicio de Alergia del hospital en las últimas décadas?

He tenido la suerte de ser partícipe de un cambio tecnológico muy importante, el diagnóstico molecular (un antes y un después en la alergología), que nos permite hacer diagnósticos más precisos, de los que se benefician especialmente los alérgicos al polen del olivo, con vacunas específicas a la proteína o proteínas del polen a la que el paciente presenta sensibilidad. Otro aspecto muy importante son los avances conseguidos por parte de nuestro servicio en alergia a los himenópteros y sobre los que impartimos formación a alergólogos de todo el país. Hace años no había conocimiento suficiente sobre esta patología. Gracias a lo que hemos aprendido e investigado, hay más pacientes que no temen a las picaduras y que pueden desarrollar su trabajo con más tranquilidad. A los pacientes alérgicos a avispas y abejas les debemos que hayan trabajado junto a nosotras para conseguir una vacuna con una tasa de éxito tan alta. Además, la existencia del Imibic en Córdoba ha impulsado y mejorado nuestra forma de investigar. Por otro lado, hace 7 u 8 años el hospital fusionó los servicios de Alergia e Inmunología, lo que supuso una sinergia extraordinaria, ya que las dos especialidades tienen mucho que ver.

¿Cómo ve el futuro de la medicina?

Los alumnos de hoy en día llegan a la facultad con una alta nota y luego cursan Medicina durante 6 años, bajo una gran competitividad. Alargan sus estudios 10 años hasta que terminan la especialidad, obteniendo una formación muy completa, aunque sabiendo que deberán seguir estudiando durante toda su vida. Sin embargo, opino que hay demasiadas especialidades médicas, lo que vuelve muy rígida la empleabilidad.

Ahora hay muchas médicas jefas de servicio en el hospital, pero no cuando llegó usted al Reina Sofía. ¿Cómo valora ese avance?

El año que accedí a la jefatura el hospital renovó un 30% de direcciones de servicio, que fueron ocupadas en su mayoría por doctoras. No hay otra que sea así porque en las facultades de Medicina el 80% de las alumnas son mujeres. Y las enfermeras y técnicos de cuidados auxiliares de enfermería alcanzan un 90% de feminización. Todo nuestro servicio está integrado por mujeres, incluida la secretaria. Mis compañeras son todas grandes trabajadoras, con una gran implicación y unos estándares de profesionalidad altísimos.

¿A qué va a dedicar a partir de ahora su tiempo?

A estar con la familia, a leer, ver películas, hacer ejercicio, apagar el móvil y el ordenador. A vivir... Aunque, en lo personal, siempre estaré a disposición de mi grupo.

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