Plan Local de Emergencias por Incendios Forestales

Casi 27.000 cordobeses viven en zonas con peligro de incendios

El plan municipal contra fuegos forestales pone el foco en la Sierra y en el distrito Norte-Sierra | Urbanizaciones como Las Jaras o Las Siete Fincas están mucho más expuestas al peligro

Bomberos trabajan para sofocar un incendio en la Sierra de Córdoba.

Bomberos trabajan para sofocar un incendio en la Sierra de Córdoba. / Óscar Barrionuevo

Noelia Santos

Noelia Santos

Cerca de 27.000 cordobeses están expuestos a una emergencia por incendio forestal por la zona en la que viven. Este es uno de los numerosos datos del extensísimo Plan Local de Emergencias por Incendios Forestales del Municipio de Córdoba, un instrumento de planificación que sirve para dar una respuesta adecuada desde el plano preventivo y operativo a los incendios forestales y que ha sido aprobado recientemente por el Ayuntamiento. El plan delimita la zona donde existe un mayor riesgo de que se produzcan incendios forestales que, en este caso, es en la Sierra de Córdoba. Sin embargo, dentro de esa circunscripción también entra el distrito Norte-Sierra, lo que agranda el espacio de actuación de esta herramienta.

Teniendo en cuenta este dato, el plan calcula, a través del padrón municipal actualizado a 2021, la población que vive en esa zona de riesgo. Se estima que son 26.975 las personas más expuestas a ese riesgo, es decir, las que viven en las zonas de titularidad municipal que son el distrito Norte-Sierra y las barriadas periféricas Trassierra y Cerro Muriano y quienes residen en las numerosas parcelaciones que hay salpicadas por esta parte de la ciudad (y que son de titularidad privada). 

Gráfico, zonas de peligro de incendio en el municipio de Córdoba.

Gráfico con las zonas de peligro de incendio en el municipio de Córdoba. / CÓRDOBA

El grueso más numeroso de esa población más expuesta se concentra en Norte-Sierra, con algo más de 19.000 habitantes. Le sigue en número de población la Carrera del Caballo, con casi 2.000 habitantes; Cerro Muriano, con 846; Encinares de Alcolea, con 834; y Santa María de Trassierra, con 804. También destaca por tener una mayor población Torreblanca-Peñatejada (643) y Las Jaras (518). No son los únicos núcleos poblaciones de la zona, pues también podrían nombrarse El Sol, La Gorgoja II, Doña Manuela-Las Corralitas, Las Siete Fincas o Campo Alegre.

Segundas residencias

El documento también aclara que esa cifra de población más expuesta podría variar si se toman en consideración una serie de factores. A excepción de Norte-Sierra, Muriano y Trassierra, los núcleos poblaciones resaltados se caracterizan por aglutinar un alto porcentaje de segundas residencias, lo que aumentaría la cifra. También entra en juego el hecho contrario, que esa población pueda ser superior a la calculada si se tiene en cuenta que en esas parcelaciones hay variaciones poblacionales producidas según los fines de semana y la estación del año, especialmente durante el periodo estival, cuando la diferencia de temperatura con el casco urbano supone un aliciente de movilidad hacia la Sierra. A ello se añaden ciertas fechas que suponen focos puntuales de riesgo a tener en consideración, como las romerías de Santo Domingo y Linares, las ferias del Muriano y Trassierra y la celebración de San Rafael en Los Villares y El Patriarca.

Son 44 los núcleos poblaciones que el documento incluye como espacios de mayor peligro

Detalla el plan en este punto que hay que atender a más consideraciones si se quiere tener una cifra aún más aproximada de esa población más expuesta. En concreto, habla de la concentración de personas relacionadas con eventos especiales y la movilidad que el atractivo de la Sierra genera por otras circunstancias: turismo, deporte o esparcimiento, eventos que conllevan unas variables poblacionales «de gran importancia a la hora de gestionar una emergencia por incendio forestal». 

De estos eventos, advierte el documento, no existen datos para facilitar una planificación en caso de emergencia. Por esto mismo, el plan sí contempla una estrategia para corregir la situación y facilitar una información útil al respecto. Esa estrategia pasa por dos vertientes. Por un lado, una estrecha colaboración con los núcleos de población de la zona (que cuentan con planes propios de autoprotección) y que sean esos núcleos los que, a través de un canal informativo, actualicen la realidad poblacional de cada zona. Por otro, establecer un sistema de aforo del tráfico rodado en las vías de acceso a la Sierra para incorporar un índice de referencia que permita distinguir el aumento o descenso en la movilidad de la población hacia este ámbito y su correspondencia con los datos de población en las urbanizaciones que progresivamente se vayan perfilando y con los eventos especiales. Esto último ya se hizo el año pasado con un sensor de la Delegación de Movilidad del Ayuntamiento que detectó, por ejemplo, una gran afluencia de vehículos durante agosto por la carretera de Trassierra.

Vista de varias viviendas en una zona de la Sierra.

Vista de varias viviendas en una zona de la Sierra. / MANUEL MURILLO

Zona de riesgo y parcelas

Para entender el plan en su conjunto hay que analizar la zona en la que se centra y las características de dicha zona, que pasan por muchas vertientes, desde la poblacional, ya comentada, hasta la natural (el tipo de fauna y flora que allí predomina). El espacio al que se ciñe el documento ocupa más de 30.000 hectáreas, el 30% de la totalidad del suelo del municipio de Córdoba. Se trata de una zona forestal y montañosa que se considera de riesgo de incendio por varios factores, pero hay dos que son clave: la dispersión de asentamientos (las parcelas) y la progresión de la vegetación natural.

La cifra de población expuesta varía según la época del año

En total, en la zona de riesgo hay 44 núcleos poblacionales que ocupan el 10,65% de ese espacio. Los más grandes, en hectáreas, son, además del distrito Norte-Sierra, Las Jaras, Cerro Muriano, Siete Fincas y El Salado. El plan dice claramente que la dispersión de núcleos poblacionales y esa vegetación natural constituyen «una dinámica territorial preocupante en relación con el problema de los incendios forestales».

Estudio de riesgos

El plan detalla que, tanto para la prevención como para la respuesta ante un incendio, hay que tener cuatro aspectos esenciales en cuenta. Peligro (contingencia inminente de que ocurra un suceso no deseado), riesgo (la existencia de riesgo de incendio en una masa forestal lleva asociada la presencia de una fuente de calor), vulnerabilidad (grado de pérdidas o daños que pueden sufrir, ante un incendio forestal, la población, los bienes y el medio ambiente) y dificultad de extinción (condiciones en las que se pueden presentar las operaciones de extinción de incendios forestales).

Dentro de estos parámetros existen las denominadas épocas de peligro, el cual existe siempre, pero en diferentes niveles. El más alto se sitúa entre el 1 de junio y el 15 de octubre; el medio va del 1 al 31 de mayo y del 16 al 31 de octubre; y el bajo, del 1 de enero al 30 de abril y del 1 de noviembre al 31 de diciembre. Yendo más a lo concreto, el plan también determina el índice de peligrosidad, que no es el mismo en toda la zona de riesgo. A grandes rasgos, los mayores valores del índice de peligro se distribuyen en áreas del noroeste y centro-este del área de estudio.

Ese índice puede ser muy alto, alto, moderado, bajo y muy bajo. La mayor parte de la zona de peligro, casi el 31%, se encuentra en riesgo muy bajo (lo que no significa que no exista), el 23% está en riesgo bajo, el 18% en moderado, el 19% en alto y algo más del 9% en muy alto. Las parcelaciones con mayor riesgo de incendios forestales son Castro Picón-Barranco del Puerto, Las Jaras y Las Siete Fincas y las que se sitúan en un nivel alto son Las Solanas del Pilar y La Cabellera Sur.

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