REPORTAJE

Las flores de Manuela

Una vecina de Las Moreras, amante de las plantas, ha convertido uno de los soportales del barrio, habitualmente desangelados y llenos de pintadas, en un vergel que alegra la vista

El patio de Manuela. La autora de la intervención vegetal muestra sus plantas.

El patio de Manuela. La autora de la intervención vegetal muestra sus plantas. / NATALIA ROMÁN

Araceli R. Arjona

Araceli R. Arjona

Manuela González Amaya tiene 71 años y es «una polvorilla» que anda siempre trajinando de aquí para allá. Madre de seis hijos, abuela de 24 nietos y bisabuela de otra veintena de niños, se crió junto al cementerio de la Salud hasta que la familia se trasladó a Las Margaritas y de ahí a Las Moreras. Cuando llegamos al rincón florido, Manuela no está, pero su marido asegura que volverá enseguida porque pasa muchas horas por ahí, cuidando de sus flores. Según una vecina, «es una gitana muy alegre y risueña, una mujer que contagia alegría y que siempre quiere tenerlo todo limpio, ojalá hubiera más como ella por aquí», sentencia. Al rato, uno de sus nietos se asoma a la ventana y dice que viene de camino, y la llama desde lejos. «¡Abuela, que te están esperando!». Manuela acude enseguida. «Pensé que venían a reñirme por las macetas», confiesa. Según su testimonio, fue su madre quien le inculcó el amor a las plantas y desde que tiene uso de razón le ha gustado rodearse de flores y macetas porque, confiesa, le dan mucha alegría. «Yo no he vivido nunca en un patio ni me sé los nombres de muchas de las plantas que siembro, pero me encanta verlas y todo el mundo dice que tengo mano», explica. Su nieta asiente al escucharla. «Es increíble, yo planto cualquier cosa y se me chuchurre enseguida, pero a ella todo lo que planta le crece», asevera.

«Yo no he vivido nunca en un patio, ni me sé los nombres de las plantas, pero me encanta verlas»

Su amor por lo verde le ha llevado a llenar de colorido uno de los soportales del barrio, a menudo desangelados, sucios y con pintadas negras, que ella tapa con flores. Manuela y su marido viven en uno de las viviendas sociales del barrio, donde no hay sitio para este despliegue, pero tienen un nieto instalado en uno de esos locales y Manuela le ha llenado el portal de vegetación. «A mí me gusta que se vea bonito y limpio, que cuando pase la gente hagan como ahora, que se echen fotos porque les llama la atención; me piden permiso para ver si pueden y yo les digo que por supuesto. Las flores lo cambian todo, yo con esto no hago daño a nadie, al contrario, y a mí me encanta verlas», relata.

Todo empezó con la pandemia

Empezó con dos o tres macetas hace tres años, con la pandemia, y ha seguido sumando tiestos hasta conformar un auténtico vergel en el que se mezclan gitanillas, geranios, margaritas, begonias, palmeras, helechos, cintas, cactus, aloe vera, un poco de todo. «La gente me trae tallitos con plantas o si yo veo alguna que me gusta, cojo un trocito y la echo en un poco de tierra o me traen alguna maceta que van a tirar porque no van bien; aquí con las demás empiezan a crecer», explica. «Mira estas margaritas que me traje de la calle, mira cómo se han puesto», dice. En esta época del año, su rincón, situado en la calle Músico Tomás Luis de Victoria, luce más esplendoroso que nunca, aunque todavía está pendiente de retoques para las fiestas de mayo.

Según Manuela, a quien las vecinas conocen como La Negrilla, empezará estos días con los preparativos para engalanar su patio particular, por mucho que el suyo no entre en concurso. «Ya mismo empezaré con mi nieta a pintar la pared para quitar las pintadas que hay y que hacen muy feo; quiero ponerlo decente, limpio y bonito para un poco antes de mayo; además, haremos una cruz como el año pasado, grande, con las flores de papel que nosotras preparamos, se queda preciosa la cruz; también pongo una guitarra y una muñeca vestida de gitana», comenta divertida. «Mi nieta chica dice que no ponga muñeca, que este año se pone ella, pero ¿cómo va a estar todo el día ahí parada la niña?», dice entre risas.

Orgullosa de su iniciativa, le gustaría que más gente del barrio se animara a llenar de flores los soportales, que la gente respeta: «Esto lo alegra todo, a la gente le gusta y no lo toca».  

===

Suscríbete para seguir leyendo