Diario Córdoba

«Silbon ya no es ropa para pijos, se ha abierto a gente muy diversa»


> ENTREVISTA

Pablo López

SOCIO FUNDADOR Y CEO DE SILBON

Texto: Araceli Ruiz / Fotografía: Manuel Murillo / Diseño: Ramón Azañón

Pablo López es uno de los socios fundadores y CEO de Silbon, un negocio que nació de la nada en Córdoba en 2009 gracias al entusiasmo de dos jóvenes que querían crear una marca de ropa y que han conseguido cumplir su sueño con creces, creando una compañía con 300 empleados y 30 millones de facturación anual gracias a su arrojo y talento emprendedor.

Tienda Silbon en la calle Cruz Conde.

Tienda Silbon en la calle Cruz Conde.

En EEUU, las compañías se gestan en los garajes. Silbon nació en casa de su abuela. ¿Cómo se encendió esta bombilla?

Mi abuelo paterno fue sastre y yo he heredado de mi padre el gusto por la moda. En la Universidad tenía un grupo de amigos a los que nos interesaba mucho este mundo. Cuando empezamos a trabajar y a pagarnos la ropa, vimos que las marcas que nos gustaban eran demasiado caras. Uno de esos amigos, Rafael Díaz, trabajó en Madrid en El Ganso y, al volver, pensamos en crear nuestra propia firma. Empezamos con 3.000 euros y 30 americanas, pero gustaron tanto que decidimos buscar un sitio. No teníamos dinero, así que llamé a mi abuela y nos dejó su piso, el mismo en que mi abuelo tuvo su taller. Quedábamos allí con la gente como algo muy exclusivo, aunque en realidad no podíamos hacerlo de otro modo porque teníamos otros trabajos que eran nuestro sustento. Al principio, la base del negocio era que todo el dinero que entraba se reinvertía en colección y así pasamos de 30 chaquetas a 80, 200, camisas... compaginando trabajo y hobby

¿Qué formación tiene? 

Estudié Empresariales en ETEA y luego trabajé en Deloitte en Sevilla, en la división de automoción de Sánchez Ramade como financiero y en Montealto.  

¿Sabían algo de confección?

No. La confección siempre ha sido subcontratada. La primera fábrica que nos escuchó era de una familia de Granada que hacía americanas estándar muy grandes, para gente más mayor, y nosotros les decíamos dónde ajustar, por dónde entallar... Intentábamos crear la ropa que nos gustaba a nosotros, inspirada en marcas como Ralph Laurent, Hackett... con precios muy altos. La moda de hombre estaba mucho más verde que ahora y se vendía muy caro.

Tendrían muchos contactos a los que vender su ropa.

Sí, conocíamos a mucha gente de la facultad, de las empresas en que estábamos y de salir. En esa época, yo llevaba ropa en el maletero del coche para enseñar. 

¿Es Silbon una marca para pijos, así la concibieron?

Yo creo que la marca nació muy con ese estereotipo, para pijos y gente extremadamente delgada y con muy poca variedad de producto... Pero en mi opinión, Silbon ha roto ya esa barrera y se ha abierto a gente muy diversa y cada uno le da un toque distinto. Nos compra desde el abogado más repipi a cualquier adolescente de 15 años. Estamos muy contentos con la clientela que tenemos. Es verdad que en la tienda de Madrid, en el barrio de Salamanca, sorprende que, sin ser una marca cara, está posicionada en un sector de clientela de nivel medio alto porque entra gente con bolsas de Luis Vuitton, Carolina Herrera... que viene a nosotros también aunque nuestro precio es inferior. 

«Al principio, no sabíamos si una marca provinciana se podía poner de moda en Madrid»

EL LOGOTIPO

¿Es Silbon o Silbón como el pato? 

Siempre fue Silbon, sin tilde, aunque mucha gente, sobre todo en Córdoba, dice Silbón porque tendemos a terminar fuerte las palabras. Empezamos con un logotipo que era un pato silbón, efectivamente, aunque casi nadie sabe que es el nombre de una especie de pato. Luego lo cambiamos por su similitud con la marca de El Ganso. Cuando abrimos en Alfonso XIII, oíamos que la gente decía '¡Ha abierto El Ganso en Córdoba!'. Pusimos primero una S y una B, tan original como Carolina Herrera, Pedro del Hierro, Roberto Verino, pero se veía como ropa clásica con logo clásico... y no funcionaba. Al final, se nos ocurrió la idea de las raquetas cruzadas por una sesión fotográfica que hicimos en un frontón que gustó mucho. En la tienda teníamos raquetas cruzadas y la gente veía la ropa y le gustaban las raquetas, así que nos iluminamos y unimos las dos cosas. Ahora somos la marca de las raquetas con nombre de pato.

Silbon está entre las firmas que han logrado que la gente pague por ser valla publicitaria de una marca. ¿Qué cree que busca el cliente de Silbon?

Yo diría que la gente busca, lo primero, un producto con una buena relación calidad-precio. Luego somos una empresa con valores asociados a la marca que gustan, como el compromiso, el esfuerzo, la solidaridad. Y, además, hemos trabajado mucho el life style de la marca con muchos eventos, transmitiendo buen rollo, y eso también ha calado. Aparte, en Córdoba la gente está muy orgullosa de que Silbon sea un proyecto de aquí en el que no ven a Silbon sino a Córdoba, han hecho suya la marca y nos llevan por bandera. Al principio, no sabíamos si una marca provinciana se podía poner de moda en Madrid, pero ha sido al revés. Cuando abrimos una tienda nueva en Bilbao, los primeros que compran son amigos o familiares de Córdoba, son nuestros mejores embajadores.

Imagino que en estos años habrán tenido algún batacazo. Cuénteme alguno.

Ha habido muchos. Este negocio necesita volumen y cuando abrimos la primera tienda en Córdoba había que crecer, así que montamos dos franquicias en Tenerife y en Sevilla. El de Tenerife es dueño ahora del 10% de la marca. Nos metimos en el negocio multimarca, pero los buenos no nos querían y los malos no nos pagaban, así que lo dejamos y en 2012 se nos juntó todo. Abrimos una tienda en Granada, pero no pusieron el dinero que acordamos, nos equivocamos con la colección, estuvimos ocho meses sin cobrar... Yo me tuve que ir a casa de mis padres ya casado y con una hija, estuve haciendo entrevistas de trabajo, pensando que cerrábamos la persiana. Pero supimos darle la vuelta y despegamos.

Si empezara ahora con el negocio sabiendo lo que sabe, ¿qué error no cometería?

Hay que elegir muy bien los socios y no intentar nunca abarcar más de lo que puedes.

¿Cuál es el secreto para producir calidad a buen precio? ¿Producen en China para abaratar los costes?

El 55% de la producción se hace en España y Portugal, un 15% en Turquía y el resto, en Asia. Allí fabricamos productos que aquí es muy complicado hacer como las zapatillas deportivas porque no hay industria que permita ofrecer un producto competitivo. En Portugal hacemos la parte con más diseño como camisetas o sudaderas porque, siendo más caro hacerlo aquí, a la larga compensa. Si fabricas en Asia, hay que decidir la producción diez meses antes y te la juegas con todos los modelos, no hay tiempo de reacción para adaptarte al gusto del cliente. Si te equivocas con el diseño en Asia, hay que vender después con un 30% o 40% de descuento y lo que ahorras en la producción te cuesta el triple. Nuestro cliente es muy exigente y cuando haces una prenda que le encanta, la compra sí o sí aunque haya rebajas tres días después. Pero si haces un diseño que no le gusta, no la quiere ni regalada. 

¿Vienen los hombres a comprar su ropa o vienen las mujeres?

Pues siendo un negocio exclusivamente de hombres, hasta hace año y poco el 60% de la base de clientes eran mujeres que venían a vestir a sus parejas y se compraban cosas para ellas. Por eso probamos la línea Woman. Empezamos con 50 productos en 2021 y fue un éxito absoluto. Ese año vendimos 70.000 euros; en 2022, un millón en mujer, y este año, con tiendas ya exclusivas de mujer, estimamos facturar tres millones. 

¿Siempre viste ropa Silbon? 

Desde hace cuatro años, sí. Al principio, me permitía licencias, pero decidí vestir cien por cien Silbon porque, al final, soy un escaparate de la marca. Además, tenemos tanta variedad que puedo elegir. Mi novia lo lleva fatal porque nunca sabe qué regalarme (risas).

¿Cuántas corbatas y zapatillas Silbon tiene en su ropero?

No tengo tanto. Acabo de traer a arreglar dos pantalones, uno con siete y otro con cinco años. Me gusta mantener la ropa lo máximo. Soy caprichoso y cuando algo me queda bien, puedo tenerlo mucho tiempo. Además, regalo mucha ropa porque estoy muy metido en la parte de diseño y producción y las muestras vienen con mi talla, me las pruebo... Estas zapatillas que llevo son un prototipo que estoy usando para testarlas, soy un poco conejillo de indias del departamento de producción. 

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¿Cómo fue el salto al extranjero? 

Empezamos en París en 2018 y fue complicado. No supimos encuadrar bien el proyecto, abrimos una tienda en una zona demasiado cara y estuvimos dos o tres años mal hasta reconducirlo. Este negocio se expande como una mancha de aceite donde la marca es fuerte, pero si te vas donde la marca no se conoce... En París no compran sudaderas o camisetas, van a por trajes, americanas, chaqués. Ese es nuestro producto más competitivo. Encontrar un producto de sastrería como el de Silbon de calidad parecida, con tejidos y confección similar más barato es difícil, por eso abrimos mercado con ese producto. En marzo abrimos una segunda tienda en París y luego abriremos en Portugal con El Corte Inglés, y tenemos los ojos puestos en México para 2024. La experiencia de París nos abrió los ojos, somos una empresa que mantiene el mismo accionariado desde el principio, no hay fondos de inversión, los riesgos los asumimos los fundadores a diferencia de otros competidores nuestros que tienen otra gasolina. Lo que sí tenemos claro es que el desarrollo internacional tiene que ir de la mano de socios. 

Fueron pioneros en la venta 'online'. ¿Qué porcentaje venden en el extranjero?

El 93% de la facturación de la tienda online es nacional y luego hay un 7% en EEUU, Alemania, Italia, Holanda, Reino Unido...

¿Tener una tienda como la de Silbon en Cruz Conde en este momento es rentable?

Esta es la tienda más rentable de la compañía pese a ser una de la que tiene los costes más elevados y una plantilla de 12-15 personas. Es cara, pero nuestro cliente quiere buenas tiendas. Cuando nos mudamos a un local mejor, eso se traduce en más venta directa. 

¿El cliente Silbon no tiene crisis?

Es verdad que somos una empresa que no está notando la crisis porque vivimos un momento de atracción de marca tan bueno que están llegando muchos clientes nuevos, pero claro que sufren la crisis y nosotros también. Nos la hemos visto y deseado para mantener la compañía en condiciones sin subir mucho el precio de venta. Tenemos la misma política de precios desde el piso de mi abuela. Cuando salimos, éramos muy baratos al lado de otras marcas. Ellos han ajustado precios y nosotros nos hemos mantenido.

¿Esa política de precios se aplica también en el bar Silbon?

Esa era la gran duda, a qué precio poner las cañas y la comida del bar. Pensamos que tenía que ir en consonancia con el precio de la ropa de la tienda y barata no es, pero tampoco es cara porque tiene calidad, tiene un precio intermedio. Para nosotros, el bar es un experimento que si funciona, crecerá. La manera de refrescar el negocio es que una parte de la facturación todos los años vaya a algo nuevo. Así, metimos mujer, ropa técnica, niño, sastrería a medida y ahora hemos probado con el bar como complemento. Pensamos en dar la oportunidad a nuestros clientes de disfrutar de Silbon en el momento más divertido del día, el del bar. Además, es un poco museo con prendas icónicas y fotos de nuestra historia. Enero y febrero son flojos, pero creemos que en primavera daremos guerra.

Este año han vestido a Juanma Moreno y Alberto Rodríguez. ¿Cómo se produjo ese contacto?

Nos buscaron a través de sus estilistas y para nosotros ha sido un gustazo vestir tanto a Alberto Rodríguez, que iba guapísimo y ha sido uno de los triunfadores de los Goya, como a Juanma Moreno, al que vemos muy interesado en respaldar a las empresas. Se ve que le gusta lo que hacemos y nosotros, encantados de vestir al presidente de la Junta con marca andaluza. 

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La marca también tiene parte de obra social. ¿En qué están ahora?

Queremos terminar de dar forma a la Fundación Silbon para canalizar la acción social que hacemos. Este año tenemos la línea de ropa Oxygen hecha con material reciclado y orgánico para concienciar sobre el planeta. Un 3% del beneficio se donará a una oenegé. A medio plazo, queremos que toda la ropa Silbon vaya en esa línea. Vamos a hacer una campaña con Oriol Elcacho y Lourdes Montes y el 10% de la colección se donará, y tenemos otro proyecto, Silbon second life, que permitirá a los clientes entregar las prendas Silbon que no usen a cambio de una recarga de saldo para ropa nueva. Nosotros la pondremos a la venta y el 50% se donará a una oenegé. 

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