José Carrillo, o Pepín Carrillo, como todo el mundo le conoce en Córdoba, es ya un histórico del Carnaval. Presente en el concurso desde sus inicios, este año le tocará pregonar la fiesta de sus amores, como él mismo la califica.
¿Cómo empieza su afición por el Carnaval?
Mis inicios empiezan a principios de los años ochenta, haciendo cabalgata con unos amigos que se llamaban Tierras del sur, por aquel entonces no había concurso en Córdoba. Hacían cabalgatas desde San Juan de Letrán hasta La Corredera. Yo iba echándoles una mano, tocando la guitarra y canturreando y así empecé. Ahí empezó el gusanillo y con el gusanillo sigo.
¿Cuándo decide dar el salto a lo oficial, al concurso?
En el año 1984. El primer concurso se celebró en 1983, yo fui de espectador y cuando salí del teatro le dije a Pepe Camacho, que dirigía una comparsa, que al año siguiente le escribía yo. Pepe me dijo: «Carrillo, tú nunca has escrito un pasodoble, no sabes de carnaval» y le contesté que me informaría, que no se preocupara. Al año siguiente le escribí De sol a sol, que fue la única comparsa con la que Pepe Camacho, conocido como El Calaveras, pasó a la final. Y ese año también gané el premio al mejor pasodoble, que se instauró entonces.
¿Tiene en mente su palmarés?
Eso es muy complicado, no suelo ser yo mucho de premios o de saber si me llevé un tercero o un cuarto. Primeros he ganado, a lo mejor, tres o cuatro entre chirigotas y comparsas.
¿Quiénes son para usted los grandes nombres de la fiesta?
Ha habido pioneros que, gracias a ellos, tenemos lo que tenemos. Tenemos un concurso y un Carnaval completo. Antonio Cobos Comisario; Bernardino Moraga, de la saga de los Castilla; Miguel Amate, de la saga de los Cabezones… no quiero dejarme a nadie. Hay una gente pionera que empezó tirando del carro, sin olvidar a Rafael Castro o Pepe Martínez, que empezó a llevarse a sus comparsas a participar a Cádiz. Hay gente muy importante que ha conseguido que a día de hoy tengamos lo poquito o lo mucho que tenemos.
Tenemos un concurso de Carnaval con una de las participaciones más altas de Andalucía, sin embargo, reinan la chirigota y la comparsa, pero coros y cuartetos no son tan numerosos. ¿Por qué cree que ocurre esto?
Tenemos el handicap de que en Córdoba el Carnaval no es nuestra fiesta líder. Aquí hacen falta músicos y un coro necesita muchos músicos, para tener la orquesta necesitas bandurrias, guitarras y laúdes. Si nos vemos negros para, en una comparsa, buscar guitarras, imagina para montar un coro entero. Es muy difícil. También se necesita a 30 o 40 personas y ensayar es complicado. Sí ha habido algunos coros, como el coro de Espiel o el de Agüito. Pero el coro no es lo nuestro, por eso está un poco más dejado.
«Somos tan senequistas que estamos deseando ver butacas vacías para decirlo»
¿Y es más nuestra la chirigota o la comparsa?
Aquí reinan ambas. Los cuartetos, por ejemplo, tampoco, este año solo han participado dos. El cuarteto es muy difícil porque hacer llorar es fácil, pero hacer reír es dificilísimo. En una chirigota tienes hasta 15 componentes y como tengas dos o tres graciosos, solo con los gestos ya lo tienes ganado. Pero en un cuarteto hay tres o cuatro personas mirando al público e intentando hacer reír, eso es muy difícil. La labor del cuartetero es una cosa muy complicada.
¿Goza el Carnaval de buena salud? Tanto en el concurso como en la calle.
Yo he pasado por aquellos años y por estos. El concurso, a fin de cuentas, es dos semanas en las que compites con lo que tienes y un jurado delibera. Se han incorporado músicos jóvenes a nuestras filas carnavaleras que le están dando una calidad a las agrupaciones impresionante. Yo voy a ver todas las sesiones y yo habría dado por lo menos cinco Púas de Oro, eso antes era impensable. Antes había uno o dos que tocaban un poco mejor la guitarra y los demás la aporreábamos. Hoy en día, las chirigotas y las comparsas tienen una calidad inmensa, buen juego de voces e ingenio. Solo haciendo quinielas yo habría metido a seis agrupaciones por categoría en la final, pero no se puede. Este año de la cantera salen dos chirigotas infantiles que creo que van a seguir y van a aportar mucha frescura al concurso.
¿Existe, entonces, cantera?
La cantera, por desgracia, hasta hoy en día siempre ha sido nuestro caballo de batalla. Sale mucha gente joven, pero cantera de empezar desde chiquititos, no. Pero al menos este año sí han venido por lo menos 20 niños en cada agrupación, que hay dos infantiles, con ganas, bien hechas y afinaditas. Nos darán alegrías.
Ha hablado de la calidad musical, ¿cómo ve la calidad en las letras? ¿Predomina más la crítica o el piropo?
Hay un poco de todo. Este año hay mucha crítica, tanto política como social. Pero también está la clásica letra romántica, que gusta mucho y que, al final, es lo que cantamos. Decimos que el Carnaval es crítica, pero cuando estamos en un bar lo que cantamos es lo facilito, lo que se queda, lo romántico, lo que te llega al corazón. La crítica está bien porque siempre se ha dicho que el Carnaval es un diario cantado, pero lo que queda es lo queda. Al final, tiene cabida todo.
Hay participación, hay calidad… ¿por qué luce el Gran Teatro casi vacío en muchas de las sesiones del concurso?
Da pena, pero siempre digo lo mismo porque yo defiendo lo mío porque es lo que me duele. Yo he ido a otros concursos, que son famosos, y he visto las butacas vacías. Pero allí lo saben vender muy bien, cuando las butacas están vacías ni las cámaras de televisión ni nadie pone pantallazos del teatro vacío. Aquí como somos tan senequistas y derrotistas para lo nuestro parece que estamos deseando que se queden tres butacas vacías para echar una foto y poner «qué pena de teatro». El otro día, en Cádiz, en el final de una sesión había 80 personas en el teatro y bajaron al público del gallinero a las butacas. Y estamos hablando del gran concurso.
¿Qué supone para usted haber sido elegido pregonero del Carnaval?
Para mí es lo máximo. Después de tantos años, ese reconocimiento es lo máximo que puedo llegar a ser, pregonero de la fiesta de mis amores, de la fiesta que yo quiero, la que yo he elegido y a la que le he dado media vida. Y, además, ser pregonero rodeado de tantísima gente… estoy ahora mismo que no quepo en mí, estoy en una nube y deseando que llegue el día 18. Creo que vamos a ofrecer un espectáculo muy bonito y muy solidario. Empezamos con unas pulseras solidarias en octubre, hicimos 1.000 y la gente empezó a colaborar y en nueve días nos quedamos sin pulseras. Al final hemos vendido 7.000 pulseras para abonar lo recaudado a la planta de Oncología Infantil del hospital Reina Sofía.