ENTREVISTA | Antonio García Coordinador de Bomberos Unidos sin Fronteras en Córdoba

Antonio García: "Ser bombero no es solo apagar incendios"

Antonio García, coordinador de Bomberos Unidos sin Fronteras en Córdoba.

Antonio García, coordinador de Bomberos Unidos sin Fronteras en Córdoba. / A.J. González

Manuel Á. Larrea

Manuel Á. Larrea

Córdoba

Habla sin tapujos y, con lo poco que hay en la mesa de una cafetería (un servilletero, dos cafés, los móviles), simula escenarios devastados de memoria. Los ha vivido, aunque en su día a día ejerza su trabajo de bombero en Puente Genil. Antonio García, cofundador de Bomberos Unidos sin Fronteras (BUSF) y coordinador en Córdoba, atesora una experiencia que es inabarcable en estas líneas. Comenzó junto a otros seis 'locos', sin organización, viajando a Turquía en 1999 para rescatar a personas tras un importante seísmo. Este año, el círculo, por desgracia, se cierra con un nuevo terremoto en el país, donde trabaja una expedición de 13 rescatistas. Esta vez, tras casi dos décadas de trabajo, la organización que decidieron formar en 2004 suma a más de 200 miembros y mantiene una red iberoamericana de colaboración para hacer frente a todo tipo de catástrofes. El refuerzo de servicios de emergencias en países de desarrollo y la formación son claves en este proceso.

¿Cómo es el trabajo previo de coordinación y preparación de una expedición como la que ahora se encuentra en Turquía?

Durante todo el año estamos preparados por si hay alguna activación, ya sea por un terremoto, por una erupción volcánica o por cualquier otra catástrofe natural. Tenemos un sistema de alertas en los móviles. Si un terremoto es pequeño, no merece la pena porque cuando lleguemos está controlado. Cuando tiene una magnitud más grande es cuando empezamos a movilizarnos. Normalmente lo que hacemos es que nos ponemos en contacto con las autoridades. Coordinamos con ellos la llegada al aeropuerto: Tienes que buscar vuelos, ver dónde puedes aterrizar… Puede haber una replica y te desvían. Siempre decimos que la labor de los que van es importante, pero los que coordinan desde aquí son muy importantes también para que cuando lleguen todo vaya de corrido. Luego, otra cosa es identificar bien la zona donde vas a trabajar. Por el camino hay edificios que se han caído. ¿Qué hace la gente? Te detiene para que ayudes porque tienen familiares. Sueltas los perros, confirmas que no hay nadie y te vas. Nosotros tenemos un sistema de señalización y pintamos con un spray en la fachada del edificio y ya sabes que no tienes por qué pararte ahí otra vez. La labor nuestra no solamente es rescatar, también es descartar los edificios en los que no haya nadie con vida y otra que se puede hacer, ya en el cuarto o quinto día, es catalogar los edificios, tú ves las estructuras y hay una serie de parámetros para derribar o apuntalar. 

¿Qué tiene de complejo este terremoto?

En este caso, nos llamó mucho la atención que horas después del terremoto las autoridades ya habían demandado ayuda internacional. Eso es muy raro. Significa que ellos ya sabían que la cosa había sido gorda. Si tienen dudas, esperan a que llegue ayuda por la mañana para evaluar bien, porque, si no, el Gobierno está reconociendo que no tiene medios. Turquía es un país que está habituado, que tienen grupos de rescate especializados. Nosotros un problema que hemos tenido es que, como somos autosuficientes, tenemos tiendas de campaña y, a menos 20 grados, imagínate. Ellos entonces están buscando edificaciones que vean que estructuralmente están bien, se meten a dormir pegados a la puerta y siempre hay uno pendiente por si hay una replica. A veces, volcamos una botella de agua y, antes de que sientas nada, verás que la botella empieza a moverse. ¡Réplica, réplica! Y sales corriendo de allí. 

¿Cómo empezó Bomberos Unidos sin Fronteras?

Nosotros llevamos desde 2004. Anteriormente, a nivel individual habíamos viajado. En mi caso, en 1999 estuve en el terremoto de Turquía. Estuvimos allí trabajando. Esa fue en la primera que salí. Un contingente de bomberos de Córdoba, por nuestra cuenta. Siete locos que salimos para allá a echar una mano. Allí vi a los perros trabajando y eso me enganchó. Cuando volvimos fue cuando monté la unidad canina y, en 2004, estaba todo operativo. A partir de ahí, hemos estado en varios terremotos. En 2005, en Paquistán; en 2007, en Perú-Pisco; en 2010, en Haití o Chile; en 2016, en Ecuador; en 2018, en Indonesia. [Se esfuerza en recordar] En Nepal también en 2016.  

Poco se habla de los perros.

Está claro que si una personas está bajo los escombros y grita, sabes dónde está. Aunque estamos hablando de que nosotros vamos con martillos percutores, como nos equivoquemos, nos pasamos. ¿Y ahora qué hago? ¿Otras cinco horas para allá? El perro está acostumbrado a ladrar en tu cabeza. "Guau, guau, guau". Vale, para allá. El olfato va orientando. Eso con los vivos. Los muertos, si no fuera por los perros, ahí se quedaban. O las personas inconscientes sepultadas. Imagina: "¡Si hay alguien, que grite o haga una señal!". Y todos estamos escuchando. ¿Si tú estás inconsciente? Con un perro, aunque nosotros normalmente soltamos tres o cuatro para estar seguros, vemos. "En este edificio no hay nadie con vida, podéis meter las máquinas". ¿Tú sabes la responsabilidad que es eso, que metas la máquina y mates a alguien? Gracias a Dios no nos ha pasado. Un perro que llevamos [sonríe] dejó de estar operativo porque había 20 centímetros de nieve y el perro es así [separa las manos tres palmos] y no podía andar. Yo tengo ahora uno con seis meses y ya está empezando a trabajar. A partir del año, está operativo. 

¿Están en el parque de bomberos o los tienen en sus casas?

Son nuestros. 

Se habla de terremotos, pero…

Perdona, he dicho terremotos. Por ejemplo, inundaciones, erupciones volcánicas, potabilización de agua… Nosotros en Puente Genil tenemos una planta de potabilidad de emergencia, somos todos especialistas en ese ámbito. La gente dirá: "Cojones, eres especialista en todo". No, es que llevo ya muchos años en esto y me ha dado tiempo a formarme en todo. Uno de los problemas es cuando hay inundaciones, por ejemplo en Guatemala, que nos ayudó el Ayuntamiento. ¿Qué ocurre? Son zonas rurales, donde el agua que tienen sale de un pozo. Cuando dentro del brocal entra agua contaminada, sucia, mientras que baja y se sedimenta eso, no pueden consumir agua. ¿Qué hacemos? Vamos y llevamos plantas, potabilizamos el agua y la vamos repartiendo. A parte de hacer agua, yo tengo la responsabilidad de analizar ese agua y mandar nuevamente a las autoridades qué tipo de agua estoy dando, qué calidad tiene. 

Otra de las labores de Bomberos Unidos sin Fronteras es la formación, ¿no?

Bomberos Unidos sin Fronteras trabaja sobre tres áreas: Intervención pura y dura en emergencias; fortalecimiento a servicios de emergencias de varios países, sobre todo iberoamericanos por el idioma, llevando material. Allí es que no tienen nada. Yo hago una valoración de lo que llevo y se lo mando. Los camiones que aquí descartamos, los mandamos allí para darle un segundo uso. Y la parte de formación, que estamos ahora realizando. Durante un año prácticamente hemos estado formando en República Dominicana, empezamos con 136 alumnos del ámbito forestal, en una fase online. Luego, cogimos a los 50 mejores y dimos una fase presencial. Constituimos las brigadas forestales y, después, hemos formado a 20 instructores que se van a encargar de replicar estos conocimientos. Nosotros hacemos un seguimiento de estas réplicas, tenemos que ver que hay una sostenibilidad, que no se queda estancado. A esto nosotros lo llamamos la red iberoamericana. Cuando hay un terremoto un Perú, tengo allí una contraparte que son voluntarios que trabajan igual que yo. Mejor información que ellos no me va a dar a nadie. Ellos ya están trabajando y nosotros llegamos y nos acoplamos. La idea siempre ha sido que no esperen 24 horas. Incluso entre ellos se apoyan. 

¿Cuántos miembros tiene la organización?

En España estaremos unos 200 y pico. En Córdoba estamos 23. El problema del voluntariado es que tienes mucha ilusión y te metes. Pero eres padre, te quita tiempo. Esto no es solamente decir soy voluntario y pagar. Es ir a proyectos de sensibilización social en los colegios, hablar sobre lo que hacemos, ser bombero no es solo apagar incendios. Y, para eso, necesitas tiempo. Para formarte, necesitas tiempo. Y hay gente que no puede. 

El bombero del parque de Puente Genil y coordinador de Bomberos Unidos sin Fronteras, Antonio García.

El bombero del parque de Puente Genil y coordinador de Bomberos Unidos sin Fronteras, Antonio García. / A.J. González

¿La gente de a pie puede colaborar?

Hay varios tipos de socios. Por ejemplo, mi madre, mi hermana y mis hijos son socios. Ellos pagan una cuota, tú estás ayudando a la organización. Nosotros trabajamos aquí también con comedores sociales. Colaboramos todos los meses, tanto a nivel económico como a nivel de ayuda cuando hay que traer alimentos del banco de alimentos… Mis hijos, lo que te digo.

Esto se hereda. 

A parte, ellos también tienen que ver esto. Mi mujer, voluntaria en Cruz Roja. El año pasado, un mes a Mozambique. ¿Has visto qué entusiasta soy? [dice con retranca].

Pero no de cuento. 

Las uñas mira cómo las tengo. Yo estuve hasta última hora por irme [a Turquía]. Pero si suspendo lo de República Dominicana… ya está todo organizado. Otra cosa muy importante para nosotros es que toda esta experiencia que tenemos fuera tú la aplicas en tu trabajo cotidiano en el parque de bomberos. 

En Córdoba, ¿qué tipo de problemas se pueden presentar?

Nosotros hemos tenido derrumbes de edificios de la provincia. Junto a Granada y Jaén, hay una zona que sísmicamente es de las más importantes que hay en España. El tema de los perros, por ejemplo. Casi todos los años vamos un par, tres veces a edificios colapsados. Vamos a descartar que no hay nadie. Tú no sabes si puede haber un indigente dentro o alguien. Sobre todo, en lo que trabajamos muy a menudo es en búsqueda de personas desaparecidas. Vamos con el perro y con los drones. Cuando hay una intervención grande, al final tiran de ti para evaluar esos edificios. Eso es otro tipo de formación: tipologías constructivas. 

Ahora forman, pero su primer aprendizaje fue sobre el terreno. 

Yo aprendí un montón, más que en 20 cursos. Yo recuerdo en el aeropuerto de Madrid, con un carrito lleno de material, la policía persiguiéndonos, los vigilantes de seguridad… ¿Pero a dónde vais? Pues vamos a… Pero que no podéis entrar con un carrito… ¿Cuánto pesa? ¿Qué lleva ahí? Fuimos, fuimos. 

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents