UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA

Investigadores, el motor de la UCO

La vicerrectora María José Polo asegura que la institución está consiguiendo retener talento | Tres de los científicos de Córdoba con influencia mundial relatan el día a día en la investigación

Laboratorio del edificio Marie Curie de Rabanales.

Laboratorio del edificio Marie Curie de Rabanales. / SANCHEZ MORENO

Araceli R. Arjona

Araceli R. Arjona

Cada día, el despertador de los 2.000 investigadores que trabajan en la Universidad de Córdoba suena entre las 6 y las 8 de la mañana para conminarlos a imaginar un mundo mejor. Su misión consiste en identificar problemas y buscar soluciones, usar su talento para responder a los acertijos que propone la naturaleza, la tecnología, la mente, las matemáticas o la historia. Lo más probable es que no haya grandes recompensas, ni grandes aplausos. La carrera científica les obliga a tener paciencia antes de ver resultados, a sacrificar tiempo y familia y a trabajar casi siempre con recursos limitados. Sabían que la cosa no era fácil, pero la vocación manda. 

El día a día de los investigadores

Alejandro Rodríguez tiene poco más de 40 años, es padre de dos hijos y uno de los científicos con más proyección de la Universidad de Córdoba. Licenciado en Ciencias Químicas y en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, doctor y profesor titular, es además uno de los 45 investigadores de la UCO cuyo nombre figura en la lista de los más influyentes del mundo.

Miembro del departamento de Química Inorgánica e Ingeniería Química, investiga la forma de utilizar los residuos procedentes de la actividad agroindustrial para la fabricación de productos como envases o materiales de construcción sostenibles, algo en lo que la UCO es puntera. Cuando estudiaba, «no era de los niños que dicen que quieren ser científicos», afirma sincero, pero la ingeniería química se cruzó en su camino cuando estudiaba la tesis doctoral lo enganchó a la investigación.

Alejandro Rodríguez, investigador de la Universidad de Córdoba, en Rabanales.

Alejandro Rodríguez, investigador del departamento de Química Inorgánica e Ingeniería Química. / O.BARRIONUEVO

«Me siento un privilegiado porque trabajo en lo que me gusta», afirma convencido. Como docente, además de sus clases, es director de un máster, de tesis de alumnos y supervisa trabajos de fin de grado y máster. Por su experiencia personal y la de otros compañeros sabe que «cuesta mucho estabilizarse como investigador». También señala el déficit de financiación que hay en España para la investigación. Ahora tiene entre manos varios proyectos con casi 1,5 millones, pero «en cada convocatoria puedes optar a entre 180.000 y 250.000 euros para proyectos de tres años, con eso tienes que tener para personal, material, asistencia a congresos...». En los últimos años, la situación ha mejorado, «pero seguimos a la cola si se comparan los fondos con los de otros países».  

Demasiada burocracia

La peor parte de su trabajo es «el papeleo, nos tienen bombardeados de formularios y burocracia», sentencia. Es algo que no imaginaba cuando eligió dedicarse a la ciencia y que descubrió con los años. «Cuando empiezas, la mayor parte de tu tiempo va a la investigación, luego a medida que vas subiendo peldaños tienes más horas de docencia, algo que me encanta, menos de laboratorio, y sobre todo, más burocracia».  

Esa es una queja generalizada, también en la rama de las humanidades. Izabela Zych es doctora en Psicología, profesora titular de la UCO e investigadora del Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia (Laecovi). Como Hernández, Zych es una de las científicas más influyentes del mundo según el último ránking de la Universidad de Stanford, y como él asegura que «indudablemente, lo peor de nuestro trabajo es la burocracia». Lleva mal «tener que rellenar papeles y más papeles, tenemos que justificar con todo detalle cada gasto, hacer una memoria, adjuntar mucha documentación; nos piden el CV en formatos diferentes para las convocatorias y aunque en ciertos casos es necesario, en otros se podría y se debería evitar», opina. De origen polaco, estudió Psicología porque siempre le fascinó «entender la conducta humana y ayudar a las personas a ser un poquito más felices». 

Izabela Zych, investigadora del Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia.

Izabela Zych, investigadora del Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia. / Manuel Murillo

El desafío de la conciliación familiar y laboral

Madre de una niña, Isabela compatibiliza su carrera profesional con la maternidad sin problemas. «Tenemos horarios flexibles y puedes organizarte como quieras, yo compagino ambas cosas durmiendo menos y optimizando el tiempo al máximo». Considera que la maternidad no la ha obligado a frenar su carrera, «aunque la he desacelerado un poco» porque así lo ha querido.

Cada investigador afronta el equilibrio entre la vida laboral y personal como puede. Alejandro Rodríguez dice que no estaría donde está sin el apoyo de su mujer aunque se esfuerza por conciliar todo lo posible. «Durante yo me encargaba de llevar a los niños al cole y ahora que son más grandes, me levanto a las seis para coger el tren a Rabanales y tener gran parte de la tarde libre». Trabaja 10 u 11 horas diarias, «pero tengo dos hijos y quiero disfrutarlos». 

Dos investigadores y dos niños en casa

Araceli García es otra de las investigadoras de la UCO más influyentes del mundo, según la Universidad de Stanford. Natural de San Sebastián, lleva en Córdoba desde 2017 y hace ocho meses tuvo su segundo hijo. Conoció a su marido, también investigador, en la Universidad del País Vasco y después de un tiempo de formación en el extranjero se instalaron en Córdoba, cuando ella se quedó embarazada. «Me levanto a las 6.30 y, si el peque me deja, voy preparando cosas», explica, «intentamos repartir las tareas al 50%, pero ahora hay que dedicar más tiempo a la familia y cunde menos madrugar». Su marido, que empezó antes en la investigación, es profesor titular. Ella aún está lejos de serlo. Es ayudante doctora, pero confiesa que ha estado de becaria «casi hasta los 40». El paso siguiente será el de contratada doctor y después, previa acreditaciones sucesivas, el de profesor titular. «Requiere mucho esfuerzo, pero seguimos porque esto nos gusta».

Araceli García, investigadora del Departamento de Química Orgánica.

Araceli García, investigadora del Departamento de Química Orgánica. / Óscar Barrionuevo

Licenciada en Ingeniería Química, con un expediente brillante, un profesor la llamó al acabar la carrera para intentar captarla como doctoranda. Como Alejandro, ella también pensaba que trabajaría en la empresa privada, «pero me gustó mucho y me quedé». En la Universidad, no hay un perfil de investigador puro, todos tienen que dar clase. «La docencia me gusta mucho, pero también me quita horas de laboratorio», explica, «lo más complicado de este trabajo es la carrera contra el tiempo porque cuando das clases, puedes compartir tu conocimiento, pero al final, los índices de calidad se miden por las publicaciones que realizas al año». Por eso, admite que le hace ilusión aparecer en ese ránking. Demuestra que aunque ha tenido que frenar por la maternidad, «lo que había hecho estaba teniendo impacto positivo».  

Entre sus méritos, destaca una investigación con científicos estadounidenses y franceses que logró producir material resistente, nanocristales de celulosa, con residuos de maíz. «Ahora estoy detrás de un proyecto de colaboración con países del Mediterráneo para desarrollar envases de alimentos biodegradables y reducción de la huella de carbono». Está contenta con la UCO. «Se nos dan muchas facilidades para acceder al laboratorio, no como en Francia, y hay mucha colaboración entre los grupos de investigación de distintas ramas». Después de tantos años trabajando en el uso de la biomasa en busca de materiales sostenibles, sueña que el plástico desaparezca, aunque no cree que eso ocurra a corto plazo.

Confianza en la ciencia

Izabela Zych, sin embargo, opina que la sociedad «tiene mucha confianza en la ciencia», al menos en el ámbito de la psicología. «Afortunadamente, ya es muy común querer recibir un tratamiento basado en hallazgos científicos, cambiar el estilo de vida en base a ellos, buscar soluciones a problemas diversos con base científica», afirma, «la sociedad demanda ciencia y los científicos tenemos muchas ganas de aportar a la sociedad». Los resultados de sus investigaciones han llegado lejos. El Gobierno de Canadá y el Departamento de Seguridad de EEUU han usado sus estudios para luchar contra el ciberbullying o analizar los factores que influyen en la radicalización.

«La sociedad demanda ciencia y los científicos tenemos muchas ganas de aportar a la sociedad».

Zych apostó por la ciencia tras abrir su propia consulta de psicología y no se arrepiente. Conoció el laboratorio Laecovi en la UCO y lo dejó para dedicarse a investigar. Su trabajo no deja hueco al aburrimiento. «Hay que estar en constante contacto con la realidad, visitar decenas de centros y realizar investigaciones a través de las nuevas tecnologías, realizamos nuestro trabajo lugares físicos y virtuales».La docencia le apasiona y se siente orgullosa de haber apoyado y de seguir apoyando a muchos jóvenes investigadores, comenta, pero también «de haber contribuido, junto con mi equipo, a disminuir muchos problemas de violencia y conducta antisocial en las escuelas y otros contextos». No se queja de su remuneración como profesora titular, pero cree que se tarda demasiado en conseguir un puesto estable y bien remunerado y cree que «sería muy deseable pagar más a los jóvenes que realizan tesis doctorales o en la etapa postdoctoral». 

Atracción de talento para la UCO

La vicerrectora de Política Científica, María José Polo, sabe bien los sacrificios que conlleva la investigación porque lleva años entregada a ella. Premio Internacional de Hidrología 2022, esta semana ha participado en un congreso que ha reunido en Córdoba a 50 especialistas internacionales para debatir el futuro de la hidrología.

María José Polo, vicerrectora de Política Científica de la UCO.

María José Polo, vicerrectora de Política Científica de la UCO. / MANUEL MURILLO

Según Polo, la investigación es «un pilar fundamental de la UCO que nos ha hecho destacar en nuestro contexto autonómico, nacional e internacional». En su opinión, la comunidad investigadora de Córdoba funciona como «una maquinaria bien engrasada y eso nos ha permitido aprovechar muy bien las oportunidades que ofrecen las convocatorias del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia para investigación tras la crisis del covid-19». Además, añade, «estamos consiguiendo retener talento, con las limitaciones presupuestarias que establece la ley, siguiendo la política iniciada hace más de 15 años en esta universidad, que fue pionera en consolidar a los investigadores Ramón y Cajal». 

«La investigación es un pilar fundamental de la UCO que nos ha hecho destacar en nuestro contexto autonómico, nacional e internacional»

En 2022, la UCO ha alcanzado un récord en captación de estos investigadores incluyendo contratos Juan de la Cierva y, aprovechando una resolución del ministerio y los excelentes resultados de los investigadores, se ha trazado la hoja de ruta para estabilizar ese talento científico. No obstante, señala Polo, hay retos importantes como «mejorar nuestra infraestructura científica así como la estructura y el volumen de los recursos humanos que hacen posible desde numerosos servicios el desarrollo de la investigación, cuando esta crece con más rapidez que la disponibilidad presupuestaria». El motor va como un tiro, pero aún hay margen de mejora. 

220 grupos y más de 2.000 mentes produciendo ciencia

Los datos corresponden a la última memoria de la Universidad de Córdoba. La actividad investigadora de la UCO mejora cada año y con ella, el nivel de producción científica generada a todos los niveles. A principios de este curso, había 220 grupos y más de 2.000 investigadores produciendo ciencia en la UCO, repartidos en una decena de ramas del saber, destacando en cuanto a número de grupos consolidados y talento adscrito los vinculados a la agricultura, las humanidades y el Derecho y la Empresa. Con 2.177 trabajos publicados en el último curso, un 11,07% más que el anterior, se sitúa como la cuarta universidad andaluza en publicaciones,siendo la que más crece de las universidades grandes de Andalucía. La visibilidad y el impacto creciente de los trabajos publicados por los investigadores de Córdoba mantiene a la universidad en puestos de liderazgo en los ránkings internacionales, siendo la primera de la comunidad más citada. De esta forma, la investigación de la UCO es citada un 59% más que la media de la producción mundial. También destaca por su capacidad por establecer redes internacionales, de forma que el personal investigador realiza el 48,3% de sus trabajos en colaboración con universidades de otros países. 

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