ENTREVISTA | José María Casado Raigón Presidente del Colegio de Economistas de Córdoba

«No creo que la recuperación de la economía se vaya a producir en 2023»

«El empresario aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid y sube precios», afirma

José María Casado Raigón posa en la sede del Colegio de Economistas de Córdoba.

José María Casado Raigón posa en la sede del Colegio de Economistas de Córdoba. / Chencho Martínez

Pilar Cobos

Pilar Cobos

José María Casado Raigón (Baena, 1945) acaba de ser reelegido presidente del Colegio de Economistas de Córdoba. Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Córdoba ya jubilado y también catedrático Jean Monnet de Economía de la Unión Europea, en diciembre accedió a la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de España. En la entrevista concedida a este periódico describe la economía cordobesa como «un clon pobre de la economía española» y también valora la situación de la inflación admitiendo que «hay precios que no tendrían por qué subir». Este economista llama la atención sobre la fuga de talento, asegurando que «se están yendo los más jóvenes y capacitados, o algunos que tienen un mayor grado de inquietud, y esto está empobreciendo los recursos humanos».

La nueva junta directiva del Colegio de Economistas quiere reforzar el papel de estos profesionales en la sociedad. ¿Cuál tienen y cuál deberían tener?

El economista se pide para las auditorías de empresas, temas concursales, insolvencias, fiscalidad, consultoría en general, enseñanza... Habrá que potenciar las relaciones con las administraciones públicas y con el mundo empresarial.

¿Qué balance hace de 2022?

En general es un balance malo. Estamos en un momento de crisis, de recortes de previsiones de crecimiento de la economía española. Me apunto al sector más realista de unas previsiones a la baja de la economía española. Todos coinciden en que la economía no alcanzará niveles de prepandemia hasta 2023. El crecimiento va a ser menor que lo previsto y a eso se añaden una serie de cosas como los propios efectos de la pandemia, la invasión de Ucrania por el Kremlin, los efectos colaterales que todo eso lleva de inflación, la subida de tipos de interés y la de los precios energéticos. Todo eso dibuja un panorama de cambio al que habrá que hacer frente en unas condiciones de una economía como la española fuertemente endeudada. España está en una posición muy difícil que habrá que corregir. La pertenencia a la UE nos obliga a algunas restricciones.

Parece que la palabra inflación ha sido una de las protagonistas del año. ¿Se han tomado las medidas adecuadas para reducirla?

La inflación española es muy complicada. Por primera vez desde 1992, la inflación subyacente, la que excluye los precios de la energía y de los alimentos no elaborados, los elementos más volátiles, ha superado al índice general, al IPC. Es complicada porque, en definitiva, tiene una componente estructural, no coyuntural. Es una inflación que se debe a características de la propia economía, a su falta de productividad, de competitividad, de un mercado laboral normalizado. Llevamos la bandera del paro juvenil en Europa, aparte de la temporalidad y otras características. Si los precios suben, en el caso de la inflación subyacente bajan con más dificultad. Los precios tienen una resistencia natural a la baja. Hay otras causas que llamo la inflación autoconstruida, eso que ahora se llama cheapflación. Se abaratan los productos con ingredientes de menor calidad, esto supone un ahorro de costes. Esto está ocurriendo. Y luego, hay un cierto voluntarismo en esa situación, el empresario y, en general, el que vende algo está autoconstruyendo un poco la inflación, aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid y sube precios. Hay precios que no tendrían por qué subir.

«La Universidad no sabe ni la hora que es en el mercado laboral»

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Incluso hay quien dice que algunas veces el peso que marca la etiqueta del producto no se corresponde con el real.

Claro. Todo eso forma parte de la cheapflación. Evidentemente, esto se está produciendo, lo vemos todos los días.

¿Nos dan gato por liebre?

Más o menos. En unas medidas que sean difícilmente perceptibles, pero se está produciendo.

Después de que el Gobierno haya reducido o eliminado el IVA de alimentos básicos, parece que los precios han variado poco. ¿Ha sido útil la medida?

Estas cosas no sirven de nada. Sirve para aprovecharse unos y otros.

Al final, da la sensación de que todo el mundo gana menos las familias.

Eso está claro. La cuerda siempre se rompe por la parte más débil. Las familias están menos organizadas, menos formando parte de un proyecto común.

Usted comenta, además, que para pedir sacrificios a la población hay que dar ejemplo.

Para pedir sacrificios, porque al final el ciudadano es el consumidor, hay que explicarlos primero, cosa que no se está haciendo, y, además, dar ejemplo, porque todos debemos arrimar el hombro. Mientras el gasto público se está dedicando a cuestiones superfluas, al incremento de empleo de los servidores públicos, que en un año ha subido casi un millón de personas, ¿dónde están los sacrificios?

Los sindicatos también denuncian que hay empresas con beneficios, pero se contienen los sueldos de los trabajadores.

Eso, por supuesto, se está produciendo.

Las cifras de empresas y de paro se remontan a niveles de 2009 en Córdoba. Dada la situación de incertidumbre, ¿prevé que este año se destruirán empresas y empleo?

Empresas se están perdiendo y en esa situación de batiburrillo, al final, se está produciendo un absentismo laboral preocupante, lo cual desanima mucho al empresario a crear empleo. Hay otra historia, la definición de trabajadores fijos discontinuos está detrás del incremento del empleo.

¿Cómo evolucionará la economía en 2023?

A pesar de que algunas previsiones apuntan que la recuperación de la economía española se producirá en 2023, algunos niveles de recuperación, no creo que se vaya a producir, entre otras cosas, porque nada está cambiando.

«Difícilmente se puede decir que la base logística sea algo tan maravilloso como se promete»

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¿Es posible implantar una semana laboral de cuatro días?

Los sectores no son los mismos unos que otros y, por tanto, de la misma forma que el trabajo virtual es posible en unos casos y no lo es en otros, aquí ocurre lo mismo. Una reducción a cuatro días es difícil. Generalizar es un riesgo. En principio, creo que las horas de trabajo son las horas de trabajo y hay que hacerlas. Habría que estudiar casa por casa y caso por caso.

¿Las convocatorias electorales afectan a la economía?

Sí, siempre perjudican, porque ahora ya se desentienden de la actividad real y se pasan a la escaparatista. Se preocupan de la imagen, pero no se ocupan de la realidad, ya se ocupaban poco en épocas normales.

Como continuación de las reivindicaciones planteadas en 2022, los sindicatos siguen proponiendo «salario o conflicto». ¿Hay que subir los sueldos?

Los salarios tienen que estar en función de la productividad. De una manera plana, creo que no se debe hacer nada y, desde luego, subir los salarios me parece bien, pero eso tiene que estar en función de otras variables.

Córdoba está a la cola del país por el nivel salarial de los trabajadores, ¿qué hace mal?

Tener una menor productividad y una menor competitividad. Normalmente, los sectores de la economía cordobesa generan escaso valor añadido. Son sectores de demanda muy débil. Eso impide que puedas incrementar los salarios aquí en mayor medida que en Madrid o que en economías más productivas, mejor estructuradas.

¿Esto se relaciona con la fuga de talento?

Claro, se están yendo los más jóvenes y capacitados, o algunos que tienen un mayor grado de inquietud. Esto está empobreciendo los recursos humanos.

¿Por qué, pese a hablar durante décadas de la necesidad de cambiar el modelo productivo, no se logra?

El modelo productivo se cambia con otra visión. La visión que tenemos aquí de los hacedores de la política económica, básicamente, los políticos, es cortoplacista. Se está huyendo hacia delante. La visión de la economía tiene que ser de largo plazo, de cambio permanente.

Patronales de diferentes actividades económicas como la hostelería, el transporte, la construcción y el metal afirman que faltan profesionales cualificados. ¿Cómo se explica con una tasa de paro del 22% en Córdoba?

Los problemas del mercado de trabajo de la economía española se recrudecen en la cordobesa, que es un clon pobre. Estamos orientando la formación, la educación de la gente, no se sabe a qué. La oferta de trabajo que hacemos los trabajadores no tiene nada que ver con la demanda que hacen las empresas. La Universidad no sabe ni la hora que es en el mercado laboral.

Se están generando muchas expectativas en torno a la futura implantación de la base logística del Ejército de Tierra, ¿son realistas?

No. Aquí, como en la comedia de William Shakespeare, habría que decir que, de momento, mucho ruido y pocas nueces. La cosa tiene importancia, pero hay demasiada propaganda y escaparatismo. ¿Qué se ha hecho hasta ahora? Nada. Asumir algún compromiso. Es una base logística del Ejército de Tierra, no de la economía cordobesa, y queda mucho por hacer. ¿Qué vinculación tendrá eso con la economía cordobesa? En el terreno positivo y en el negativo, porque tiene también sus consecuencias medioambientales...

Todavía no se ha escuchado cuáles serían las desventajas del proyecto.

Ni las vas a escuchar. Ni se va a hablar de la desordenación del territorio que eso supone. Una fuerte desordenación del territorio y un compromiso de todo lo que hay alrededor en función de lo que la base logística, que es prioritaria, exija, que tendrá que favorecer o no a la economía circundante. Difícilmente se puede decir que la base logística, con los datos que se tienen hoy, sea algo tan maravilloso como se promete. Esto no es una empresa para generar actividad en la economía cordobesa, es una necesidad del Ejército. La economía local habrá que ver si se favorece o no. Yo lo veré con toda ilusión, como cualquier cordobés, pero me gustaría pasar a otra fase de mayor realismo.

¿En Córdoba se toman buenas decisiones económicas?

Córdoba sigue con sus grandes problemas. Tiene el gran problema de ser una economía muy, muy vulnerable, muy dependiente, muy poco diversificada. El municipio capitalino vive de espaldas a su provincia, no hay vertebración ninguna. Están surgiendo algunos mini oasis, sobre todo, al sur de la provincia, que deberían hacer mirar al municipio capitalino la integración de esas economías. Lucena triplica el porcentaje del sector industrial respecto al municipio capitalino, tiene un 15% en su economía, Córdoba tiene un cinco y pico, una ruina. Están Puente Genil, Priego de Córdoba, Montilla... Ahí está toda la economía de Córdoba, yo diría que en el norte lo único que nos queda es Covap, el resto es pura ganadería y poco más. Aquí se ponen muchas esperanzas en el turismo, pero no es la panacea. Una economía tiene que tener sobre todo actividad transformadora.

«Están surgiendo oasis que deberían hacer a la capital mirar la integración de esas economías»

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Comenta, además, que Córdoba podría atraer empresas de otros territorios por su buena ubicación.

Hay un hecho que se está produciendo en el país, una fuga de empresas en ubicaciones más desarrolladas. Es posible que ahí nos toque el reintegro. Córdoba está en las mejores condiciones para captar empresas.

¿Cuáles serían las claves para el desarrollo económico?

La planificación, el largoplacismo y, si me apuras, el trabajo. Diferenciar entre parche y trabajo.

¿Cómo evoluciona la economía sumergida?

La economía sumergida se está produciendo en determinados sectores cada vez más. Hay estimaciones, algunas muy antiguas, que hablan de entre un 25% y un 30%, que es mucho. Y, sobre todo, en sectores determinados. Siempre se ha hablado de la joyería, el campo, la hostelería o el servicio doméstico. Eso está creciendo, sobre todo, ahora más con el esfuerzo fiscal que se le está exigiendo a las empresas. Y está la política de subvenciones, que disuade a los trabajadores. Con tanta subvención, no quieren trabajar.

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