Las abogadas de familia María Dolores Azaustre y Carmen Calvo aportan más información sobre los procesos contenciosos de divorcio y establecimiento de la custodia. Hablan de la prueba de exploración al menor en los procesos de familia, que consiste en una entrevista entre el niño o niña y el juez y el Ministerio Fiscal para saber su opinión y sin que estén presentes ni los progenitores ni los abogados de estos.
Azaustre detalla que los niños de a partir de 12 años tienen la posibilidad de manifestar sus deseos ante el juzgado. Hay casos, ejemplifica, en los que existe una custodia en el que menor manifiesta que no quiere vivir con uno de sus progenitores. En cualquier caso, y esto lo dejan claro ambas profesionales del Derecho, el niño no decide, aunque su opinión sea importante. Azaustre manifiesta que hay que tener en cuenta muchas cosas, como la madurez del menor o si las cosas que dice son fundadas o no.
Calvo aporta que se trata «de una prueba más» en la que, en ningún caso, al niño se le pregunta «con quién quiere estar». A diferencia de lo que pueda pensarse, la abogada de familia indica que no se trata de algo «traumático» para el menor, ya se haga en el despacho del juez o en el mismo juzgado. «Al menor se le trata con un trato exquisito», aporta.
Manipulación
Tanto el juez o la jueza como la Fiscalía saben cuándo el niño está siendo honesto o no. Y es que la experiencia habla de que pueden existir ciertas manipulaciones por parte de los progenitores para digan una u otra cosa, como casos en los que el día de antes de la exploración se les regala un perrito o cuando le prometen comprarle una moto al cumplir los 16. Ambas abogadas señalan que la experiencia permite saber discernir cuando ocurre algo de este tipo y, en cualquier caso, en la mayoría de ocasiones los menores «son muy honestos».
Síndrome del 'niño emperador'
María Dolores Azaustre, en este punto, trae a colación otro fenómeno conocido como el síndrome del niño emperador y recuerda que «no se puede hacer caso a todo lo que el niño dice, hay que indagar en por qué manifiesta ciertas opiniones». Ese síndrome, también conocido como del niño rey o tirano, no se da solamente cuando hay casos de divorcio o separación con decisión de custodia, pero sí se percibe en algunas de estas situaciones. El síndrome consiste, en pocas palabras, en que el niño ejerza cierto grado de autoridad sobre sus padres. Sobre esto, Azaustre insiste en que «hay que tener cuidado porque los niños no pueden decidir su futuro» y añade que aquí también hay que tener en cuenta lo que es mejor para el menor y que, en casos así, el sufrimiento para el niño existe.