ENTREVISTA | Cisco García Tenista en silla e influencer

«Quedarme en la cama llorando no era una opción, yo quería vivir la vida»

«Vivir en silla es mucho más fácil de lo que yo había imaginado y a día de hoy soy feliz», afirma

Cisco García, durante su entrenamiento en pista en el centro deportivo Open Arena.

Cisco García, durante su entrenamiento en pista en el centro deportivo Open Arena. / A.J. González

Cristina Ramírez

Cristina Ramírez

El cordobés Cisco García era abogado, «viajero de mochila», como él mismo se define, y «apasionado del snowboard». El 28 de diciembre de 2015, hace ahora siete años, uno de esos saltos atrevidos en la nieve hizo que su vida cambiara por completo. Desde ese momento es ejemplo de fortaleza para muchos y un manual sobre el que guiarse cuando se pasa por un mal momento. Mostrando su filosofía de vida, acumula 320.000 seguidores en Instagram. Además, se dedica profesionalmente a otra de sus grandes pasiones, el tenis, llegando a alcanzar el puesto 43 a nivel mundial en este deporte adaptado.

El 28 de diciembre de 2015 Cisco García «volvió a nacer» de alguna manera, y cuando parecía que su vida se desmoronaba tuvo el impulso para salir adelante con más fuerzas que nunca y reinventarse. ¿Cómo fue ese proceso y como lo afrontó? 

Al principio fue muy duro. Es un cambio muy radical, pasas del todo a la nada en un segundo. De estar saltando, sin apenas problema, y viviendo una vida plena, a estar en una cama en la que no te puedes mover, no te puedes ni vestir. Las primeras semanas te hacen todo, y ahí es duro, pero también tienes una parte de euforia de que crees que te puedes recuperar, que va a depender de ti. Te dicen que tienes tres meses, pero cuando ya ves que a los tres meses la lesión al final era grave y no avanzas hay un pequeño bajón, hasta que ves que es lo que queda y lo que hay. Me di cuenta de que tenía que mirar adelante y dejar de comparar con que yo antes hacía las cosas andando, y cuando ya hice ese click, ya todo fue más fácil. Me di cuenta de que vivir en silla es mucho más fácil de lo que yo había imaginado y de lo que la gente cree.

¿Qué se le pasa por la cabeza en ese momento en que se da cuenta de lo que ocurre?

Desde que tengo el accidente, cuando estoy en la nieve y no me puedo levantar, me tocaba las piernas y no las sentía, ya sabía la gravedad de lo que había pasado. ¿Qué ocurre? Que luego tú esperas que puedas recuperarte, ves historias de gente que se ha recuperado, que ha podido volver a andar, pero luego ves que es una cosa muy difícil. Es un cambio demasiado radical y se hace muy duro, tienes momentos de muchos bajones, luego vas hacia arriba, es como una montaña rusa de emociones. Pero, sobre todo, cuando ves que no tienes otra opción. Porque para mí, quedarme en la cama llorando, en el sofá sin hacer cosas, no lo era. Yo quería vivir la vida y no que llegara a mayor y decir que desperdicié mi vida. Al final me habían tocado unas cartas muy malas para jugar, es verdad, pero sí que podía jugarlas. Yo en parapléjicos convivía con gente que estaba tetrapléjica, le tenían que dar la Coca-Cola con una pajita mientras veían la Champions, le tenían que escribir los whatsapps... Yo podría haber estado en esa situación porque yo estuve en el aire unos diez metros y, dentro de la gravedad, creo que tuve suerte. Así que, joder, tuve que valorar eso y no quejarme tanto, que yo creo que al final hoy en día nos quejamos demasiado. 

«No dicen que la vida tiene cosas duras y por mucho que lo intentes hay veces que no sale»

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Supongo que todas las personas que le han acompañado en el camino también han ayudado mucho. 

Sí, al final el entorno es muy importante. Raquel, mi entonces novia y ahora mujer, fue muy importante porque en ningún momento me hizo ver que estuviera por pena o por compromiso. En ese sentido lo hizo muy bien porque en ningún momento me hizo sentir eso. También ella es médico y la enfermedad digamos que no le es tan extraña, ve tantas enfermedades que ella decía, buah, al final tú puedes hacer todo, lo único que con más dificultades, está claro. Los amigos, la familia, todos son importantes, pero es verdad que una situación así dura, ya sea una silla de ruedas, una depresión, lo que sea, el entorno es importante, pero al final tienes que tirar tú y, sobre todo, que no te cambie el carácter. Yo veía que allí en parapléjicos mucha gente, como allí te enfadas con el mundo, te cambia el carácter y te vuelves un poco arisco con el entorno. Yo creo que a mí eso no me ocurrió, seguí siendo el mismo, dentro de que los primeros meses estaba un poco más callado y un poco más abajo a lo mejor. Seguí haciendo cosas, yendo a la playa, haciendo viajes, y yo creo que la vida de mi entorno no cambió tanto.

Todo este proceso y esta fuerza se ven plasmados en su libro ‘Irrompible’. ¿Qué le llevó a escribirlo?

Sobre todo porque me escribía mucha gente por Instagram que estaba pasando por una depresión o ansiedad, preguntándome que qué podían hacer para salir, y yo decía, joder, no puedo decírtelo en un mensaje de cinco líneas, siempre decía de broma que tendría que escribir un libro para explicar mi filosofía de vida. Y al final, de tanto decirlo, dije mira. Y empecé a escribir en 2019, que tuve muchos torneos, cuando estaba viajando, jugando partidos por las ciudades. En 2020, creo que ya con la pandemia, firmé el contrato con la editorial y ya era escribiendo mucho mucho. Yo quería mostrar mi filosofía de vida, cómo yo he ido aplicando todo. Es un libro, para mí, de crecimiento personal, para ver si podía ayudar a gente. Y me ha traído cosas muy bonitas. Gente que me cuenta que ha pasado un cáncer, una depresión, ansiedad, y que el libro le ha ayudado mucho, le ha acompañado en el proceso, y eso es lo que más feliz me ha hecho del libro. Y luego, hombre, que haya sido tal éxito... Fue el tercer libro más vendido de la editorial Alienta en el año 2021, va por la séptima edición, que sale ahora. Yo creía que iba a ir bien, pero nunca que iba a ir tan bien, así que en ese sentido estoy súper contento. 

No sé si ha sido el éxito de este el que ha dado lugar a otro libro infantil, ‘Compañeros de aventuras: La familia que no se rindió jamás’. 

Sí, eso fue bonito porque, al final, cuando llegó Gonzalo al colegio, a veces me ha ocurrido que un niño o una niña que está allí me mira y dice el padre: «es que se ha leído tu libro, le leemos tu libro». Y es un libro en el que intentamos, a través de un cuento con ilustraciones, contar que al final hay que aguantar, que la vida no siempre es fácil, que te llegan palos pero que no pasa nada porque se puede salir hacia adelante, siempre. Es un libro que nos ha hecho mucha ilusión. A Gonzalo le encanta cogerlo, cuando Álvaro esté un poco más mayor también lo verá, es un libro muy bonito porque yo veo que, al menos antes, el mensaje que se le daba a la gente joven es que no te vas a caer, no vas a tropezar, que la vida es maravillosa, que si lo intentas con todas tus fuerzas lo vas a conseguir, y a veces no nos dicen que la vida tiene cosas duras y que, por mucho que lo intentes hay cosas que no te van a salir, por mucho que hagas cosas bien te van a llegar infortunios, pero que la vida es eso, cosas buenas, cosas malas y al final vas saliendo de todo y viviéndolo todo. 

Sin ir más lejos, su vida antes de que ocurriera el accidente era idílica.

A ver, mi vida era muy buena. Yo trabajaba de abogado y me iba bastante bien, viajaba mucho por el mundo, tenía mi novia, mis amigos... La verdad es que todo bien, con problemas como tiene todo el mundo, pero dentro de lo cotidiano. Es verdad que te pasa esto y parece que todo se ha terminado porque crees que la vida en sí es algo diferente y, sin embargo, vi que podía hacer un montón de cosas y esto me ha traído cosas muy bonitas. A ver, yo siempre lo digo, ojalá no me hubiera ocurrido, a día de hoy doy todo lo que tengo, salvo mi familia, por que no me hubiera ocurrido. Pero, una vez ocurrido, que es algo que no se puede cambiar, ni en mis mejores sueños podría creer que podía ser tan feliz como lo soy en silla.

«Doy todo lo que tengo, salvo mi familia, por que no hubiera ocurrido, pero lo acepto»

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Esta historia de superación ha dado lugar a documentales, a una canción de Vanesa Martín, a conferencias que usted mismo imparte... ¿Cómo se vive esto?

Hay dos documentales, uno en Youtube y otro en Atresplayer. Ha llegado a un montón de gente, tiene mucho impacto y, para mí, lo más bonito es eso, poder ayudar, simplemente, llevando la vida que yo llevo. Y luego cosas muy bonitas como dar conferencias por toda España, el estar en televisión colaborando, recogiendo premios, Vanesa Martín, que nos escribió una canción... 

En todo esto también tiene mucho que ver su trabajo en redes sociales. ¿De qué manera evolucionó en este sentido?

Yo me abrí las redes en noviembre de 2016 y es verdad que el crecimiento fue rápido porque salía mucho en tele, salía en programas de radio y eso me ayudó mucho. Yo creo que el boom gordo fue en el 2019--2020. Ya en el 2020 Forbes me metió en la lista Top100 de influencers españoles y eso me sorprendió mucho. Lo que más orgullo me dio es que desde una silla --que la silla per se es una situación que da pena, tú ves a alguien en silla y lo primero es que te da pena-- hemos cambiado esa pena por estar ahí con la típica gente que tiene una vida idílica. Han dejado de ver esa pena y ven a un tío que lleva una vida chula. Para mí fue un premio no solo para mí, sino para todas las personas que tienen algún tipo de discapacidad. Eso me pareció bonito, y luego la gente me trata muy bien, tengo muy pocos haters. No sé, las redes sociales, a mí, me han traído cosas muy bonitas. 

No solo ha cambiado su vida en el ámbito personal, también en lo laboral. ¿Cómo ha sido cambiar la abogacía por el tenis profesional?

Pues lo hice a finales de 2018 o principios de 2019 porque no me daba la vida, era entrenar unas tres o cuatro horas diarias, torneos... Yo en 2019 jugué 23 torneos, en África, América, Asia, Europa, y no podía abarcar todo, así que decidí dejarla. El tenis en silla es un agujero económico, tú te vas a jugar a un torneo y a lo mejor ganas 500 euros y te has gastado 2.000 en ir, pero tiene una gran parte de ingresos en publicidad y es verdad que a mí eso me va muy bien porque tengo un montón de marcas buenas que se interesan, que quieren estar conmigo, me apoyan. También por Instagram, que puedes promocionarles mucho, y me va muy bien, pero también es muy cansado.

En los entrenamientos también habrá que ser muy constante, ¿no?

Yo entreno de lunes a viernes unas tres horas o tres horas y media, dos en pista y el resto en gimnasio y luego los torneos, que estoy jugando entre 15 y 20 torneos al año. A hora tengo un reto que es cómo compaginarlo con dos hijos. Desde que nació Álvaro estuve dos meses y medio sin competir, en verano caí un poquito en el ranking, porque había alcanzado mi mejor ranking, estaba el 43 del mundo y me puse el 70. Me gustaría mantener ese ritmo de 15 torneos al año por lo menos, porque claro, con los dos niños y Raquel que se incorpora a trabajar en breve, es un reto que tengo, así que a ver cómo lo puedo compaginar todo.

«El tenis en silla es un agujero económico, pero tiene una gran parte de ingresos en publicidad»

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Actualmente vivís en Córdoba, Raquel también trabaja en Córdoba, ¿concibe un futuro fuera de la ciudad?

Mucha gente nos lo ha comentado ya, porque Raquel también tiene muchos eventos, contratos con marcas. Y yo, ya te digo, todas las semanas voy un día, por lo menos, a Madrid. Muchas veces tengo que enlazar dos o tres días, sería más fácil, pero yo no me quiero ir de Córdoba ni Raquel tampoco, a los dos nos encanta Córdoba, y sobre todo el sur. A Málaga no me importaría. Queremos estar cerca de la familia, los amigos y Córdoba es para nosotros una ciudad muy importante. Lo llevamos con cierto orgullo porque parece que tienes que vivir en Madrid o ser de Madrid para triunfar o tener impacto y te das cuenta que tú, desde Córdoba, hoy en día o desde cualquier ciudad o pueblo de España ahora mismo podrías perfectamente. Nos da orgullo decir nosotros seguimos viviendo en Córdoba, nosotros somos de Córdoba. Mostramos mucho la ciudad y creo que es importante porque parece que es una gran desconocida, y creo que hay gente en Córdoba como Paco Morales o Pablo López de Silbon, gente que está haciendo trabajos bonitos y poniendo a Córdoba en el mapa.

¿Con qué proyectos cordobeses ha colaborado profesionalmente?

Silbon ha sido siempre un apoyo importante porque estuvo desde el principio. Hubo muchas marcas cordobesas, si las dijera me dejaría alguna atrás. Decidieron apostar por mí cuando yo no tenía impacto. Lo hicieron por ayudarme totalmente. A día de hoy me va bien y me llegan marcas de toda España pero en su día lo hicieron ellos y yo nunca lo voy a olvidar.

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