niños tutelados

«Mi misión es cuidar de ellos y quererlos»

Pepa Castro y Eva Rabadán acogen a niños para ayudarles a tener un futuro mejor

Pepa Castro y José Antonio Vivas, en familia.

Pepa Castro y José Antonio Vivas, en familia. / CÓRDOBA

Pilar Cobos

Pilar Cobos

«Mi misión es cuidar de ellos y quererlos», afirma Pepa Castro, una vecina del municipio cordobés de La Victoria que tiene dos hijos biológicos y otros tres niños acogidos. Sobre el comienzo de esta experiencia, recuerda que «conocimos a una familia que había acogido a un grupo de hermanos. Te da pena, porque vienen de situaciones muy difíciles, y decidimos llamar a la asociación. Hicimos los cursos y nos metimos en un remolino del que no hemos salido todavía». 

Sus hijos tienen 20 y 16 años de edad, y colaboran en la atención de los más pequeños. Así, Pepa explica que han acogido de forma permanente a una niña de 13 años de edad, que tiene una discapacidad del 43% y que lleva desde los 7 años en la familia. «Entró como temporal y se quedó de forma permanente. Intentamos que tenga una vida normal», precisa. Desde hace varios años, asimismo, ha recibido a otro niño en su casa y más recientemente, a su hermana, un bebé que ahora tiene ocho meses. «Lo llevamos muy bien. Mis hijos biológicos están muy implicados y se vuelcan mucho. Son uno más en la familia. Nos vamos turnando, ellos colaboran y nos organizamos», comenta.  

Pepa está casada con José Antonio Vivas y cree que vivir en un pueblo «hace la vida más fácil. Hay más colaboración entre las familias». Respecto al acogimiento, admite que se hace «por sentimiento» y señala que «aquí estamos para echar una mano. La Administración tiene mucha carga y poco personal», reconoce, aunque también subraya que «Menores nos soluciona los problemas, nos han atendido estupendamente y nos sentimos protegidos y ayudados», y destaca el apoyo de la fundación Aproni, entidad que respalda a las familias que acogen a menores. El objetivo es que «el niño salga para adelante y viva su propia vida. Nadie debería pasar por esto nunca», señala. 

Eva Rabadán y Francisco Rivera, en el patio con los niños.

Eva Rabadán y Francisco Rivera, en el patio con los niños. / Chencho Martínez

Al igual que en su testimonio, las palabras de Eva Rabadán transmiten la implicación de su familia con los niños en situación de dificultad. Eva es la esposa de Francisco Rivera, tiene un hijo biológico de 19 años de edad y otros tres menores acogidos, uno de ellos, una niña de cinco años con problemas de salud, que llegó a su casa con nueve meses y ya forma parte de su familia de forma definitiva. En cuanto a los otros dos menores, uno es un bebé «que me dieron recién nacido en una acogida de urgencia, vino en agosto», y el otro llegó a su casa con tres años y ahora tiene cuatro. «Lo primero que se intenta es que vuelva con la familia biológica, si se puede, se le devuelve», aclara. «Con el cambio de una familia a otra se puede agravar su situación, pero se supone que todo se hace por su bien. Intentas esforzarte en suplir sus carencias», subraya Eva. 

Desde que comenzó a acoger, ya ha recibido a 15 niños en su hogar. «Todos vienen con algún problema, físico, psíquico, de conducta... Porque cuando se les retiran a las familias es por problemas de droga, maltrato u otros. Hay familias muy desestructuradas», recuerda. En cuanto a su valoración de la experiencia, también comenta que «siempre he tenido la inquietud de ayudar. Nos queda la satisfacción de que se van con su vida organizada. A veces lo pasamos muy mal, aunque sabemos que se tienen que ir». «Con que uno te abrace y veas que has hecho algo bueno con él, te compensa», asegura.

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