ENTREVISTA | Fernando Suárez y Javier Terrados Arquitectos del Centro de Exposiciones, Ferias y Convenciones
«El CEFC ha de comportarse como un hito del paisaje urbano»
«La satisfacción es doble dadas las expectativas que la ciudad había puesto en la obra y las dificultades», afirman
El 23 de junio de 2014 la UTE formada por los arquitectos sevillanos Fernando Suárez y Javier Terrados se convirtió en la adjudicataria del proyecto de remodelación del pabellón del Parque Joyero para convertirlo en el actual Centro de Exposiciones, Ferias y Convenciones (CEFC) de Córdoba. Una infraestructura en la que esperan que los cordobeses terminen reconociéndose.
Más de una década de proyecto, pero el CEFC de Córdoba ya es una realidad. Siendo un poco vulgar diría que ha sido un parto, ¿están tan satisfechos como cuando se tiene un hijo?
La satisfacción es muy grande. La generación de una obra de arquitectura como esta, con sus fases de concurso, proyecto y construcción, siempre ocupa un período largo de tiempo y si el proceso se lleva a buen término uno siente que los años de dedicación han merecido la pena. En este caso, esa satisfacción además es doble dadas las expectativas que la ciudad de Córdoba había puesto en ella y las dificultades adicionales que su proceso ha conllevado. Por otra parte, como toda obra de arquitectura, se trata de un trabajo colectivo, donde la satisfacción de muchos participantes, promotores, gestores, constructores, compañeros arquitectos, etc., incrementa la nuestra propia.
¿Cómo ha sido trabajar juntos en este proyecto?
Nos compenetramos y entendemos bastante bien. Compartimos teorías y prácticas comunes, muy basadas en el aprendizaje continuo y en el oficio y experiencia de la profesión. Nos sigue pareciendo apasionante compartir proyectos después de tantos años (de su primer proyecto conjunto, en 1995, derivan algunos de los sistemas constructivos usados en el CEFC). Tenemos una filosofía sobre la excelencia del trabajo en taller (antes del montaje en obra) que intentamos aplicar a todos los proyectos. Por otra parte, a nivel personal, en esto de la arquitectura hay que tener un punto de docilidad al que estamos muy acostumbrados. Nos respetamos y cuidamos mucho. Siempre hay que ceder un poco, pero esto no es nuevo cuando se trabaja en equipo.
¿Hubo algún momento en el que pensaran que la obra no iba a salir adelante, porque ha tenido sus vicisitudes?
La verdad es que no. En todo momento la determinación del Ayuntamiento de Córdoba, que siempre hemos percibido detrás de todo lo que hacíamos, nos daba mucha confianza en que, fueran cuales fueran esas vicisitudes, el proceso iba a llegar a buen término. En el momento más delicado, cuando la obra se detuvo durante un largo tiempo por las dificultades de la primera de las empresas constructoras, tuvimos la fortuna de que la parte de obra que se había ejecutado hasta ese momento ya contenía los elementos estructurales definitorios del espacio y la envolvente. El edificio ya anunciaba su forma exterior definitiva y el carácter de su nuevo espacio interior: no parecía haber marcha atrás.
"Quisimos responder al reto de convertir la nave existente en un espacio flexible"
Arquitectónicamente hablando, ¿qué es lo más destacable de este centro?
Desde el primer momento quisimos responder al reto de convertir la nave preexistente en un espacio realmente flexible y multifuncional, capaz de transformarse fácilmente para cualquier tipo de evento. Eso llevó a idear un sistema modular interior de particiones móviles que permiten una amplia variedad de configuraciones. Pensamos que las proporciones de la sala central y de las galerías perimetrales son las adecuadas para los tipos de eventos previsibles en Córdoba. Por otra parte, el recurso de un amplio vestíbulo de acogida de visitantes, que atraviesa todo el ancho del edificio, organiza de forma sencilla e intuitiva el mismo. Hemos puesto también especial atención a la iluminación natural de los espacios, tanto en las fachadas como en el techo, cuidando su gradación y controlando que la incidencia solar no sea excesiva para cumplir con los criterios que demanda una edificación como esta (de calificación energética A). La envolvente exterior, siguiendo este criterio, se nos muestra como un tamiz de luz, cuyas proporciones se inspiran indirectamente en los trazados de las celosías hispanoárabes.
¿Cuáles han sido las mayores dificultades a la hora de adaptar el espacio que existía?
Hay algunos aspectos técnicos muy interesantes que el proyecto tuvo que resolver. El primero de ellos fue el refuerzo y modificación de la estructura del pabellón preexistente, cuya cubierta sólo estaba pensada para sustentarse a sí misma. La nueva cubierta no surgió de sustituir a la antigua, sino de complementarla con una gruesa capa inferior que la habilitaba para soportar toda la red de paneles móviles de 11 metros de altura, además de las nuevas instalaciones de acondicionamiento del recinto, las cuales habían de ser también flexibles y adaptadas a cualquier tipo de evento. El sistema automatizado de tabiques y tribunas móviles emplean tecnologías de reciente desarrollo. En otro orden de cosas, la construcción de la fachada con paneles prefabricados de hasta 13 metros de longitud también supuso un reto técnico considerable.
¿Cuál ha sido su inspiración, en qué otras construcciones se han fijado?
En la época de elaboración de este proyecto nos estaba interesando mucho una etapa del movimiento moderno arquitectónico que podríamos localizar en la obra de Mies van der Rohe o los arquitectos del grupo SOM de Chicago durante los años 50 y 60 del siglo pasado, donde la construcción de grandes edificios de uso público iba aparejada con una gran limpieza geométrica, estructural y material, económica formalmente y sin estridencias. En la resolución modular del espacio puede reconocerse también alguna influencia de los edificios corporativos de Eero Saarinen. También creemos que estuvieron presentes en determinados aspectos del interior las imágenes de la nueva arquitectura japonesa que ejemplifica el estudio Sanaa.
Además de funcional, obviamente, ¿necesita ser un centro bello o, al menos, atractivo?
Si por belleza entendemos una combinación de armonía geométrica, cuidada elección y ejecución material, economía formal y adecuación a los códigos culturales de su momento, todo edificio público tiene la obligación de ser bello. En el caso de un centro de convenciones situado en la periferia de la ciudad, el atractivo debe estar también en su reconocibilidad como objeto desde la mirada lejana. A su manera, y siempre con la debida contención, el edificio ha de comportarse como un elemento primario, como un hito del paisaje urbano. En nuestro caso, propusimos que la rotundidad y claridad de su volumen y su composición material fueran el ingrediente de esa percepción icónica.
El CEFC es un edificio moderno, pero debe tener visión de futuro.
Efectivamente eso es así. Históricamente todos los grandes edificios han sido capaces de transformarse a lo largo del tiempo. Tenemos que pensar que nuestro edificio es un gran contenedor capaz de transformarse y adaptarse a los futuros usos. De hecho, así está pensado: con un sistema constructivo modular que a nivel funcional puede aumentar o menguar, y a nivel de instalaciones ocurre lo mismo. Tiene la capacidad de usarse por partes o en conjunto. El edificio tiene además un aliciente añadido. No se ha rehabilitado en su totalidad; queda una porción del antiguo pabellón al sur del vestíbulo lineal susceptible de ser adaptado también a futuras necesidades del CEFC. Por tanto, desde este pasaje de entrada tendríamos acceso directo a dos zonas de exposición diferenciadas. A nivel de planta primera, el anillo perimetral de exposiciones quedaría completado por el sur. Las líneas de ampliación ya están trazadas.
"Tenemos que pensar que nuestro edificio es un gran contenedor capaz de transformarse"
No sé dónde lo leí, pero en algún sitio Javier dijo que el CEFC debía ser como una nueva basílica laica en la que la ciudad se reconozca. ¿Creen que han logrado esa ambición?
Los romanos inventaron la tipología de las basílicas y consiguieron ese tipo de espacio (luego trasladado a la cultura cristiana), donde la comunidad podría reconocerse y donde todo tipo de encuentros públicos podían tener lugar. Puede que esa añoranza del espacio basilical, de una escala mayor en nuestro caso, esté en la rotundidad de las hileras de soportes exentos que circundan el espacio de la sala central. Si la comunidad cordobesa acaba reconociéndose en este espacio, el tiempo lo dirá. Nuestra esperanza es que así sea.
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