Diario Córdoba

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ENTREVISTA Antonio Fernández Díaz ‘Fosforito’ Cantaor

"Tengo mi alma y mi capacidad puestas en el flamenco desde que nací"

Antonio Fernández Díaz ‘Fosforito’, en la Posada del Potro, que lleva su nombre como centro de flamenco. A.J. GONZÁLEZ

Antonio Fernández Díaz 'Fosforito' (Puente Genil, 1932), uno de los grandes maestros vivos del cante flamenco, ha cumplido 90 años este mes de agosto y continúa tras casi ocho décadas viviendo por y para ese arte, asistiendo a festivales, escribiendo letras e impartiendo conferencias. Ha recorrido el mundo entero con su cante; ha recibido incontables premios como la Llave de Oro del Cante o la Medalla de Oro de las Bellas Artes; ha grabado 26 discos y es el autor de innumerables letras para casi todos los palos del flamenco y para casi todos los artistas. Él, el cantaor de todos los palos flamencos, cuyo estilo se ha caracterizado siempre por el purismo en su interpretación del cante jondo, sostiene que «hay otros que amplían las músicas, que les gusta el flamenco con otras fusiones. Hay que respetarlo. Yo me quedo con el flamenco que me gusta, pero no me molesta, porque nadie es quien para poner puertas a la creación. Que hagan lo que quieran. Siempre que respeten, y si está bonito, todo mi respeto».

¡Felicidades por su 90 cumpleaños! ¿Se le han pasado muy rápido, como en un suspiro?

Decía el tango de Gardel que 20 años no es nada, pero no es cierto. La verdad es que 90 años son una montaña de años.

¿Sería capaz de destacar, en su larga vida y trayectoria profesional, cuatro o cinco momentos especiales?

Es muy difícil. Cuando uno ha empezado a cantar tan joven y ha estado en activo hasta hace casi nada, es muy difícil destacar momentos. Yo he recorrido el mundo entero desde los años 50, que fui para Oriente a Persia, El Cairo, Damasco y Estambul. Luego he cantado en América del Norte y en Japón. He estado en tantos sitios que es muy difícil destacar algo de ellos . Ha habido momentos maravillosos y otros no tanto, como cuando yo empecé, que era un tiempo muy infame, porque era la posguerra. Luego, cuando ya me cuajé como artista tras el concurso de Córdoba de 1956, fueron las cosas muy bien. He hecho mil cosas en mi vida, entre ellas una discografía extensísima. He vivido una vida con altibajos, con momentos duros, aunque pesan más los felices.

¿Destacaría como el momento que cambió su vida el primer Concurso de Arte Flamenco de Córdoba, de 1956, en el que logró el primer premio en los 16 estilos del certamen?

Ahí empecé a ser Fosforito y empecé a grabar. Ya en 1969 grabé una antología con 48 cantes con Paco Ansia, que era un hito para ese tiempo.

"Sigo escribiendo y de vez en cuando tarareo algún cante. Esto es una osadía por mi parte"

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Acaba de estar en el Festival de Cante Grande de Puente Genil que lleva su nombre. ¿Tiene todavía energía para aguantar esas sesiones hasta la madrugada?

Sí, el 14 de agosto de cada año se celebra el Festival de Cante Grande de Puente Genil, que empezó en la década de los años sesenta. Yo he estado en todos. Aguanto el tirón y soy el último de todo el público en levantarme de la silla. Lo que pasa es que me da vergüenza levantarme de la silla y estoy agotado cuando dan las cuatro de la mañana y no aguanto más, pero yo soy de esa condición y me tengo que levantar el último de la silla. Ha sido especial esta edición, porque cumplir 90 años no se cumplen todos los días. Es una edad, que no está uno para cantar, ni para estar hasta las tantas de la madrugá, pero bueno, ahí estaba el tío…

Cantar no sé si cantará, pero sí sigue tarareando…

Bueno, sigo escribiendo, dando charlas, y de vez en cuando tarareo algún cante. Esto último es una osadía por mi parte.

Su hijo, Alejandro Fernández Barrientos, ha realizado un documental sobre su vida, ‘Fosforito, una historia de flamenco’.

Sí, es un documental de tres horas y pico. Él lo presentó en el Festival de Cine de Málaga con una duración de más de 70 minutos, pero él tiene más de cien minutos. En total son más de tres horas y media. El documental lo ha patrocinado Canal Sur y lo pondrá cuando quiera. Lo ha hecho cuando yo ya tenía 86 u 87 años y se han podido recopilar documentos antiguos que estaban en las hemerotecas, aunque no ha podido echar mano de las grabaciones maravillosas que tiene la televisión, porque el precio era prohibitivo, querían cobrar tres mil euros por cada minuto. Y no se ha podido hacer uso de ellas. Algo, pero muy poco, porque a ese precio era imposible.

¿Le gusta el documental, le ha emocionado?

Me ha encantado, porque es un documento que ha quedado. Todo es mejorable, pero está muy bien hecho. Hay momentos importantes como el que compartimos con el excelentísimo señor don Pablo García Baena en la Posada del Potro, el poeta maravilloso. También grabamos con artistas. Es un documental biográfico y hemos echado mano de mi pueblo, de mi familia, de mis amigos, de mi gente y de muchos artistas. Yo creo que refleja en parte mi vida, a grandes rasgos, y que se ha hecho con mucha dignidad.

El principio de todo fue cantar a los ocho años en las tabernas por unas cuantas pesetillas.

Era un tiempo infame e imposible. En aquel entonces todos nos moríamos de hambre y yo también. Era 1940, yo tenía ocho años, cuando todavía sonaba la guerra, hacía unos pocos meses que había terminado. Yo empecé por las tabernas de mi pueblo y no era yo solo, que había muchos otros chiquillos como yo. Y ahora mismo…

¿Ahora hay también chiquillos que cantan muy bien?

Sí, ahora también los hay con ocho y con nueve años, que cantan estupendamente.

Pero ha cambiado la realidad. Ahora ya no cantarán en las tabernas por unos eurillos.

No. Han cambiado mucho las cosas, ya no hay las penurias que había. Ahora los cantaores se desplazan con unos vehículos estupendos, propios, con cochazos. Es otra cosa, es otro mundo. Naturalmente, la vida ha mejorado para bien y vamos a olvidarnos de aquellos tiempos tan infames.

Su familia es una familia de artistas. Su padre también se llamaba Fosforito.

Mis padres eran cantaores, mis primos guitarristas y mis primas bailaoras. Mi abuelo era Juan El Cantaor, que tenía mucha calidad, aunque nunca fue profesional. Mi padre sí lo fue durante los años 20. Sí, en mi familia hay genes de artista, aparte de que uno sale con la condición. Además, con el tiempo vas aprendiendo de todo el mundo.

"He procurado, gracias a Dios, que mis hijos no se dediquen al flamenco"

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¿Cree que sus hijos o sus nietos han heredado ese don para el flamenco?

No. Yo he procurado, gracias a Dios, que no se dedicaran al flamenco. He podido darles estudios universitarios a cada uno de ellos y cada uno se defiende en su terreno profesional. Uno es economista, otro hizo Empresariales, la otra Filología Inglesa. Cada uno ha hecho lo que ha querido y dentro de lo que se ha podido darle. Uno toca la guitarra y otro canta un poquito, pero no tienen por qué cantar flamenco. Mi hijo Alejandro toca la guitarra y compone. Tenía un grupo de rock, es rockero.

Entonces, sí que han heredado los genes de artista.

Sí, tienen una sensibilidad para el arte. Lo de la herencia es algo muy complicado. Decía Manolo Caracol, cuando le preguntó un periodista si vislumbraba algún heredero: el cante es de cada uno, el alma es de cada artista. Es intransferible, es muy difícil.

Usted ha cantado todos los palos del flamenco, ¿tiene alguno preferido?

Si uno está bien, puede cantar cualquier cante. Hay momentos maravillosos que tú estás bien físicamente y te acompaña el duende o la sensibilidad, como quieras llamarlo, y te suena todo bien; mientras que hay otros en los que no te suena nada bien. Hay cantes que son mejores en el papel, pero sobre el papel, si no se cantan bien no lo son. Tal vez, alguna seguiriya o un fandango... Si se ha cantado bien.

¿Es de la teoría de que se precisa del duende para cantar bien flamenco?

Yo no soy psicólogo, no soy psiquiatra, no sé meterme en el alma de la gente. Yo creo que hay gente que tiene la condición, la predisposición, hay quien lo ve fácil desde el principio y gente que no va a aprender nunca en toda su vida. Eso son cuestiones en las que yo no me meto. Hay cantaores maravillosos y otros que lo intentarán toda la vida y no lo van a conseguir.

Cantaores maravillosos como… ¿A quién destacaría?

Pastora, El Chocolate, El Lebrijano, Pavón… etcétera, etcétera. O El Pele mismo. Yo no puedo tener en la memoria una lista de más de doscientos cantaores… También, Camarón. Él sabía llegar al corazón de la gente, porque era muy sensible, como persona y como cantaor era extraordinario.

Una faceta menos conocida de usted es que es letrista y ha escrito canciones para Camarón, Juan Valderrama, Carmen Linares, Pepe Pinto, Chiquetete…

Sigo escribiendo y he escrito miles de letras flamencas para tanta gente que ahora mismo no me acuerdo. Las letras flamencas abarcan todos los temas, menos política, todos. La política no me interesa, la política para los políticos.

"Córdoba hace una labor encomiable por el flamenco"

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¿El flamenco tiene que ser dolor, tiene que ser ‘quejío’ obligatoriamente?

Hay de todo. Hay cantes que requieren ese quejío, en los que el grito está justificado. Hay otros más intrascendentes, hay otros de alegría como la bulería y el tango. No todo es tragedia en el cante. El cante refleja la vida. El cante supera al genio de las personas. El cante supera a las personas, los cantaores somos personas y nos morimos y el cante sigue a través de los siglos. El cante supera a cualquier genio.

¿Cree que hay ahora más afición al flamenco en Córdoba? ¿Qué piensa de la Noche Blanca del Flamenco, que reúne a multitudes?

Córdoba trata al flamenco con mucha dignidad. Córdoba abre las puertas al concurso de cante y la calidad depende de la gente que acude a él. Cuando no hay más de lo que hay, si no hay más leña que la que arde... Ahí va gente importante, de ese concurso han salido casi todos los grandes artistas. Córdoba hace una labor encomiable por el flamenco con el Festival de la Guitarra y la Noche Blanca.

Usted siempre ha cantado flamenco desde el purismo. ¿Qué opinión tiene de fusionarlo con otros ritmos como ocurre en la Noche Blanca?

El flamenco siempre ha tenido en Córdoba un marchamo de calidad y combinarlo con otras músicas puede que resulte. A mí me gustan también otras músicas. El flamenco es una música que nos pellizca el alma, que nos emociona y gusta más a unos que a otros. Y no tienen por qué entender, los flamencos no exigimos que la gente sepa de flamenco, lo que queremos es que les guste. Si encima sabe, pues mucho mejor.

Usted que sabe casi todo lo que hay que saber de flamenco, ¿le emocionan o respeta esas fusiones?

Yo creo que sí, pero no es comparable. Hay otros que amplían las músicas, que les gusta el flamenco con otras fusiones. Hay que respetarlo. Yo lo respeto y sé distinguir la paja del trigo. Yo me quedo con el flamenco que me gusta, pero no me molesta, porque nadie es quién para poner puertas a la creación. Qué hagan lo que quieran. Siempre que respeten y sepan poner nombre a cada cosa. No pueden llamar flamenco a la tontería. Pero si está bonito, todo mi respeto.

Yo prefiero el flamenco, pero también me gusta el aria de 'Tosca' o el rock"

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¿Animaría al público a escuchar esas fusiones para acercarse al flamenco?

Sí, tienen que acercarse al flamenco y a partir de ahí que hagan lo que quieran, siempre con respeto a la música. Todas las músicas son respetables. Yo prefiero el flamenco, pero también me gusta el aria de Tosca y el rock. Pero yo tengo mi capacidad y mi alma puestas en el flamenco desde que nací.

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