Diario Córdoba

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CLAVES PARA UN NUEVO MODELO URBANÍSTICO

Cambio climático y urbanismo: Córdoba, una ciudad con tareas pendientes

El 60% de las viviendas no están preparadas para afrontar las consecuencias medioambientales | Expertos señalan que calles y plazas no son el lugar esperado de un territorio con un calor excesivo

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El parque de la Asomadilla, pulmón verde de Córdoba A.J.González

Córdoba no está adaptada al cambio climático. Sus casas no lo están, sus calles no lo están, incluso sus habitantes no lo están. El 60% de las viviendas que hay construidas en la ciudad no están preparadas para una realidad que se lleva sufriendo años y que en este verano del 2022 ha tenido un máximo exponente con récord de días por encima de los 40 grados. ¿Cómo se cambia esto? Con conciencia y creyéndose lo que se está haciendo. Hace unos días, el alcalde, José María Bellido, hablaba del concepto urbanismo verde. No se trata de plantar más árboles, sino de crear un modelo de ciudad amable donde, en pocas palabras, vivir no sea un suplicio.

Varios expertos analizan para CÓRDOBA las claves de lo que hace falta para aplicar, de verdad, un urbanismo verde y también relatan todo lo que se ha hecho mal durante estos años, que no ha sido poco. Coinciden, eso sí, en que quizá las malas prácticas no hayan tenido un componente de conciencia clara, sino más bien de desconocimiento. A eso se le aplica una clave importantísima: primar la economía por encima del medioambiente.

El arquitecto Curro Crespo, integrante de Amasce (cooperativa de creación de espacios que tiene a las personas en el centro), señala que, «bajo mi punto de vista, Córdoba no está preparada ni lleva tiempo preparándose para el cambio climático». Le sorprende, reconoce, «la poca articulación que tiene el conocimiento generado en Córdoba en la política urbanística», refiriéndose a referentes tan destacados como la Escuela de Agrónomos, que podría jugar un papel importantísimo en este asunto.

Materiales y diseño en las nuevas construcciones, claves para lograr un ahorro energético.

Crespo apunta que se han hecho cosas mal y se siguen cometiendo errores. Da ejemplos muy claros, como el hecho de que no se tenga en cuenta la orientación del sol a la hora de construir un edificio. «Se siguen haciendo bloques orientados a poniente, cuando esa orientación está más sometida al estrés térmico que el resto», explica. Esto hace pensar al arquitecto que la clave radica en que falta «cultura bioclimática» y en que todo se reduce «a tener aire acondicionado».

Desde el punto de vista puramente urbanístico, Crespo hace referencia a esa prevalencia de lo económico por encima de lo sostenible. Por ejemplo, cuando se asfalta una calle se procura sellarla del todo para que el agua pueda circular hacia el alcantarillado. Sin embargo, ese sellado provoca una fuerte absorción térmica y una nula capacidad de emitir humedad. «El suelo natural tiene capacidad de intercambiar humedad», detalla, pero lo que se hace en las calles de Córdoba, no. El granito, material con el que suelen ejecutarse estos trabajos, brilla por su durabilidad, aquí es donde se percibe ese factor económico sobresaliente por encima de cualquier otro, además del mantenimiento, mucho más fácil con estos materiales.

La culpa, eso sí, no radica solo en la Administración. Crespo recuerda unas palabras pronunciadas en un congreso de parques y jardines en las que se afirmó que desde las administraciones «se gestiona, pero no se transforma». Es decir, detalla, «es inaceptable para un ciudadano tener una pradera de césped seco cuando eso es lo natural», de ahí que también haga falta una fuerte transformación cultural de la ciudadanía en este sentido.

No es igual para todos

Como ocurre en todos los ámbitos, el cambio climático no afecta a todo el mundo por igual y quienes menos tienen siempre salen perdiendo. En este punto coinciden la mayoría de personas que participan en esta información. Es Crespo quien da el dato de que el 60% de la vivienda de Córdoba no está adaptada el cambio climático, es esa bolsa de vivienda social que se construyó durante los años 60-70 del siglo pasado y que se localiza en casi toda la ciudad.

La vivienda social de los años 70 no está aislada ni preparada para los envites del cambio climático.

En este punto, Juan Escribano, de Ecologistas en Acción, apunta que quien diseña las políticas urbanísticas «no sufre el urbanismo de esta ciudad». «Invito al alcalde a que se pasee por la parte reformada del Marrubial un día de verano a las cuatro de la tarde», reflexiona Escribano, y también le pide que lo haga por la zona del Realejo. Esto también evidencia, para Ecologistas, que «no todo el mundo sufre por igual el cambio climático» y pone otro ejemplo, el de las paradas de autobús. «Son cristaleras», recuerda, algo que carece de sentido si uno se para a pensarlo por la cantidad de luz y calor que entra por ahí.

Escribano aporta también lo que ve como clave para poder caminar de verdad hacia ese urbanismo sostenible, «volver a lo tradicional». «En su momento pasamos de un pavimento mixto de granito y tierra con mucha capacidad de absorción a materiales muy duros», apunta el integrante de Ecologistas en Acción, que cree que habría que recuperar lo primero.

Una ciudad para la gente

María del Mar Delgado es investigadora de la Universidad de Córdoba (UCO) y dirige varios proyectos como H2020, Desira, IN-Habit y Moving, centrados en cómo incrementar la sostenibilidad y la resiliencia tanto de las zonas urbanas como de las zonas rurales europeas. Delgado entiende que todo tiene que partir de una «concepción global» que no se base «en plantar 50, 500 o 5.000 árboles», sino en ir mas allá.

La investigadora de la UCO cree que hay que cambiar el concepto y trabajar por una ciudad «para la gente», no «para el turista, para el restaurante, para los negocios...». Todo esto partiría de una pregunta: «¿Cómo hacemos la ciudad más humana?». Un ejemplo sería crear espacios verdes y de socialización en toda la ciudad, especialmente en aquellas zonas donde encontrar un árbol que dé sombra es complicado, como el casco histórico. Delgado también apunta hacia ese concepto económico que quizá ha primado siempre por encima de cualquier otro y pone otro ejemplo más, el de los bancos de la ciudad, que son de hierro. El concepto amable, incide, también se puede aplicar a un banco. «Hay que poner bancos de madera, y si se estropean más rápido habrá que cambiarlos. Y, además, hay que ponerlos debajo de un árbol, y que ese árbol sea de hoja caduca», ejemplifica.

«No sé si se trata de una concepción económica premeditada o de que no nos hemos parado a preguntar a ver qué quiere la gente», reconoce Delgado, que recuerda que al urbanismo hay que añadirle muchas más patas, como la movilidad sostenible o el de las energías renovables. «Se necesita una cosa importante y es que hace falta creérselo», manifiesta la investigadora, que reconoce que entran en juego muchas variables que abordar.

Muchos expertos critican el material que se emplea para asfaltar las calles, prácticamente impermeable.

De la calle, a la casa

Cuando se vive en Córdoba se sabe que la calle no hay que pisarla entre las 13.00 y las 21.00 en un mes de agosto con aviso naranja de la Aemet. Sin embargo, quedarse en casa a veces también puede ser complicado y ahí también entra en juego el urbanismo y, especialmente, las ayudas que desde la administración puedan llegar para adaptar las viviendas a unas temperaturas extremas. El decano del Colegio de Arquitectos de Córdoba, Juan Eusebio Benito, explica las claves para las nuevas construcciones, «diseñar las envolventes (suelos, cubiertas y fachadas) con un nivel de aislamiento que permita evitar al máximo el consumo de energía».

Pero también hay que hacer algo con esas viviendas que tienen más de 30-50 años y que no seguían parámetros de este tipo a la hora de ser levantadas. La administración tiene en marcha una serie de ayudas que, en ocasiones, no llegan por no ser informadas debidamente. En este punto, Benito comenta, además, los colegios de Arquitectos, Arquitectos Técnicos y Corredores de Fincas tienen abierta una oficina en la sede del Colegio Arquitectos de Gran Capitán donde se está informando y resolviendo las demandas de las comunidades y propietarios aislados con edificaciones de antigüedad superior a 30 años.

Las claves

Caminar hacia el urbanismo verde que el alcalde afirma buscar es cuestión, por lo tanto, de creérselo y de que casi todas las medidas que se lleven a cabo lleven ese componente de sostenibilidad. Como resumen, una ciudad como Córdoba necesita varias cosas si de verdad quiere empezar a presumir de urbanismo amable. Precisa de sombras, ya sean generadas con arbolado o con elementos textiles (como los toldos que se colocan en verano en el centro). Necesita más zonas verdes, no solo en la periferia (como el anillo verde que se ejecuta ahora y que es uno de los grandes retos del actual mandato). También es preciso un suelo permeable capaz de generar humedad y que no sirva únicamente para coger y coger calor durante el día.

Todavía sin plan municipal de adaptación

El presidente del Consejo del Movimiento Ciudadano (CMC), Juan Andrés de Gracia, recuerda que el Pleno declaró en el 2019 la situación de emergencia climática y que, además, todavía está pendiente la elaboración y ejecución del plan municipal de adaptación al cambio climático. Del proyecto, lamenta De Gracia, «no se ha hecho nada», y sería una herramienta clave a la hora de aplicar políticas medioambientales, como, por ejemplo, las relacionadas con el urbanismo verde. Aun así, De Gracia entiende que las cosas no se han hecho mal «a conciencia», sino que «falta sensibilidad». Sobre las necesidades que tiene Córdoba en este aspecto, el presidente del CMC cree que la clave está en que el medioambiente sea el eje sobre el que piloten el resto de políticas. Eso sí, también entiende que es complicado aplicar ciertas medidas teniendo en cuenta otras normativas, como puede ser el propio PGOU o incluso parámetros de movilidad. Este punto lo ejemplifica con la plantación de más arbolado. Plantar árboles de gran porte es complicado en zonas como el casco. Además, añade, este tipo de especies suele conllevar que el acerado se levante. Esta podría ser una explicación, por ejemplo, a la cantidad de naranjos que hay repartidos por la ciudad y que son árboles casi netamente ornamentales que apenas dan sombra. Si hubiera que hacer un cronograma de actuaciones urgentes y fácilmente ejecutables, De Gracia empezaría por rellenar todos los alcorques vacíos y retirar los tocones. También aboga por definir más espacios verdes y frescos al aire libre, con láminas de agua que aporten humedad. Y, por último, pide ejecutar todas las actuaciones verdes pendientes, como las que se están haciendo ahora para cerrar el anillo verde de la ciudad. Esto, apunta el presidente del Movimiento Ciudadano, debería venir acompañado por esa parte social que adapte las viviendas que no están preparadas para el cambio climático. Entiende que aquí jugarían un papel muy importante los fondos Next Generation, que el Ayuntamiento puede usar para tal fin, y destaca también la buena noticia de que la empresa municipal de vivienda de Córdoba Vimcorsa haya reactivado las ayudas a la rehabilitación de viviendas.

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