La ola de calor más larga de un mes de junio en Córdoba ha aumentado el estrés de la vegetación y se ha sumado a las condiciones ya existentes en la sierra cordobesa de cara a un recién comenzado verano marcado, de por sí, por una tendencia generalizada hacia incendios forestales cada vez más «explosivos» y de mayor magnitud. Y, por ende, más difíciles de controlar. El 17 de junio, la provincia cumplió siete días consecutivos en aviso naranja de la Agencia Estatal de Meteorología por las altas temperaturas. Estas circunstancias no han hecho, como explica Eduardo Nicolás, director del Centro Operativo Provincial del Infoca, más que tensar la cuerda en un entorno como la sierra, cuya vegetación se ha secado precipitadamente este año. Esa tensión es provocada, según el experto, por una inercia hacia siniestros cada vez más graves, en terrenos forestales con un «aumento exponencial» de superficie y combustible. Así, se convierten irremediablemente en generadores de energía para las llamas. 

En otro orden de cosas, solo hay 763,8 hectómetros cúbicos de agua en los embalses de Córdoba. Esos son los recursos hídricos que almacenan los embalses cordobeses en el comienzo del verano, un nivel tan bajo que solo sería comparable a la sequía que afectó a la cuenca del Guadalquivir entre 1992 y 1995. Los pantanos están al 22,39%, lejos del 30,2% de junio del 2021 después de que se haya registrado un episodio de bajas precipitaciones que comenzó en 2015 y que solo se vio suspendido en 2018. Eso sí, los embalses cordobeses acumulan una reducción constante de sus niveles desde el año 2013, cuando tenían en el comienzo del verano de ese año 3.284,9 hectómetros cúbicos (96,28%). En la actualidad, los embalses con mayor capacidad de la provincia, que también destacan entre los que contienen mayor volumen de agua de la cuenca, presentan una situación preocupante. 

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