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'Los Desayunos de Diario CÓRDOBA'

Pérez Alcalá: «En determinadas capas la pobreza y la marginación tienen nombre de mujer»

El rector de la Universidad Loyola Andalucía remarca las dificultades de los ayuntamientos para resolver los problemas por falta de recursos o competencias

Gabriel Pérez Alcalá y Rafael Aranda, durante un momento del turno de preguntas de 'Los Desayunos'. A.J. GONZÁLEZ

Los problemas de la marginación y las dificultades para acceder al mercado de trabajo, la aportación de subsidios a las personas que no tienen empleo, la asignación de apoyo a la mujer para romper con la brecha laboral o las complicaciones de algunas actividades, como la hostelería, para tener trabajadores fueron algunas de las cuestiones que se le plantearon ayer al rector de la Universidad Loyola Andalucía, Gabriel Pérez Alcalá, durante Los Desayunos de Diario CÓRDOBA, que fueron presentados por el redactor jefe del periódico, Rafael Aranda.

¿No cree que no interesa que el pueblo nos enteremos de lo que está ocurriendo con nuestra economía?

Claro. Los economistas vivimos de contar con formulas matemáticas algo que todo el mundo sabe, que es sentido común. Ahora mismo estoy desvelando una realidad. La crisis económica de 2008 se cargó los libros de macroeconomía tradicionales porque nadie podía explicar tipos de interés negativos, por ejemplo, que es algo contrario a la lógica económica y lo estamos teniendo desde 2009 en Estados Unidos y desde 2012 en Europa. La economía se ha puesto en cuestión completamente. Ahora la estamos redescubriendo porque la mayoría pensó que la economía era un conjunto de recetas dogmáticas que se aplicaban y se oscurecían para que el pueblo no se enterase. La economía, en realidad, no deja de ser un conjunto de herramientas para resolver problemas. Cuénteme usted el problema y a partir los enfocamos. No se puede hablar de la economía, sino de la economía como una caja de herramientas que va aplicándose en determinadas circunstancias. Por ejemplo, en Guatemala hace falta expandir el gasto público, porque tiene un problema muy grave de crecimiento. Hice una sugerencia de expansión fiscal y me dijeron que la izquierda europea venía a Guatemala. En España hemos llegado al tope de gasto, seguir subiendo el gasto del PIB anquilosará nuestro desarrollo económico y aquí pasaría por un ultraliberal. En cada país hay que aplicar unas medidas distintas. Vemos la economía como una caja de herramientas y a los economistas como artesanos.

La siguiente pregunta recoge las dudas de una persona que ha tenido experiencia en Cáritas y que considera que el círculo de la marginalidad es el de una familia desestructurada, con abandono escolar, precocidad y promiscuidad sexual, drogadicción y cárcel. Al final se aferra solo a la subsidiación. ¿Qué opina?

Una de cada tres familias tiene ese problema. Con variaciones hacia arriba o hacia abajo es una realidad, pero no todas las familias. No se dan las mismas circunstancias. Familias desestructuradas se dan en determinados colectivos, pues en los gitanos no sucede, es muy baja y su círculo de pobreza viene determinado por otras razones. Hay que enfocar los temas. Es un círculo de pobreza típico en payos, en inmigrantes latinoamericanos, pero no en inmigrantes del este o en personas de etnia gitana. Cada uno tiene un círculo diferente.

Recientemente un economista decía, respecto al desempleo, que al final la diferencia entre trabajar y no trabajar era muy pequeña.

En parte, sí. Me acuerdo de una reunión que tuvimos en 2006 o 2007 en Moreras y estábamos hablando del tema del paro y de ayudas de la Junta de Andalucía sobre unos fondos sociales de la Unión Europea muy importantes. Recuerdo que una persona de unos 40 años se levantó de la mesa, pegó un golpe en la mesa y gritó que él no quería caridad, sino trabajar. Ese hombre estaba reivindicando la dignidad del trabajo. Se trata de dar una imagen a mis hijos de responsabilidad, no de estar tirado en un portal viendo la televisión, salir a las doce, bajar a un bar, beberme cinco o seis cervezas y volver a su casa. Eso es lo que ese hombre no quería. Los subsidios hay que darlos y hay que tenerlos porque hay situaciones en los que hay que ayudar. A una persona con 20 años, con tres hijos, hay que darle una ayuda durante mucho tiempo. A una señora de 70 años que ya no puede trabajar, hay que apoyarla con una pensión digna. Eso es lo que se necesita. Esos mecanismos de subsidiación en determinadas circunstancias, en determinados momentos, ya sean temporales o indefinidos, tienen que darse y es bueno que se den. La clave está en incidir en que esa población tenga su trabajo, aumentar su capital humano, mayor formación para entrar en el mercado de trabajo y ser útiles, porque cuando alguien está subsidiado está marginado porque no participa en la vida social. Todos hemos buscado un trabajo para independizarnos y liberarnos de la familia, ser autónomos y participar en la vida social. No es solo ganar dinero, es tener participación en la vida social, opinar, tener derechos.

¿En que porcentaje son causa de la pobreza las políticas sociales? ¿Serían medidas efectivas aumentar o hacer real las medidas sociales?

El porcentaje no lo sé. Sería una estupidez considerar que las políticas sociales son la causa de la pobreza. Eso se ha metido en el imaginario de algún colectivo ideológico y eso es falso, es un error gravísimo y se está viendo en algunos países. En algunos experimentos se ha visto el error, como ha sucedido con Bolsonaro en Brasil, que eliminó las políticas sociales y se disparó la pobreza y aumentó la delincuencia. La delincuencia es muchas veces un indicador muy bueno de determinados problemas sociales. Los norteamericanos llegaron a tener un fantástico Estado de bienestar con Johnson, en 1964, por influjo de los suecos, hicieron un Estado de bienestar que les fue muy bien y estaban en plena crisis del petróleo. Lo que pasa es que llegó Reagan y bajó la impuestos, Bush padre hizo el primer recorte de gastos, Clinton no lo paró y después con Bush hijo, imagínense lo que pasó. Obama no fue capaz de recuperar parte del Estado de bienestar. La incidencia de pobreza absoluta en los EEUU está en torno al 5%. Uno de cada 20 norteamericanos vive en pobreza, como sucede en barrios de Nueva York, Chicago o Nueva Orleans, pobreza como la de Ghana. Eso no lo tuvieron en los sesenta y en los setenta en EEUU. 

¿No cree que en los presupuestos generales del Estado, de la Junta y de los ayuntamientos debería haber un capítulo especial de inversiones bajo el epígrafe de marginación?

No. Debe existir en el presupuesto el apoyo, pero no los estigmaticemos cuando le damos la ayuda. Vamos a hacerlo de una forma normal y natural para resolver problemas en los que se encuentre la persona, viva en la barriada que viva. Yo no lo veo como una ayuda que hay que darle, sino como un derecho que no están ejerciendo. Ellos tienen derecho a la sanidad exactamente igual que la tenemos nosotros; ellos tienen derecho a una buena educación igual que nosotros; démosles la oportunidad de tener ese derecho. No lo hagamos porque «ustedes son especiales». No hagamos eso con los capítulos del presupuesto. Hay que invertir en esto y sí hay que tener planes que estén coordinados entre las distintas administraciones para que esto pueda funcionar, hay que integrarlos, porque hay veces que se duplican. A los ayuntamientos les llegan todas las quejas de los ciudadanos porque es la administración más cercana, nadie va a llamar a La Moncloa. El problema es que los ayuntamientos tienen muy pocos instrumentos en cuanto a sus competencias y dotación de recursos para resolver determinadas dificultades, que en teoría está resolviendo la Junta de Andalucía. Invertir sí, ordenadamente y coordinadamente, pero no hay que poner etiquetas.

Un empresario de la hostelería se pregunta qué están haciendo mal «si tenemos a dos kilómetros tanta pobreza y paro y a los empresarios de hostelería nos faltan 5.000 camareros en España».

Pues no lo sé, no soy empresario de la hostelería, pero probablemente hay que revisar horarios, condiciones laborales, tipo de formación que se le da, pero me temo que estoy hablando muy superficialmente. Pero cuando falta decalaje entre puestos de trabajo vacíos y paro no existe un emparejamiento. Primero porque hay un porcentaje de desparejamiento que no se puede resolver, por ejemplo con motivos formativos al tener que diseñar. Sucede con planes de estudios que se diseñan con siete años de antelación y hasta que te sale el primer graduado tarda mucho tiempo. En mercados tan abiertos como el digital no puedes formar a los chicos, sino darle una formación genérica y luego profundizar en una formación más específica en un máster. Luego hay tendencias en el mercado. En España no tenemos vocación con las escuelas tecnológicas y se ha desperdiciado mucho talento; además, queda la obsolescencia. Todo esto se produce. En determinados sectores, las condiciones laborales, de vacaciones, salarios adecuados a formación y la carrera no se dan, ¿o uno entra para ser camarero toda su vida?  

Según los datos en la brecha de género, si el hombre es víctima de la marginación, la mujer tiene un 30% más de posibilidades de no salir de esas circunstancias. ¿Hay que hacer políticas específicas para romper ese techo?

En parte, sí. Yo no soy especialmente partidario de políticas de discriminación positiva, pero en algunos casos de los que nos estamos encontrando hay que hacerlas. La marginalidad y la falta de oportunidades en determinadas edades se produce. Por ejemplo, un embarazo no deseado con 17 años. No le opera lo mismo a un chico que a una muchacha. Somos diferentes. Con 17 años y una vida por delante tiene que cargar con una responsabilidad muchas veces sin ayuda y, en algunos casos, hasta el padre se marcha. Esto no es ideología de género, sino sentido común de abordar problemas reales que se están planteando. En determinadas capas la pobreza y la marginación tiene nombre y cara de mujer y eso hay que abordarlo con claridad.

Dos años de pandemia, un volcán, una guerra en el continente. ¿Cuál es el manual del buen economista para escapar de esto?

Poner un poco de sentido de común a las cosas, bajar las cosas a la tierra, sin ideologías, ni dogmática… Ser lo suficientemente humildes para reconocer lo que estamos haciendo mal y mirar con esperanza al futuro. Aquí hay muy buen talento para resolver los problemas. Por eso, sentido común, no dogmatismos y fe, esperanza y caridad.

¿Qué opina de la jornada laboral de cuatro días a la semana?

¿Cuántas horas, porque hay gente que da 60 horas en 4 días? Pensamos en el trabajo como si se tratase del siglo XIX, en términos del taylorismo de la fábrica. Veo muchas caras de gente que trabaja 60 horas. Déjeme que trabaje. Entiendo que algunas empresas como la universidad sea una universidad presencial y es bueno que vengan a la universidad porque en esas edades se forman los jóvenes. Vamos a una economía flexible y si hay que cuidar a mayores o a pequeños, hay que facilitarlo, conciliando vida familiar y laboral. Todo esto es sentido común.

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