Diario Córdoba

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REPORTAJE

La opción de la segunda mano para lucir mejor por dentro y por fuera

Las tiendas ‘vintage’ ganan terreno a las grandes superficies 1Es un sector en auge por motivos de ética, estética y sostenibilidad

Francisco Toledo en California Vintage: by Hippie House. ÓSCAR BARRIONUEVO

La industria textil es una de las más poderosas del planeta y su modelo de consumo predominante, el de la compra compulsiva a precios muy económicos, provoca un gran impacto medioambiental. El empleo masivo de los tintes y los productos de acabado es responsable del 20 por ciento de la contaminación mundial de agua potable. Además, provoca altas emisiones de carbono a la atmósfera, llegando a superar incluso a los vuelos internacionales y al transporte marítimo. Son datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente, que impulsó al Parlamento Europeo en el 2021 a establecer medidas para favorecer la economía circular antes del 2050.

Con el debate de la sostenibilidad abierto y la conciencia ecológica despierta, las tiendas de segunda mano ganan cada vez mayor presencia en los núcleos comerciales. Lo antiguo está de moda y no únicamente por una cuestión de ética, sino también de estética. Aunque la tendencia fraguó antes en las grandes capitales, Córdoba cuenta con algunas opciones en varias de sus calles principales.

Rastro Remar es el resultado de una obra social. ÓSCAR BARRIONUEVO

En Claudio Marcelo 13 se encuentra California Vintage: by Hippie House, la tienda de Francisco Toledo. Esta iniciativa surge de una tienda en Ciudad Jardín que no prosperó debido a la crisis económica del 2008 y llevó a este amante de lo retro a buscar alternativas. «Siempre me habían gustado mucho estas tiendas y las frecuentaba cuando iba a Madrid y Barcelona, así que decidí introducirme en el mercado y lo cierto es que no me va nada mal», comenta Francisco. Envueltas en un aire nostálgico, por el local se extienden prendas adquiridas de proveedores de Estados Unidos, Alemania e Italia. Zapatillas Converse, vaqueros Levi’s, polos de Tommy Hilfiger o Ralph Lauren que, por ser de segunda mano, tienen un precio mucho más bajo de lo que costarían en una tienda oficial de grandes almacenes.

«Para mí es imprescindible que las prendas estén en muy buen estado y lo exijo mucho a mis distribuidores porque así aseguro que el cliente vaya a darles una vida incluso más larga», explica Francisco, quien asegura contar con clientes de todo tipo y de edades muy variadas. Aunque todos ellos comparten una exigencia común, la exclusividad. «Creo que es una forma de huir de las modas típicas porque puedes encontrar prendas muy especiales, con historia», asegura, rodeado de camisas hawaianas. «Si recibo 200 camisas, ninguna de ellas es igual a las anteriores», incide.

Juanita Calamidad, regentada por Míriam Toril. ÓSCAR BARRIONUEVO

Otro aspecto a tener en cuenta para los clientes de estos establecimientos es la cercanía, el calor humano. Estar tras el mostrador de una tienda vintage supone desarrollar unas habilidades comunicativas reseñables, o así lo entiende Francisco. «Esto no es el Zara, que llegas y tienes que comprar todo rapidísimo. Yo hablo por los codos y me encanta conocer a los clientes habituales. De hecho, ya conozco a gente que viene todas las semanas», cuenta.

Son frecuentes las tiendas que venden artículos donados y destinan el beneficio a obras sociales

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No muy lejos de Claudio Marcelo, en la calle Rodríguez Marín se encuentra Juanita Calamidad, que ya es toda una referencia en Córdoba para los amantes de las prendas de otra época. Su dueña, Míriam Toril, se aventuró a ocupar este local de los años 40 cuando se quedó sin trabajo. Se dedicó a recorrer Madrid, Barcelona, Londres y otras ciudades europeas en busca de inspiración y mercancías para su nueva tienda. «Esta moda lleva instaurada en Europa desde hace mucho, solo que a España llegó algo más tarde», explica. Míriam no solo asiste a diario a clientes en busca de una estética muy concreta, sino que es testigo del ambiente especial que atrae su negocio.

Escritores, artistas, estudiantes y turistas acostumbrados a esta forma de consumo pasan por allí a diario atraídos por la idea de encontrar un tesoro apilado en las altas estanterías o sumergido en el fondo de un perchero. No solo eso. El espacio es tan singular que suele llamar la atención de fotógrafos o estudiantes de bellas artes. Actualmente, es uno de los escenarios de un cortometraje en proceso de grabación. «Estoy barajando la idea de emplear la planta de abajo en la creación de un espacio enfocado a la creación o exposición artística. No sé qué haré, pero algo del estilo», comenta Míriam con entusiasmo.

Economía circular

Pasar tanto tiempo en el mostrador de Juanita Calamidad ha hecho de la cotidianidad de Miriam una forma de contribución a la economía circular. «En Inditex sacan una colección distinta cada semana y eso es insostenible. Estos espacios, por el contrario, renuevan prendas que triunfaron en los 70, 80 y 90, es como una manera de retroalimentar un círculo», reflexiona. Un chándal abultado y fluorescente, como los que Will Smith lucía en El Príncipe de Bel-Air, es la prenda más deseada por una generación nacida en los noventa y principios de los 2000.

Marta Alonso, estudiante de filología inglesa, es una asidua a Juanita Calamidad. «Cuando te gusta tanto la segunda mano, no solo te limitas a la ropa. La mayoría de muebles y objetos de mi casa son antigüedades», explica la joven, concienciada respecto al carácter sostenible de esta opción, pero que tampoco pasa por alto su amor por la moda. «Me encanta expresar mis emociones a través de la moda y no creo que pudiera hacerlo llevando lo mismo que compra todo el mundo en las tiendas de siempre, sino que necesito ese factor especial, esa sensación de adrenalina que te invade cuando rebuscas entre las prendas antiguas esperando encontrar ese tesoro con historia que te siente como un guante», declara Marta.

En ocasiones no se trata solo de ética sostenible, sino de conciencia social. Así sucede con Rastro Remar, el resultado de una obra social que dirige todos sus fondos a la rehabilitación de drogodependientes y a la ayuda de personas en riesgo de exclusión, como mujeres que buscan salir de la prostitución. Para este fin, Rastro Remar recibe donaciones de ropa, muebles, libros y todo tipo de objetos de particulares, que luego venden en tiendas como la de Antonio Maura 3.

«Tenemos desde clientes con menos recursos económicos que buscan muebles a buen precio para alquilar un inmueble, hasta otros adinerados que buscan una cierta estética o prendas de grandes firmas, que también las tenemos», asegura Bartolomé Mena, responsable de Remar en Córdoba. «Aceptamos cualquier artículo que te puedas imaginar y le damos otra vida, empleamos todo el dinero que ganamos a la ayuda de estas personas que lo necesitan, así que ¿qué puede haber más circular y sostenible que eso?», añade Bartolomé.

Su perspectiva, como las anteriores, sitúa a las prendas y los objetos como entes valiosos, funcionales y coge impulso en una época acostumbrada al usar y tirar.

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