Diario Córdoba

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Reportaje

Cordobeses solidarios: "Mi casa se ha llenado de risas"

Dos guardias civiles cordobeses viajan a Polonia con ayuda humanitaria y consiguen rescatar del horror de la guerra a cuatro personas. Ante algunos problemas, uno de los agentes acoge en su casa a dos de ellas

Los guardia civiles, con Mari Ángeles, que abraza a Anna y a Nastasya.

"Mi casa se ha llenado de risas». Es la voz de Mari Ángeles, la esposa de Rafael Muñoz, un guardia civil cordobés que, junto a su compañero Andrés Moreno, ha viajado recientemente como ciudadano particular y de manera altruista a Polonia con el objetivo de llevar ayuda humanitaria a la zona en conflicto y sacar del horror de la guerra a algunos refugiados ucranianos. Cuatro han sido las personas, una madre y su hijo y dos chicas jóvenes, las que estos guardias civiles han conseguido traer a España, los primeros con destino al pueblo jiennense de Torre del Campo, donde ya tenían adjudicada una casa de acogida, y las segundas, después de algunas vicisitudes, se han instalado finalmente en el hogar de Rafael a instancias de su esposa, que se siente «muy contenta» de poder ayudar ante tanto desastre humanitario. 

Pero hasta llegar a este final feliz, ambos cordobeses han vivido toda una aventura en la que la frustración también se apoderó de ellos en algún momento, ya que después de llegar a la ciudad polaca de Breslavia, la burocracia y los temores de los propios refugiados y las oenegés impedía el regreso con algunos de ellos en la furgoneta que habían alquilado para la ocasión y que llegó a Polonia cargada de medicinas y productos de higiene e infantiles, «que es lo más necesario actualmente», explica Muñoz.

Andrés Moreno y Rafael Muñoz rodean a los cuatro refugiados ucranianos que han conseguido sacar de la zona del conflicto. CÓRDOBA

Ayuda de voluntarios españoles

Todo empezó el 18 de marzo, cuando este guardia civil le propuso a Moreno realizar el viaje, lo que comunicaron a través de whatsapp a compañeros, familiares y amigos, que respondieron de inmediato ofreciendo ayuda por todas partes, incluso dinero a través de bizum.  Siete días después ambos emprendían el viaje, que no ha estado exento de problemas que, gracias a la ayuda de algunos voluntarios españoles que trabajan en la zona, se fueron solucionando. «Cuando empezamos a hacer gestiones para traer a España a refugiados nos dimos cuenta de que era imposible», señala Muñoz, que, afortunadamente, contactó con dos voluntarios españoles en la zona, el asturiano Manuel y la cordobesa Carmen, que decidieron ayudarles.

«Este viaje no tenía sentido si no conseguíamos sacar a alguien de allí», continúa el guardia civil, que relata que dos días después de llegar, y a punto de regresar de vacío, recibieron la noticia de que en Varsovia había una mujer y su hijo a los que podían traer a España. Durante el camino a la capital polaca les llegó el aviso de que había otras dos jóvenes, Anna y Nastasya, de 18 y 20 años, que también podían viajar con ellos y a las que debían llevar a un centro de acogida de Sevilla porque no había plazas en Córdoba. Finalmente, Muñoz, a instancias de su esposa, decidió acogerlas en su propia casa, primero por una noche y después definitivamente a través de la Asociación Católica Española de Inmigrantes (ACCEM).

Dos amigas y una huída

«Ellas, amigas de la infancia, consiguieron salir de Ucrania, pero han dejado allí a sus familias, que viven en poblaciones de donde no pueden salir ante la ausencia de corredores humanitarios», prosigue Muñoz, que ahora está arreglando su documentación para que ellas puedan acceder a algún tipo de trabajo o seguir estudiando, en el caso de Anna. «Se visten con la ropa de mi mujer porque tienen casi la misma talla y estamos intentando que se sientan como en casa», continúa este guardia civil, que tiene un hijo de 20 años que también las ha recibido con los brazos abiertos, ya que «son encantadoras, muy inocentes y agradecidas».  

«Aunque intentamos que no vean las noticias de la guerra en la televisión, sus amigos y familiares no paran de mandarles vídeos del desastre que vive Ucrania, lo que no permite que ellas olviden y avancen, pero supongo es algo normal», concluye Muñoz, que espera que hasta que puedan volver a su tierra con sus familias «sean felices aquí».

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