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REPORTAJE

Militares de El Salvador se adiestran en Cerro Muriano junto a la BRI X para su misión en el Líbano

Efectivos de la Fuerza Armada del país centroamericano preparan en la sierra de Córdoba, junto a la Brigada Guzmán el Bueno X, su despliegue

Adiestrados para el Líbano

Adiestrados para el Líbano

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Adiestrados para el Líbano Manuel Á. Larrea

Las reacciones son un mecanismo ya adquirido y, por eso, las tropas saltan de los carros cuando dos vehículos tácticos (LMV) se detienen ante un objeto extraño que se interpone en la ruta de la patrulla. En la retaguardia, uno de los carros gira sobre sí mismo y, en horizontal, bloquea el camino. El tiempo no corre. No debe correr. Meticulosamente, los militares salvadoreños avanzan para identificar el posible artefacto explosivo improvisado (IED). Formando en cuña, mantienen la seguridad perimetral para que los compañeros o la población civil permanezcan a salvo. ¿Qué forma y tamaño tiene? ¿Hay cables, algún teléfono? Una llamada al centro de operaciones: «Nos encontramos en las coordenadas... a 25 metros de un posible IED». Entonces, el turno de acción pasa a los especialistas en desactivación de explosivos (EOD), que preparan su despliegue sobre el terreno. «No puede quedarse ahí, supone un riesgo», sentencia el teniente coronel de la Fuerza Armada de El Salvador (FAES), José Brindissy Escalante.

El artefacto no explota. Ni es necesario desactivarlo. Las tropas suben a los vehículos y estos retroceden. Desde el punto de partida, inician una variante del ejercicio. En esta ocasión, las tropas de infantería avanzan junto a los LMV a través de un escenario semiurbanizado que bien podría ser el Líbano. Pero se trata de Cerro Muriano y de una simulación. En un mes, un contingente de 52 militares de la FAES volará a territorio libanés para unirse, dentro del Grupo Táctico Ligero Protegido (GTLP), a la Operación Libre Hidalgo, que se enmarca en la Misión Unifil de la Fuerza Provisional de Naciones Unidas para el Líbano. Mientras, se adaptan durante dos meses al trabajo del Ejército español con la Brigada Guzmán el Bueno X. «Para nosotros, la vasta experiencia que tiene el Ejército español nos permite acoplarnos rápido», explica el teniente coronel. 

Teniente coronel Escalante: «La experiencia con la brigada en Córdoba es excelente»

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Antes de llegar a Córdoba a principios de marzo, los militares salvadoreños fueron instruidos en el Centro de Operaciones de Paz de El Salvador. «Tenemos costumbres muy similares», cuenta el teniente. Por eso les «resulta sencillo» formar un mismo equipo con las tropas españolas. Esa hermandad, como explica Escalante, resulta un factor clave en operaciones de este calibre, donde hay que trabajar «codo con codo».

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En imágenes: Tropas salvadoreñas se adiestran con la Bri X para el Líbano Manuel Murillo

De esta forma, sargentos y fusileros realizan maniobras conjuntas durante estos días. Otro componente de médicos y personal de enfermería se integra al cuerpo sanitario. Los ingenieros o zapadores, encargados de limpiar rutas y verificar si hay explosivos, refuerzan unos puestos fundamentales para garantizar la seguridad. Por su parte, los oficiales de enlace colaboran en logística. En este caso, el comandante Germán García Gómez se encarga del área de transporte y el teniente coronel hace lo propio en el área de relaciones civiles y responsabilidad. 

El Líbano, un polvorín

Si bien actualmente la situación es tranquila, el Líbano no deja de ser un polvorín desde hace tiempo. Atrás quedó la guerra civil que tuvo lugar entre 1975 y 1990, pero la tensión política interna es permanente. Y, a eso, se han sumado en las últimas décadas conflictos en la frontera con Siria e Israel (como la guerra del 2006). En el primer caso, con Daesh revoloteando en las cercanías. La pandemia y la crisis de combustibles, además, han añadido un componente de inestabilidad que se ve agravado por la corrupción y la inflación en un país de recursos limitados. 

Militares salvadoreños regresan de dos vehículos tácticos (MLV) tras una simulación. MANUEL MURILLO

Por eso resulta tan importante la labor de los contingentes que se desplazan a Oriente. En el caso salvadoreño, como precisa el coronel Escalante, se trata de la 17ª rotación en 14 años. Más allá de Beirut, el país muestra una cara bastante diferentes. Un aspecto heterogéneo en el que factores como las oleadas de inmigrantes sirios a causa de la guerra en el país vecino han planteado nuevos retos. Y, aunque se mantengan ahora mismo en calma ciudades que históricamente han sido detonantes, las fuerzas de la ONU se han convertido en piezas claves de esa tranquilidad en el mapa geopolítico oriental. 

Dos ejércitos, un equipo

Los militares de la fuerza armada salvadoreña cruzaron hace menos de un mes el Atlántico para aterrizar en Sevilla. El 8 de marzo fueron recibidos en la base de Cerro Muriano por el general Edwin Ernesto Juárez Monterrosa, agregado de defensa de El Salvador en España, y por el jefe de la Brigada Guzmán el Bueno X, el general Ignacio Olazábal Elorz, quien comandará al contingente en la base Miguel de Cervantes en Líbano. Desde entonces, «la experiencia con la brigada en Córdoba es excelente», confiesa Escalante. En Córdoba se sienten «casi como en casa» gracias a la «calidez» y «los muchos factores que tienen «en común como militares» con los componentes de la BRI X. Así, con el hermanamiento por tradición, mantienen la rica colaboración entre cuerpos. 

El teniente coronel Escalante (2D) y el comandante García (izquierda), junto a dos miembros de la BRIX. MANUEL MURILLO

A eso, el teniente coronel de la FAES añade el factor ciudad. Sus hombres suelen visitar la capital. «Es una experiencia grandiosa, a la vez de trabajar, poder disfrutar. La experiencia personal es lo que uno se lleva», comenta. De que van a recordarla siempre no le cabe duda. Y, en esa muestra personal de emociones, expresa su asombro ante la importancia que ha ido forjando con el tiempo la brigada entre la población cordobesa. Tampoco oculta el orgullo de seguir «agrandando los lazos que tiene España con mi país y en este caso con la brigada y las Fuerzas Armadas». 

Una vida de entrega

Uno podría creer que casi 30 años de servicio en una carrera militar dan para haberlo visto todo, para hacerse insensible ante la emoción de un nuevo reto. Pero basta con observar unas órdenes incansables, una mirada orgullosa para saber lo que pasa por la cabeza del teniente coronel Escalante. Por si acaso, él se encarga de expresarlo: «Es muy importante poder estar al mando de tropas fuera de mi país, en un Ejército con una tradición larga, importante y con una historia bien fundamentada». Bajo su supervisión, sus hombres, armados, atraviesan la ruta de entrenamiento y analizan un terreno que aún no ofrece ningún peligro real, pero que debe ser tomado como si entrañara riesgo.

Escalante: «Hemos decidido entregarnos a nuestra carrera, en este caso bajo la bandera de la ONU»

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Para el teniente coronel, ni Oriente, ni el casi año y medio fuera de casa, ni los miles de kilómetros que los separan de sus familias suponen complicaciones. Más bien, retos. «Todo ha sido muy bonito, el día pasa rápido, el adiestramiento es muy dinámico, los oficiales son muy profesionales y cuidan de que todos los procedimientos estandarizados se lleven a cabo. Queremos aprender e integrarnos cada día», cuenta. A pesar del tiempo, la distancia y las adversidades, sus familias están «contentas», sus hombres, «motivados», y los oficiales cargan sus mochilas de «experiencia». «Conocemos otras culturas y también otras formas de trabajar», explica Escalante. Los medios también ayudan a mantener contacto con los más lejanos, que quieren «conocer cada día qué sigue mañana». Así, dispuestos a «tratar de dar lo mejor para la misión», los militares salvadoreños consumen el tiempo de preparación antes de partir al Líbano. Porque, ante todo, el teniente coronel concluye: «Hemos decidido entregarnos a nuestra carrera, en este caso bajo la bandera de la ONU». 

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