A Noelia Sepúlveda y Enrique Romero ni se les pasa por la cabeza una vida sin Lucía, la segunda de sus tres hijos, la que llena de alegría y de luz, como su propio nombre indica, todos los lugares por los que pasa. Noelia apunta que, «desde el embarazo supimos que la niña tenía síndrome de Down», una alteración genética de la que hoy se conmemora el día mundial

«No fue fácil aceptar que nuestra hija iba a nacer con unas capacidades diferentes. Lloramos mucho en aquellos primeros momentos, pero siempre fue una niña muy deseada. Nunca hubiéramos dejado de tenerla, porque nos la habríamos perdido. Ni la cambiaríamos por otra porque entonces no sería nuestra Lucía», señala la madre de esta menor.

Lucía, que tiene 8 años y dos hermanos, Quique, de 13, y Candela, de 4, ha empezado este curso primero de Primaria en el colegio Sagrada Familia de Córdoba (Las Francesas). «Se esfuerza muchísimo y nos está enseñando mucho a los demás, porque tener de alumna a una niña como ella despierta en sus compañeros una sensibilidad especial», señala el tutor de Lucía, Israel Martínez. 

Apoyo en el colegio

Esta pequeña se está beneficiando de la puesta en marcha, a partir de este curso, de un programa de la asociación Down Córdoba en más de 20 centros educativos cordobeses y en uno de Écija. Este servicio de apoyo en centro educativo contempla que un profesional de la asociación se desplaza varias horas a la semana a cada centro escolar para sugerir a los profesores mejoras en la adaptación de las materias que se enseñan a alumnos con síndrome de Down. 

Lucía, con sus padres y sus dos hermanos. CÓRDOBA

Israel Martínez explica que a Lucía, de momento, no se le está aplicando ninguna adaptación curricular, por lo que estudia los mismos contenidos que sus compañeros de clase. Sin embargo, sí se le efectúa una adaptación metodológica de la materia, que consiste, por ejemplo, en proporcionarle más tiempo para la realización de actividades o exámenes, sentarla en la primera fila, emplear elementos más visuales y letras más grandes, entre otros apoyos.  

Esta menor compagina el colegio con actividades que le ayudan a seguir progresando, como son logopedia y atención temprana, resalta su madre. 

«Lucía no es una pobrecita. No nos gusta que nadie la llame así. A nuestra niña le encanta leer, sumar, restar, el inglés y jugar con sus hermanos. Estamos muy contentos con su colegio y con su tutor, al que si tuviéramos que puntuar del 1 al 10 le daríamos un 15, por su capacidad de trabajo, empatía y por querer sacar de Lucía lo mejor de sí misma», resalta la madre de esta pequeña.

En una clase ordinaria

El curso pasado Lucía estaba matriculada en otro colegio. Sus padres decidieron cambiarla porque se planteó a la familia que la niña pasara a modalidad C (aula integrada solo por alumnos con discapacidad), a pesar de que, según la madre de esta pequeña, el dictamen de Educación recogía que la niña debía estar integrada en una clase ordinaria (modalidad B). 

«No nos gustó que quisieran ponerle límites a nuestra hija. Si llegado el momento no puede alcanzar lo que se proponga entonces habrá que decidir lo que mejor le convenga, pero no antes», añade Noelia.