Un grupo de empresarios agrícolas de Córdoba viajará el próximo lunes en un autobús que han contratado para traer a 50 refugiados ucranianos, madres con sus hijos, que una vez aquí se distribuirán entre familias que se han ofrecido para acogerlas. Soledad Serrano, su hermano José María y Rafael Alcántara son tres de los cordobeses que viajarán en el autobús, que irá cargado de medicamentos y comida. Según Soledad Serrano, portavoz del grupo, la iniciativa cuenta con el respaldo de muchos particulares, trabajadores y empresas del mundo agrícola de Córdoba. Para canalizar la ayuda, han creado una asociación en la que hay 8 agricultores involucrados, a los que se han sumado con distintas aportaciones al menos veinte más de distintas empresas del sector.

«Cuando vimos lo que estaba pasando en Ucrania, pensamos que debíamos ofrecer las instalaciones que tenemos en el campo y que normalmente se usan para alojar a las personas que vienen a trabajar en la aceituna, pero que ahora mismo están vacías», explica Soledad. «Las organizaciones sociales no están llegando a todo el mundo porque están desbordadas y se trata de una situación urgente ante la que pensamos que había que actuar rápidamente». Para ello, contactaron con un sacerdote de Polonia, que se encuentra en una ciudad fronteriza, y nos ofrecimos a viajar para recoger a mujeres y niños que lo necesiten.

En el autobús, les acompañará una intérprete ucraniana que vive en Córdoba y que les ayudará a comunicarse con las familias una vez allí. «Aún no sabemos quiénes vendrán ni si habrá más niños o más mujeres porque eso va cambiando cada día, según nos cuentan, ya que hay personas que en cuanto pueden salir del país, se van y llegan otras». Cuando esas 50 personas estén en Córdoba, se alojarán en las instalaciones del campo, donde se distribuirán entre las familias que ya se han ofrecido a acogerlas en sus casas. «Estamos organizando un listado para acogerlos el tiempo que necesiten, ya que los niños tendrán que ser escolarizados y no podrán estar en el campo mucho tiempo», señala Soledad, «eso no nos preocupa porque hay mucha gente dispuesta a acogerlos».

Según comenta, desde que empezaron a mover esta iniciativa, no han dejado de recibir ayuda de trabajadores que pondrán las sábanas y toallas del albergue donde se alojarán hasta el fontanero que ha hecho las reparaciones que necesitaba el edificio y que no ha querido cobrar por ello.

El viaje en sí y el alquiler del autobús será el mayor desembolso, ya que tendrán que hacer al menos una o dos paradas, sobre todo, en el viaje de vuelta, ya que los niños y las mujeres vienen muy cansados después de la huida desde su país y de estar alojados en refugios durante días.