La peluquería es un servicio esencial no solo por estética sino por higiene para muchas personas dependientes. Quedó claro durante la pandemia, cuando en pleno confinamiento, el Gobierno de España autorizó a estos profesionales salir de casa para realizar servicios a domicilio. Desde entonces, los peluqueros han visto florecer todo tipo de anuncios de peluquería pirata a domicilio que ahora intentan combatir con un sello de calidad que distinga a quienes operan de forma legal y a quienes no.

Según Gregorio Porras, presidente de la asociación de peluqueros de Córdoba, Uepeco, muchos de los servicios a domicilio van dirigidos a personas especialmente vulnerables como mayores, dependientes o con movilidad reducida por algún motivo, lo que debería llevar al usuario a ser muy cuidadoso. «Nuestra recomendación es que acudan siempre a profesionales que estén dados de alta, algo que pueden saber si le piden factura, ya que los que actúan de forma pirata no facturan porque no pagan impuestos», señala, «esto es importante no solo por la contribución a Hacienda, que ayuda al bienestar de todos, sino porque da al cliente unas garantías de calidad en los productos y la posibilidad de reclamar en caso necesario». Para quienes tengan dudas de dónde acudir, Uepeco pone a disposición un listado de profesionales que trabajan a domicilio en uepeco@gmail.com y 697233545.

Según Porras, basta abrir algunos portales para ver hasta 300 ofertas de peluquería a domicilio clandestinas, a las que hay que sumar los que trabajan en pisos y locales no declarados». Para la asociación, «los ciudadanos deben ayudar a combatir la economía sumergida que, además, no supone un ahorro para ellos sino en algunos servicios a domicilio de bodas o fiesta, el pago de 200, 200 o 300 euros sin factura».

En el caso de la peluquería a domicilio de carácter social (mayores, dependientes...), «los profesionales no cobramos ningún extra por desplazamiento, sino el precio normal que se abona en nuestras peluquerías», recuerda. También alerta de que la clandestinidad puede conllevar el mal uso de los datos personales de los usuarios, ya que los que no están bajo el paraguas de la ley tampoco tienen en cuenta la protección de datos, que obliga a las empresas a realizar un proceso de seguridad que custodia toda la información que tienen sobre la clientela para que no caiga en manos de nadie que pueda hacer un mal uso, ni siquiera los propios trabajadores.

Roberto Manuel Pérez, peluquero en Santa Rosa desde 1977, compaginando el trabajo en su salón con los servicios a domicilio. «Tengo 61 años y soy autónomo desde los 18, hay que concienciar a la gente de que la economía sumergida perjudica a todo el mundo», comenta, al tiempo que indica que "los precios de la luz, de los productos han subido un 6,5% solo este año mientras que en la gran mayoría de los salones, no se ha tocado prácticamente". Roberto Manuel no entiende cómo hay personas que llaman por teléfono a un desconocido para que vaya a su casa a peinarlos. En su opinión, "es un riesgo porque no sabes quién es esa persona". Por eso insiste en que "hay que informarse previamente y pedir factura por el servicio porque puede ayudar a sacar a la luz a quienes trabajan sin ninguna cobertura legal".