No ha sido tarea fácil. Los mayores llevan años sufriendo en silencio el impacto de la brecha digital provocada por el avance de las nuevas tecnologías, que colocaron a gran parte del colectivo en puestos de segunda fila a la hora de relacionarse con los bancos. Así fue durante toda la pandemia, con la sustitución de la vida analógica por la cibernética, y no ha sido hasta ahora, forzados por el Gobierno y este a su vez por la presión social de iniciativas como 'Soy mayor, no idiota' del médico jubilado Carlos San Juan, cuando se han puesto las pilas.

Cajasur ha sido uno de los bancos que ha empezado a dar pasos en Córdoba para mejorar el servicio a sus clientes mayores. Desde este martes, ha ampliado el horario de caja de 8.30 a 14.00 horas, en respuesta a una de las mayores quejas de los usuarios, y ha habilitado una línea telefónica gratuita (900247247 o 94005525) que cuenta con un menú de acceso en el que los mayores de 65 tendrán preferencia y serán atendidos de forma personal de 8.00 a 22 horas todos los días del año.  Con un 20% de clientes senior, Cajasur está buscando aportar soluciones a las necesidades de los mayores, por lo que ofrece además bonificaciones especiales en las cuentas, ayudas para la realización de testamentos y particiones de herencia y otras medidas como la adaptación de sus cajeros o una aplicación móvil y web más accesible.

Pese a la ampliación de horarios, muchos usuarios acudían esta mañana a algunas sucursales a primera hora sin saber que disponían de más tiempo para hacer sus gestiones. En la oficina de la plaza del Mediodía, muy próxima a la antigua Normal, donde el Ayuntamiento de Córdoba forma a la ciudadanía interesada en el manejo de los móviles, muchos mayores hacían cola para sacar dinero o realizar otras transacciones bancarias y se enteraban allí mismo del nuevo horario. La respuesta general era muy positiva: "Me alegro mucho de que lo amplíen, es lo que tienen que hacer para que no haya colas porque somos muchos los que necesitamos que nos atiendan en persona", asegura Pilar, usuaria de 70 años.

El comentario suscitó el debate. "Yo tengo 82 años y no he aprendido nada de internet, solo uso el teléfono para llamar, pero no tengo móvil", comenta Rafael C., "mi mujer es la que usa la tarjeta, pero hoy me ha mandado para que saque dinero porque ella no ha salido de casa". Él acude con la cartilla porque no se fía de hacerlo en el cajero. "Prefiero que me lo den en persona, aunque tenga que esperar", confiesa.

Cola en la entrada de Cajasur en el Sector Sur. CÓRDOBA

A su lado, María, de unos 50 años, comenta que a su madre le pasa igual. También tiene más de 80 años y son sus hijos quienes se encargan de hacer todas sus transacciones. "No sé qué haría si estuviera sola, la verdad, ¿quién puede pensar que una mujer de 83 años va a memorizar las contraseñas, si me cuesta a mí, cómo va a aprender ella a usar el móvil o internet para sacar dinero o hacer una transferencia?", se pregunta en voz alta, "aunque llegara a memorizar los pasos que hay que dar, algo que veo imposible, no se atrevería por miedo a equivocarse, si cometes un error, la responsabilidad es tuya". Luego recuerda que a su madre la estafaron. "Una compañía de teléfono le vendió un iphone y le empezaron a pasar los cobros por el banco sin autorización de ella", señala, "no entiendo cómo te piden tantas claves para todo y luego pueden domiciliarte un pago así, hablando por teléfono con una mujer mayor que no entiende lo que eso le va a suponer".

Aprender no es imposible, hay muchos mayores que han aprendido a usar las aplicaciones de los bancos, pero también es cierto que hay grandes sectores, sobre todo, entre los que cuentan con escasa formación de base, que se sienten inseguros e incapaces de conseguirlo.

Francisco, otro usuario mayor, se queja de que los bancos hayan puesto una cantidad mínima de dinero para extraer en la caja. "Tienes que sacar al menos 200 euros, si necesitas menos no te los dan", comenta, "el otro día saqué 200 euros y volví a ingresar 150 porque no necesitaba el resto". Ese límite está establecido en la mayoría de los bancos como forma de disuasión para que las operaciones de menos valor se trasladen a los cajeros y descargar así al personal.

En el cajero, una pareja de unos 75 años saca dinero con la tarjeta. Bueno, es él quien lo hace. Su mujer, Agustina, asegura no tener ni idea de nada relacionado con las gestiones bancarias. "Es mi marido quien se encarga, yo no me atrevo", señala convencida, "no he tocado un ordenador ni una tarjeta en mi vida". El marido, que trabajó durante años de comercial en una empresa, nunca fue muy hábil con la informática, pero ha llegado a un mínimo que le permite sacar dinero en el cajero. Para el resto, acude a ventanilla o a sus hijos. Él, como muchos otros mayores, se ve incapaz de aprender a usar internet para relacionarse con el banco. "No veo muy bien y aunque me lo han explicado varias veces, no me acuerdo de una vez para otra de lo que hay que hacer". Afortunadamente, desde ahora tendrán más horas para acudir al banco.