Para una persona con discapacidad visual, un perro guía es lo más parecido a disponer de ayuda durante las veinticuatro horas del día. Sin embargo, la vida social en compañía de estos animales no siempre es fácil por las limitaciones de acceso que todavía deben enfrentar pese a estar amparados por la ley.

El pasado 3 de enero el BOJA recogió una normativa aprobada por unanimidad el 28 de diciembre en el Pleno del Parlamento andaluz, referente a la regulación de los perros de asistencia a personas con discapacidad en Andalucía y que, en definitiva, sustituye a la anterior de 1998 con una ampliación de los derechos para estos compañeros imprescindibles. Como novedad más inmediata, sustituye el concepto de perro guía por el de perro de asistencia en el que ahora se incluyen, además de este, los perros señal, los perros para personas con trastornos del espectro autista, los perros de alerta médica y los de asistencia a las personas con discapacidad física, sin olvidar la figura del perro jubilado, una vez deje de estar en condiciones para su tarea. La novedad es un logro perseguido durante mucho tiempo por los entrenadores.

Uno de estos especialistas es Ignacio Gutiérrez, representante territorial de la asociación de adiestradores de perros señal Áskal. Esta entidad con sede en Barcelona decidió en el año 2019 ampliar su red a otras partes de España y Latinoamérica debido a la alta demanda que detectaron de este servicio. Personas con discapacidad sonora que, hasta la ampliación de esta ley, encontraban reticencias para acceder con su perro de señal en transportes y demás espacios colectivos. Ahora esos espacios, así como restaurantes u hoteles, no solo tendrán obligación de permitirles el paso sino que, además, en ningún caso podrán cobrar un suplemento especial por ello.

Ignacio Gutiérrez es responsable territorial de Áskal, especialista en preparar a perros señal. MANUEL MURILLO

Un perro señal es aquel que está entrenado para detectar un sonido y avisar de la fuente del mismo (con la pata o, si es más grande, el hocico) a una persona sorda o con audición reducida. Asimismo, pueden alertar de una alarma de incendios o despertar a alguien por las mañanas. La raza o el tamaño para entrenar a un perro con estas características es indiferente y, en numerosas ocasiones, se trata de perros procedentes de centros de acogida con una buena disposición al trato humano. El entrenamiento requiere de la implicación del usuario y suele durar, de media, un año, por la necesidad de crear un vínculo con el animal.

«Si el perro guía es los ojos de la persona, el perro señal es sus oídos, es una ayuda esencial de la que alguien no puede desprenderse en un lugar público», aclara Ignacio Gutiérrez, quien, además, celebra el avance en el plano económico. «Este reconocimiento permite que se puedan pedir subvenciones para mantener a estos perros, igual que subvencionan muletas y prótesis», añade el representante de Áskal.

Los usuarios de perros de asistencia podrán pedir ayuda económica para el cuidado del animal

Como toda ley, los derechos implican una serie de obligaciones. En el caso de los perros de asistencia, estos deberán llevar un chaleco que les identifique como tales mientras estén trabajando. Los usuarios, por otro lado, deberán llevar consigo el carné de la Junta de acreditación del animal, así como hacerse cargo de sus cuidados, ya sean beneficiarios o no de las subvenciones para este fin. «A nivel Andalucía, ya está acreditado el uso de perro de asistencia, pero nuestro examen homologa a la persona y al perro a nivel internacional, independientemente de las leyes autonómicas y estatales», matiza Ignacio Gutiérrez,

El representante de Áskal se muestra claro en cuanto al bienestar de estos pequeños ayudantes, «hacemos controles periódicos para asegurarnos de que están bien cuidados y asistidos con sus familia. Cuando se jubilan, hay quienes se quedan con ellos pero otros prefieren devolverlos a la asociación o empresa donde los entrenaron», cuenta. Esa jubilación está más que asegurada en los centros especializados de la ONCE para el entrenamiento de perros guía, los cuales cuentan con un espacio especialmente habilitado, donde pueden descansar o ser adoptados.

Precisamente la Fundación ONCE lleva años especializada en la crianza, entrenamiento y cuidado del perro guía. «Hemos trabajado mucho desde las organizaciones para que, al ampliar los derechos de los perros de asistencia, no retrocediesen los del perro guía», declara Vicente Arroyo, presidente de la Asociación de Usuarios de Perros Guía, satisfecho respecto a la ley, ya que, «salvo la peculiaridad de poder llevar a los perros jubilados en transportes, los derechos siguen siendo los mismos», añade, aunque reconoce la necesidad de «concretar el desarrollo normativo con un reglamento mucho más específico».

Vivir en igualdad

Desde su puesto de la ONCE en Gran Capitán, Carmelo Garrido, usuario de perros guía desde los veinte años, atiende al público con el lomo de Wuaco a sus pies. Tras haber vivido varios episodios incómodos en los que su mejor amigo no era bienvenido, Garrido cree que esta ley «es un paso muy importante para que otras personas con discapacidades puedan hacer una vida social, es una manera de igualarnos socialmente», cuenta, mientras se dirige a la parada del autobús, una vez terminado su turno, gracias a la ayuda de Wuaco.

«Tenerle en mi vida me da libertad de movimiento, él es mis ojos. Me ayuda a ser una persona más de la sociedad, con mis limitaciones, pero soy uno más», añade, mientras Wuaco esquiva obstáculos. Al llegar al paso de peatones, el labrador canela se para a esperar la señal que sigue al hombrecillo verde. «Más que conocer la ley, falta concienciación», incide Carmelo, «le querré siempre en mi vida, donde no entra él no voy yo».