Un 5% en diez años. La brecha salarial que separa los ingresos laborales de mujeres y hombres se redujo en Córdoba en cinco puntos a lo largo de una década. Si en el 2010, ellas cobraban 4.261 euros menos de media al año que ellos, ahora la diferencia salarial está en 3.316 euros, una cifra nada desdeñable. Hace dos lustros, según datos de la Agencia Tributaria, los hombres cobraban en torno a 16.182 euros anuales mientras que ellas ingresaban al año 11.921 euros. En el 2020, las mujeres ingresaron de media 13.725 euros anuales y los hombres, 17.041 euros.

Por sectores, la brecha más grande se da en el campo, en el ámbito de la agricultura y la ganadería, donde los hombres cobran un 46,6% más que las mujeres. En los servicios a empresas o comercio la mujer cobra casi un tercio menos que los hombres frente a otros ámbitos como la industria o la construcción, donde la presencia femenina es menor y también la diferencia salarial, en torno al 22-25% de media. 

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Los sucesivos incrementos del Salario Mínimo Interprofesional han servido para dar un nuevo empujón, reduciéndose la brecha entre el 2019 y el 2020 en unos 500 euros. Según CCOO, «en las ocupaciones de menor nivel, que coincide con las más feminizadas, es donde la brecha salarial es mayor», de ahí que la subida del SMI haya permitido acortarla, ya que el 51,5% de las mujeres asalariadas en Córdoba cobraban hace dos años por debajo del salario mínimo». Para este sindicato, la parcialidad involuntaria y la temporalidad son las principales causas de la diferencia salarial, por lo que confían en que la reforma laboral, que pretende mejorar la estabilidad del empleo femenino, restringe el encadenamiento de contratos temporales y con reforma laboral y aumenta el salario en las subcontratas, sirva para seguir avanzando en la misma línea.

«La vuelta a la prevalencia del convenio sectorial frente al de empresa, la aplicación de las condiciones salariales del convenio de la actividad que se presta por las subcontratas y la recuperación de la ultraactividad de los convenios facilitará centrar el esfuerzo negociador en las subidas salariales, y mejorarán el salario de las actividades de subcontratación feminizadas», destacó la secretaria de Mujer de CCOO de Córdoba, Raquel Ruiz. UGT coincide en el análisis.

Ruiz admite que el incremento del SMI ha reducido la brecha y que existe una clara tendencia a la baja, pero recalca que la desigualdad sigue siendo importante «por lo que hay que seguir trabajando con herramientas como el registro retributivo o los planes de igualdad en las empresas». Córdoba, con un 19,5% de brecha salarial, es la quinta provincia de Andalucía con un porcentaje más alto de diferencia de sueldos entre hombres y mujeres, muy por encima de Almería (13,11), Jaén (13,37) y Granada (15,09); y por debajo de Huelva, con un 29,10%, Cádiz, con un 27,03, Sevilla con un 23,62, y Málaga con 20,92.

Según la secretaria de Igualdad de UGT Córdoba, Francisca Haro, «el tipo de jornada es una de las bases de la desigualdad laboral de las mujeres, puesto que a efectos de salarios y cotizaciones: las mujeres siguen siendo mayoría en los contratos a tiempo parcial, un 73% con respecto a los hombres, y estos tienen mayoría en tiempo completo, casi un 63%. Una de cada cuatro mujeres que trabajan lo hacen a tiempo parcial, entre los hombres este porcentaje no llega a uno de cada diez».

Un estudio realizado por UGT indica que la brecha salarial se incrementa a medida que se avanza en los tramos de edad. «La franja de edad donde más brecha existe en un porcentaje de más del 22% es en la de los 35 a los 44 años, edades en las que las mujeres solicitan frecuentemente reducción de jornada y salario para cuidar a menores. «También es alta la brecha de las mujeres de 55 y más años, mientras que entre las jóvenes la brecha oscila en el 16%», destaca Haro.

Igualmente, coincidiendo con el Día por la Igualdad Salarial, que se conmemora el 22 de febrero, el sindicato CSIF denunció que junto a la existencia de un brecha salarial de más de 3.300 euros, las mujeres soportan una tasa de paro muy superior. La responsable de Igualdad de CSIF Córdoba, Eva Vázquez, incidió en que «la tasa de paro en la población femenina, del 21,4%, supera en 7 puntos la de los hombres en Córdoba, que se encuentra en el 13,9%.  

Ante esta situación, los sindicatos reclaman que se sigan dando pasos para reducir la brecha salarial como «la flexibilidad en el trabajo con independencia del sexo de la persona trabajadora o la implantación del currículum ciego», que pide CSIF, «que es un tipo de currículo anónimo en el que no se especifica el nombre de la persona aspirante, ni su género o fecha y lugar de nacimiento»; UGT Córdoba reivindica a las empresas andaluzas, «compromiso e implicación en la puesta en marcha, a través de la negociación colectiva, de los registros y auditorias retributivas así como de la valoración de los puestos de trabajo desde la perspectiva de género» y CCOO la implantación de planes de igualdad y el uso de la negociación colectiva como herramientas para avanzar hacia la igualdad retributiva entre hombres y mujeres.

El teletrabajo, un arma de doble fijo

El teletrabajo, que empezó como una medida transitoria con la que plantar cara a la crisis sanitaria ha acabado imponiéndose en muchas empresas y no siempre con efectos positivos. Según la profesora de Estudios de Economía y Empresa de la UOC, Ana Isabel Jiménez Zarco, «las mujeres que trabajan desde casa buscan compaginar su actividad profesional con las labores domésticas, lo que lleva a un sobreesfuerzo que hace que en ocasiones puedan estar realizando tareas del hogar en horario laboral e, incluso, si este es flexible, es posible que estén trabajando fuera del tiempo marcado por su contrato». De esta forma, «desaparece la conciliación laboral, ya que el número de horas de trabajo es cada vez mayor». Por su parte, una investigación de la Fundación Eurofund, refleja cómo el teletrabajo ha multiplicado las responsabilidades de las mujeres en el hogar y ha dificultado la conciliación entre su vida profesional y la familiar. Por ello, «la eficacia de las teletrabajadoras podría verse amenazada debido a las constantes interrupciones, el extra de trabajo exigido y a la carga mental que deben soportar mientras trabajan en casa».