Lleva más de cuarenta años como empresario de cine en Córdoba y desde 1998 es el gerente de la empresa Esplendor Cinemas, responsable de los cuatro cines de verano del casco histórico. Reconoce que Córdoba es una ciudad a la que siempre le ha gustado el cine, pero que ahora se está viviendo una crisis en la que las salas de cine «están luchando por sobrevivir».

-¿Cómo ve la situación actual de los cines en Córdoba? ¿Con una pérdida casi total de espectadores y con taquillas ridículas?

Es un reflejo de lo que está ocurriendo en toda España y a nivel mundial. Sobre todo, a raíz de la pandemia. Se ha producido una situación de miedo hacia los espectáculos de pública concurrencia. Se ha transmitido desde los gobiernos que era una situación potencialmente peligrosa acudir a los cines y a los teatros. Ha hecho que con tanto miedo que tiene la población, el público se ha retraído. Todavía estamos viviendo esa situación provocada por la pandemia. Además, se ha producido una aceleración de otra forma del consumo audiovisual que son las plataformas digitales, que a nivel de consumo doméstico es también una competencia para las salas de cines. Es un cambio de modelo, que produce una crisis de asistencia a las salas. Ha empezado a suceder que hay una serie de películas que se estrenan al mismo tiempo en las plataformas y en las salas de cine. Y, como tercer factor, se ha reducido el tiempo de espera, que antes de la pandemia era de tres meses entre la salida de las películas a las salas de cine y el consumo doméstico. Las plataformas digitales han acelerado esos cambios por la pandemia.

¿Cree que estos son los motivos por los que el espectador cordobés no va al cine o es que es poco aficionado a ir a las salas de proyección?

Siempre ha habido ciudades más cinéfilas que otras. En Andalucía, por comparación, Málaga era la ciudad con mayor número de espectadores de cine, por encima de Sevilla, que tiene más habitantes. Y, luego, una ciudad con menos habitantes que Córdoba como es Granada tenía más espectadores que Córdoba, quizá por su población universitaria. Córdoba ha estado siempre en una zona media a nivel andaluz. No era de las últimas, ni tampoco de las primeras. Córdoba es una ciudad a la que le gusta el cine. Prueba de ello es que históricamente tenía un número grande de cines en proporción al número de habitantes en las décadas de los 50 ó los 60. También tenía muchos cines de verano más que Málaga o Sevilla. Hay otra moda que afecta a la ausencia de espectadores en los cines como es el consumo de las series de seguido, de un tirón, en ordenadores, tablets o en pantallas. Este consumo ocupa mucho tiempo de ocio para un público joven y también maduro. En la actualidad, el cine está en crisis por diversos factores.

El cierre de los cines durante la pandemia ha sido algo insólito en España. ¿Fue una catástrofe?

Es uno de los peores momentos que ha conocido el cine, porque a lo largo de su corta historia no lo había vivido, que son algo más de 120 años. Ha habido situaciones difíciles como la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Civil, en las que los cines permanecieron abiertos con cierta normalidad. Pero al darse una situación de miedo generalizada por un virus como el covid, que se transmite por vía interpersonal, ha hecho que los hábitos de la mayoría de la población cambien en muy poco tiempo. Hay tipos de público como el maduro o más mayor, personas jubiladas, que antes de la pandemia era un público muy activo que iba a los cines y teatros. Claro, siendo este más vulnerable en el aspecto de propagación o contagio del virus, este público se ha perdido en gran parte. Todavía hay personas mayores que están esperando a que la pandemia pase. Es un público que, de momento, se ha perdido para el cine.

¿Con qué tipo de películas responde mejor el público?

Hay un hecho curioso, la película que ha tenido más éxito en el periodo navideño pasado ha sido la última entrega de Spiderman, que ha podido suponer cerca del 90% de la recaudación no solo a nivel nacional. Su público ha sido de adolescentes y de jóvenes. Sin embargo, el cine de más calidad, de autor, en los últimos meses se han visto mermadas sus recaudaciones, con bajadas importantes.

¿Nos hemos deshabituado a ir al cine?

Sí, totalmente. La pandemia ha producido mucho miedo y no solo al cine, a todo lo que es reunión social. El momento histórico que estamos viviendo invita al consumo doméstico y más bien al individual de los productos audiovisuales. Cada vez más se consumen los productos audiovisuales, ya ni siquiera familiarmente en las casas, sino a nivel individual. Es un consumo individual y con pantallas pequeñas, pero este es el consumo que más va calando desde hace unos años. Es un cambio de tipo de consumo, de lo social a lo individual. Es la tendencia a pasar del espectáculo de masas al individual. Todo lo digital conduce a eso.

¿Cree que se ha perdido el aliciente del encuentro social al ir a las salas?

Antiguamente, el público iba a un encuentro social a las salas de cine. Había una frase que se decía que «a ver y a verse». Quizás los cines de verano aún hoy mantienen esa esencia, porque al ir a estos recintos en Córdoba, que es una ciudad única en tenerlos, todavía se produce el saludo a la salida o a la entrada. Es como si se fuera a una plaza pública. La tendencia del consumo audiovisual es a lo individual, dentro de nuestras casas.

Es empresario de cine desde los años 80 en Córdoba. ¿Ha visto muchos cambios desde entonces? También se pensaba con los vídeoclubs que las salas de cine no sobrevivirían.

En los 80, estaban los videoclubs y la irrupción de las televisiones privadas también fue una crisis. Los cines de verano en Córdoba empezaron a desaparecer, algunos para construir viviendas y otros al no ser rentables se cerraron como cines abandonados y arrastran décadas de desuso. Los cines cubiertos se reconvirtieron en bingos o supermercados. A continuación, volvió a cambiar el modelo económico y las grandes salas se convirtieron en minicines o multicines como ocurrió con el Alcázar o el Isabel la Católica. Luego, en la década de los noventa, se pasó a que los cines estuvieran en centros comerciales como El Arcángel, El Tablero y El Guadalquivir. La industria ha ido adaptándose para sobrevivir a diferentes modelos de exhibición cinematográfica. Todavía hay gente que añora cuando las salas de cine estaban en el centro de la ciudad.

¿Considera usted que si las salas estuvieron en el centro de la ciudad se recuperaría público?

Podría ser. Los multicines lograron atraer a un público juvenil. Hubo un público que no se adaptó. El modelo anterior eran cines de proximidad como los cines de barrio, que eran positivos para la ciudad porque eran acercar la cultura a los barrios como el Santa Rosa, que lo llevaba mi empresa.

Ese modelo de cine, ¿es el de los cines de verano?

A mediados de los sesenta habría en Córdoba más de treinta salas al aire libre. Era un modelo cultural muy enraizado con la forma de vida nuestra, andaluza, pasar las noches al aire libre. Aúna, el consumo de una película, la cena de bocadillos o de fiambreras…

Durante los dos veranos de la pandemia, usted ha tenido el coraje de abrir las salas al aire libre, ¿cómo lo recuerda?

Ha sido una experiencia muy dura. Tener que abrir las salas sabiendo que ibas a abrir a pérdidas, porque la normativa te obligaba a reducir el aforo a menos de 200 personas con unos gastos elevados de mantenimiento y con las distribuidoras que se llevan más del 50% de la recaudación. En el caso de 2020, no había ni películas para estrenar. El verano pasado conseguimos abrir los cuatro locales de forma escalonada, pero también con escasez de títulos y también con mucho miedo con la cuarta o la quinta ola de coronavirus. Muchos controles de tipo sanitario y muchos espectadores que eran clientes antiguos y fieles dejaron de ir. La voluntad era rehacerse y seguir hacia delante. Lo hicimos y seguimos en ello.

Pero, este verano, de entrada, parece que todo volverá a la normalidad. ¿Va a abrir los cuatro recintos?

Sí, en ello estamos. Esta crisis nos ha servido para explorar nuevas actividades relacionadas con conciertos y teatro infantil. También esperamos poder hacer proyecciones de cine mudo con acompañamiento musical para este verano. Hemos iniciado una colaboración con el área de Cultura del Ayuntamiento para realizar conciertos de flamenco, de acústica, a partir de septiembre.

¿Uno de sus sueños era tener abiertos todo el año los cines de verano con actividades culturales está cada vez más cerca?

-Sí, poco a poco se va haciendo realidad. Entre las ideas está aprovechar el mes de mayo para realizar actividades culturales en colaboración con los patios. Los cines de verano están en la Axerquía norte, que es una zona de patios, con lo que se puede establecer una colaboración muy positiva de apoyo a la festividad de los patios. No hay que olvidar que los espacios de los cines de verano, antes de serlo eran huertos y jardines en la década de los años 40. El Fuenseca se remonta varios siglos atrás, porque eran las huertas de las casas solariegas de los condes de Arenales. Están emparentados con los patios y muy arraigados en los barrios.

¿Tienen futuro los cines de verano en Córdoba a 20 ó 30 años?

Es un plazo muy largo. Como todas las salas de cine en estos momentos estamos todos luchando por sobrevivir. Quiero pensar que los cines de verano sí tienen futuro, si se mira que han existido desde que se inauguraron, el más joven El Olimpia se abrió hace 75 años, en 1947. Han sobrevivido desde la iniciativa privada, sin ayudas públicas. La afluencia de público ha permitido que se mantengan, yo creo que pueden continuar. Lo interesante sería que la ciudad y los poderes públicos tomaran conciencia de que tenemos algo único, los cines de verano, que son singulares.

¿Protección administrativa?

No basta, porque de alguna manera ya lo tienen al declarar estas zonas como no edificables para viviendas por Urbanismo desde 1986. Sería potenciarlos como espacios que forman parte de la arqueología cinematográfica, son un modelo antiguo que ya no existe. Son espacios culturales de tipo popular, ya que eran muy asequible para una población con menos poder adquisitivo y llegaban a todo el mundo. Estos son los que quedan ya. No solo dedicarlos a salas de cine en verano, sino como salas para hacer espectáculos al aire libre como teatro infantil, conciertos de música, exposiciones… Es preciso concienciarse del valor que tienen estos espacios en el casco antiguo de Córdoba, sin olvidar que son espacios culturales. Se podría crear en cada recinto un espacio estable expositivo, dedicado a la historia del cine. Córdoba es una ciudad que oficialmente no ha apostado por el cine, pero teniendo estos cuatro espacios únicos, merecería la pena apoyarlos. También hay que recordar que la Filmoteca de Andalucía tampoco está potenciada como debiera. Los cordobeses le tienen un gran cariño al cine de verano y convendría que no desapareciera. Es posible, que el cine como salas puede desaparecer, pero el contar historias a través de imágenes en movimiento, no creo. Es positivo para la identidad de las ciudades que recintos icónicos sigan existiendo. Los cines de verano deberían de sobrevivir como elementos necesarios para la salud espiritual de las personas.

Este sábado han sido los Goya, ¿podrían animar la taquilla las películas ganadoras?

Sí, siempre lo hacen, pero tal vez son las comedias españolas las que más contribuyen todos los años a animar la taquilla. Deberían de producirse más películas de comedia, porque entroncan con un público más general al ser un género más popular.

¿Es optimista, espera que volvamos a ver las salas de cine llenas de público en pocos meses?

Somos realistas, pero somos personas con una gran pasión por este medio de contar historias a través de imágenes en movimiento. Somos optimistas, por naturaleza. No queremos perder la esperanza de sobrevivir a este momento, aunque se están dando pérdidas. Se trata de resistir, continuar y adaptarse a la situación.