Carlos cumplirá el 18 de abril siete años y es un niño feliz, que va todos los días al colegio Hernán Ruiz y y que por las tardes acude un día inglés y otro a clases de tecnificación de fútbol, en la academia Mundo Fútbol, que su padre, Carlos Losada, dirige en el Open Arena

Carlos tiene una cicatriz en el pecho, porque sabe que estuvo malito y que su corazón lo tuvo que arreglar un «sastre remendón», como él dice. Su madre, María Isabel Amo, afirma que Carlos tiene «un corazón de león», ya que éste, que es el primero de sus tres hijos, nació con una cardiopatía congénita, que si no se hubiera operado rápidamente, hubiera sido incompatible con su vida. Pero su león era más fuerte que la enfermedad y salió adelante. Además, este niño tuvo la suerte de «nacer en Córdoba», recalca su madre, pues aunque esta familia se hubiera ido al fin del mundo en busca del tratamiento que necesitara Carlos, no hizo falta porque el Reina Sofía es hospital de referencia andaluz en cardiopatías congénitas.

María Isabel Amo llegó a perder 18 kilos desesperada porque sabía que le pasaba algo a su hijo. Ya en el embarazo su ginecóloga sospechaba que el niño pudiera venir con una cardiopatía, pero en un centro privado de Sevilla lo descartaron. Tras nacer, en la revisión del primer mes, esta madre logró que su pediatra de entonces, María Dolores del Castillo, derivara al niño al Reina Sofía, después de insistirle que su hijo se moría. Una especialista de Cardiología de adultos detectó la cardiopatía y de un día para otro tuvo que ser intervenido el pequeño por el cirujano cardiovascular Carlos Merino. La operación fue el 27 de mayo de 2015 y el alta la recibió el 20 de julio. La evolución de Carlos ha sido muy buena y, tras la operación, ya solo acude a dos revisiones al año, una en el Reina Sofía y otra en el Quirónsalud de Córdoba.

María Isabel Amo y Carlos Losada, con su hijo Carlos. MANUEL MURILLO

«A mí la asociación Corazón y Vida me ha ayudado muchísimo, porque conoces los casos de otras familias y me siento muy acompañada por las psicólogas Inés y Lucía, a las que acudo cuando lo necesito. Esta asociación cuenta con un piso de acogida para pacientes que lo necesitan en Córdoba, que pagamos los familiares con nuestra cuotas, y con otros muchos servicios», cuenta María Isabel. La madre de este niño se siente muy agradecida también en todo este proceso a Raquel, profesora de Infantil de su hijo Carlos; a la maestra del confinamiento Cecilia y a su actual profesora Mariola y a su profesor de Educación Física por ayudar a normalizarle a su hijo que puede estar en el colegio como cualquier otro alumno. 

«No creo en Dios, pero sé que desde el otro lado mis abuelos paternos y el abuelo paterno de mi niño nos han ayudado en este camino, aunque hayan fallecido. Además, estoy muy agradecida a sus dos pediatras, Daniel Ruiz e Isabel Dueñas, Y, sobre todo a mis padres, que se convirtieron en mi sombra para que yo no desfalleciera, a mi marido y a mis suegros», añade.