A medianoche de este domingo echará el cierre el Mercado Renacentista que desde el viernes se pudo visitar en los alrededores de la Torre de la Calahorra. Un espacio lúdico en el que durante todo el fin de semana se han dado cita miles de personas, que han contribuido a que «el festejo» haya sido «todo un éxito», en palabras de la concejala de Promoción de la ciudad, Marián Aguilar.
La concejala señala que «el lleno absoluto y la falta de incidencias» demuestran dicho éxito. A su juicio se notaba en el estado ánimo de los visitantes, «esas ganas de caminar hacia la normalidad», y señala que se ha visto una «Córdoba que se ilusiona» y se ha echado a la calle, aprovechando la oferta de actividades del mercado y el buen tiempo. Por señalar alguna incidencia, cabría recordar algunos apagones que se produjeron en el recinto el sábado por la noche, pero que, según señalaron los comerciantes consultados por CÓRDOBA, «se resolvieron rápido».
Los expositores
También es positiva, en una inmensa mayoría, la valoración que hacen los comerciantes que han instalado sus tenderetes y expositores en la feria temática, pues reconocen que, pese al momento que se está atravesando de pandemia, la respuesta del público, en líneas generales, ha sido buena.
Uno de ellos es Jonathan, que regenta un puesto de ralladores naturales y que señala que lleva viniendo a Córdoba varios años, y reconoce que «podía haber sido peor, pero se está vendiendo bien» y recomienda a los organizadores que lo retrasen un poco y «lo metan más iniciado el mes de febrero», porque, a su juicio, a final de mes «el público tiene que pagar muchas cosas».
Cerca de él, Viviana Gómez ofrece sus ambientadores y velas y apunta que «la gente está muy receptiva, pero va poco a poco», considera la vendedora que «ha venido bien recuperar la normalidad», aunque las ventas, «están un poco por debajo» de la última edición de antes de la pandemia.
Dieciocho años lleva viniendo Enrique Orta con su quiosco de artesanía en madera y asegura no notar la diferencia. Enrique achaca la menor afluencia de público a «que no hay turismo, pero vamos que, aunque se haya vendido un poco menos, no te vas descontento», concluye.
Completamente opuesta es la lectura que hace Yolanda Martín en su expositor de quesos. A su juicio, este año «se está dando muy mal» y considera que el evento «tenía que haber seguido en La Corredera», porque asegura que la gente iba a comprar, mientras que en Miraflores «la gente viene a pasear», por eso ha decidido no volver en próximas ediciones.
Discrepa de ello Carlos Cañadas, que desde su puesto de embutidos y encurtidos pone «un 10 a la organización». En cuanto a las ventas, lo solventa señalando que «se nota que la cosa está regular», pero no se queja.
En la zona de restauración, Amín, de la carpa del kebab, señala que han vuelto «con ganas» y se alegra de que el tiempo esté acompañando, porque la última vez llovió. Así que este año está contento. Su vecino, Francisco Moya, de una brasería, reseña que el negocio está «más flojo que otros años» y apunta que solo se llenan las mesas en las horas de las comidas y «la gente se va pronto».
Por su parte, Tomás Quesada, que tiene un tenderete de venta de patatas fritas, señala, sin dudarlo, que «no nos podemos quejar, para como está la cosa» y anima a la gente a visitar el mercado, que es seguro al estar al aire libre.
También ha respondido la gente bien para Manuel Martín, que lleva montando su pizzería desde la primera edición de La Corredera. Y asegura que, pese a esa buena respuesta, «las perspectivas eran mejores, pero lo damos por válido».
No lejos de él se encuentra la tetería de Abdulá Yahí, que también es un histórico de este mercado y que ha visto la feria «un poco más floja» y apunta que no sabe qué, pero cree que «le falta algo, como la chispa» que redondee el resultado.