La cosa va de animales. El año 2022 se ha estrenado con una polémica ganadera (la de las macrogranjas y el ministro de Consumo, Alberto Garzón), que los políticos cordobeses quieren arrastrar hasta el mismísimo salón de plenos, pensando quizá que no nos basta con escuchar este debate a nivel nacional y necesitamos dos tazas. Con este atracón de macrogranjas, el Pleno reiterará los bipolares y bipolarizados argumentos (donde hoy dicen digo algunos dijeron ayer diego y todos aseguran que son más de campo que las amapolas), mientras el ganado (que a estas alturas ya no sabemos si son los cerdos y las vacas o nosotros mismos) espera la inmunidad de rebaño, si no del covid, al menos de estas polémicas. Una semana en la que, por cierto, se ha trasplantado con éxito en Estados Unidos el primer corazón de cerdo (espero que fuera de granja extensiva) a un humano.

También replicarán en Capitulares el nuevo frente abierto por la comunidad de Madrid a cuenta del reparto de los fondos Next Generation, en el que Isabel Díaz Ayuso acusa a Pedro Sánchez de politizar el reparto del dinero europeo y favorecer a los ayuntamientos socialistas.

Córdoba, de momento, ha presentado proyectos para captar estos fondos por valor de 24,5 millones, de los que 4,5 millones ya les han sido concedidos y 17,2 millones están pendientes de resolución. De momento, la capital solo ha sido descartada de las ayudas al comercio, al tumbarse un proyecto para el que se pedían 2,8 millones. El PP ha puesto el grito en el cielo, y el PSOE, airado, ha replicado recordando que nos han dado hasta la base militar y llevando al Pleno otra moción de patada en la espinilla a la Junta de Andalucía por el tema de la sanidad pública y el atasco de la atención primaria (días después, también es puntería, de que se haya puesto la primera piedra del ambulatorio de El Naranjo).

El Pleno, por cierto, se adelanta al martes porque media Corporación se marchará a mitad de semana a Fitur, donde Córdoba tendrá por segundo año consecutivo un estand propio: más grande, más tecnológico, más innovador, más precioso, pero más lejano que nunca del expositor de Andalucía (habrá que coger por lo visto un buggie para ir de uno a otro). Para ahorrarse sofocones, la delegación de Turismo no ha programado este año eventos en exteriores tipo Kitchen, una iniciativa de la que el equipo de gobierno sigue haciendo la lenta digestión de sus facturas.

La Feria Internacional del Turismo, Fitur, llega en plena discusión sobre el Instituto Municipal de Turismo (Imtur), una criatura de apenas cuatro años de edad que quieren disolver porque así lo ha pedido Vox como requisito para aprobar los presupuestos municipales del año en curso. PP y Cs han accedido a la propuesta con el argumento de que lo que falla es el continente (o sea, el Imtur como tal) y que cuando los trabajadores y los directivos pasen a la casa matriz todo será coser y cantar y funcionará de maravilla. La plantilla mira con recelo y biodramina para el mareo del que podría ser su segundo trasvase: ya pasaron del extinto Consorcio de Turismo al Imtur, en Rey Heredia, de ahí quedó pendiente una mudanza a la Pérgola, y ahora quieren llevarlos a la delegación de Turismo. Encima el viaje se produce en un mar municipal en pleno temporal de estabilización de interinos.

Hablando de mares revueltos, apuntar un posible naufragio: el del contrato para el espectáculo nocturno del Alcázar, que lleva sin ofrecerse desde el 17 de octubre de 2019 y que corre peligro de quedar desierto, como ya alertó la tristemente fallecida Amparo Pernichi. La concejala de IU deja un legado de honradez y trabajo en la gestión de lo público digna de destacar en tiempos de desapego y recelos hacia la política.

Por último, señalar que los señores capitulares dejaron para mañana lo que pudieron hacer en la comisión del Imdeco, que vivió una sesión dadaísta en la que votó en contra del dictamen hasta el grupo proponente del texto de conclusiones (Vox).

Sirva de moraleja de este sindiós el oso torcido de la cabalgata de Cádiz. Mientras toda España disfrutaba de los memes y alababa la gracia de los de la Caleta, allí la oposición se desgañitaba pidiendo la dimisión de la concejala de Fiestas, al tiempo que esta decía que tenía claro que todo había sido «un acierto». Cuando hay animales de por medio todo es cuestión de perspectiva. Que se lo digan si no a los cerdos de las macrogranjas.