Carmen tiene 64 años y ha sufrido tres episodios depresivos a lo largo de su vida. El primero fue a raíz de su divorcio, el segundo tras un problema de salud que la obligó a dejar el senderismo, una de las actividades que siempre la ayudó a mantener en forma su estado de ánimo y el último, hace siete meses, sin motivo aparente aunque sospecha que la soledad y el aislamiento de la pandemia hayan influido. «Ha sido la peor, perdí el apetito y 9 kilos que aún no he recuperado, no podía dormir, me daba taquicardia, me sentía como si mi batería se hubiera descargado totalmente», explica. Tras años de psicoterapia, acudió al psiquiatra animada por sus hijos. «Todo era un mundo», afirma, «me ha costado meses volver a sentirme bien, con pastillas y paciencia, se puede salir, pero lo importante es pedir ayuda y tener voluntad», confiesa. «yo no sé cuánto dinero habré gastado en vida en psicólogos, y gracias que he podido, porque habrá criaturas que no puedan... solo sé que a veces el sufrimiento psíquico duele más que el físico». El caso de Carmen es un ejemplo de los miles de cordobeses que a diario sufren depresión y con ayuda, la superan. Nunca se ha hablado más de la importancia de la salud mental que desde el inicio de la pandemia de coronavirus, una situación de crisis generalizada que ha puesto a prueba la resistencia psicológica de millones de personas, sometidas a un entorno hostil a todos los niveles por un tiempo que dos años después, sigue siendo indeterminado. 

Este jueves se celebra el Día Mundial contra la Depresión, una de las patologías crecientes y que, según muchos expertos, alcanzará su punto máximo en los próximos años si no se toman medidas cuanto antes. Según Carmen Prada, psiquiatra y jefa del servicio de Salud Mental del hospital Reina Sofía, «desde hace años asistimos a un aumento progresivo de los cuadros depresivos-ansiosos, que se manifiestan con síntomas como la falta de ilusión, tristeza, inapetencia, alteraciones del sueño, pérdida de confianza o insatisfacción ante la vida, y sobre esta ola previa, el covid ha caído como un meteorito que ha disparado la incidencia, algo que se está empezando a notar en la presión asistencial ahora, dos años después del inicio de la pandemia».

El covid ha caído como un meteorito que ha disparado la incidencia, algo que se está empezando a notar en la presión asistencial ahora"

Estos cuadros que antes representaban más del 60% de las consultas y ahora pueden llegar a ocupar el 80%, se reflejan también en «un incremento de la ideación suicida, las autolesiones y la no apetencia por la vida o deseos de muerte que reflejan el grave malestar psíquico de una gran parte de la población», señala. Según los datos que maneja Prada, la demanda de consultas de especialista, tanto telefónicas como presenciales, ha crecido un 25% en el 2021 lo que ha alargado aún más los tiempos de espera «que en el mejor de los casos es de 15 o 20 días, pero en otros muchos llega a mes y medio o más». Con el mismo personal (si no mermado por las necesidades del coronavirus), psiquiatras y psicólogos del Reina Sofía atendieron en el 2019 un total de 50.770 consultas mientras que en el 2021 la cifra creció hasta 56.599. A estas hay que sumar el resto de intervenciones terapéuticas que no se contabilizan.

Los cuadros ansioso-depresivos representan el 80% de las consultas de Salud Mental del hospital Reina Sofía

La dificultad para recibir atención psicológica pública hace que muchas personas sin recursos para acudir a la privada empeoren, lo que podría explicar que «no solo se están presentando más consultas cuantitativamente sino que los pacientes llegan en peor estado», indica Prada. La prevalencia del trastorno ansioso depresivo es mayor entre las mujeres, «en gran medida, porque las mujeres tienen más facilidad para expresar lo que sienten y son menos reacias a pedir ayuda que los hombres.

Para la jefa de Salud Mental del Reina Sofía, que recuerda que el año pasado se llevaron a cabo iniciativas interesantes como la puesta en marcha del psicólogo clínico en Atención Primaria como experiencia piloto, «es necesario destinar más recursos en todos los niveles asistenciales y también sociales y educativos porque no solo es importante tener más consultas para atender a más enfermos sino reducir el número de pacientes fomentando la prevención y la detección precoz». En su opinión, «si no se actúa en este sentido, la enfermedad va a seguir aumentando y el sistema sanitario cada vez peor». 

Según su percepción, el incremento más llamativo de casos ansioso depresivos se está produciendo entre los jóvenes y adolescentes, por lo que considera necesario, sobre todo, tras el impacto de la pandemia, «trabajar en la creación de redes afectivas donde haya intercambio de afecto, de reconocimiento, y enseñar a digerir la frustración porque tener expectativas es muy importante, pero siendo consciente de que esas expectativas no siempre se tienen que cumplir».

Para combatir la ansiedad de forma natural, los expertos recomiendan además mantener hábitos de vida saludables como forma de prevención y que van desde una alimentación adecuada y variada a la práctica regular de ejercicio físico y el desarrollo de actividades placenteras como la lectura y otro tipo de hobbies que ayuden a liberar endorfinas y a alejar los pensamientos negativos.

El malestar psíquico puntual no es sinónimo de depresión. La depresión requiere que ese malestar sea prolongado en el tiempo y que altere el ritmo de vida de la persona, algo que un diagnóstico precoz podría evitar. En cuanto al tratamiento, los fármacos no siempre son necesarios, según la psiquiatra, «depende de los niveles de disfuncionalidad de cada persona y aunque a veces es imprescindible su administración, también es fundamental una intervención psicológica de apoyo y escucha complementaria».