El Colegio de la Asunción de Córdoba fue utilizado como un "lobby familiar" por la aristocracia local como un paso de espera hasta llegar al Cabildo de la Catedral, sin atender a su función de "solventar la problemática de la deficiente formación de los eclesiásticos de la diócesis cordobesa", según una tesis defendida en la Universidad de Córdoba por Isabel Barrado Jiménez.

La institución, fundada en 1569 por Pedro López, médico del Emperador Carlos y de Felipe II y "emanada de los preceptos tridentinos que abogaban por una mejor y más cuidada formación sacerdotal", sirvió, en cambio, a los comerciantes de Cádiz como plataforma para acceder a la catedral gaditana y como espejo para que los duques de Arcos crearán un ente similar en Marchena (Sevilla).

La autora de la tesis doctoral reconoce a la Agencia EFE, que "la palabra lobby aparece literalmente un montón de veces en mis apuntes" durante los más de cuatro años de trabajo que le llevó el primer estudio en profundidad sobre esta institución cordobesa, que abarca sus dos primeros siglos de existencia, "lo que pasa que no se puede poner porque no queda bien en términos históricos".

El colegio, que pasó a ser sede del Instituto Provincial aunque conservó su función de residencia hasta bien entrado el siglo XX, más que ser "corporativamente un lobby, son sus integrantes los que lo utilizan como lobby", ya que "como tal no llega a tener nunca una entidad importante como para significar prácticamente nada en Córdoba".

Para Isabel Barrado, "puede haber más una pugna entre familias para entrar al colegio para posicionarse en Córdoba a nivel social, más allá de utilizar al colegio como plataforma de cualquier cosa", fue un lugar, agrega, "mientras esperan un puesto en la catedral de Córdoba" donde, conforme precisa en la tesis, "se procuraron, a lo sumo, una formación básica, pero no teológica como fue la pretensión del fundador", que seguía la filosofía del Concilio de Trento y, aunque no está confirmado, por una supuesta amistad con san Juan de Ávila.

De ahí, de que la institución "no sirvió jamás como herramienta de colocación ni como trampolín hacia las esferas administrativas de la Corona castellana, rasgo principal este de las instituciones universitarias de carácter colegial", subraya la tesis.

Según sus datos, de 1.100 colegiales, únicamente quince o veinte alcanzan puestos de relevancia y ninguno, incluso quienes acceden al Cabildo Catedral de Córdoba, muestran "orgullo corporativo" por su pertenencia colegial.

Los que sí se benefician de la formación, que impartían los jesuitas en el Colegio de Santa Catalina, ya que la Asunción era solo residencia, son "aquellos aspirantes al sacerdocio pobres que no pudieran costearse sus estudios" y que con las nociones básicas de artes y filosofía tenían suficiente para ejercer en su pueblo, "prácticamente con saber escribir", apostilla Barrado.

Una de las peculiaridades del Colegio es, apunta, que "los expedientes de limpieza de sangre son completamente una farsa en todos los planos", lo que permitía de facto el libre acceso.

"Los expedientes de limpieza de sangre en la Asunción son un papeleo, una burocracia, no tienen entidad ninguna, son copias unos de otros, siguen una plantilla en la que se rellena el nombre sin investigar quiénes son los padres ni los abuelos, incluso ingresan huérfanos", afirma la autora de la tesis.

De hecho, enfatiza, "de los 1.100 alumnos no se echa para atrás a ninguno porque no interesa, el filtro de la Asunción no funciona" y, por ello, comenta, los comerciantes de Cádiz, "que están mal vistos por la gente de la burocracia que pasa por los colegios", recurren a la Asunción que "sí que le permite revertir su carrera hacia la catedral gaditana", a la que le da entrada y, en contra de lo que sucede con los colegiales cordobeses, sí se muestran orgullosos de haber pasado por sus celdas.

A juicio de Isabel Barrado, "la carencia por todos los ámbitos hace que el colegio sea singular, se conforme como un ente totalmente distinto a lo que había en toda Castilla y es lo que al final marca su discurrir, por eso se convierte en un centro de encuentro más que en un centro educativo".

Para eso sirvió el Colegio de la Asunción durante sus dos primeros siglos de existencia, ya que "las grandes universidades están en Salamanca, en Alcalá y en Valladolid y de ahí salen realmente los burócratas del sistema" para la Corona de Castilla.

"No obstante, no fue el único centro con este particular perfil, ya que la génesis y puesta en marcha del Colegio de la Asunción sirvió de modelo para la fundación de otro colegio de idénticas características en la ciudad de Marchena, la cual estaba fuertemente vinculada al contexto de la institución educativa cordobesa a través de la labor de los duques de Arcos, principales benefactores del Colegio de la Asunción y señores de aquella villa sevillana", refiere la tesis