La solidaridad es uno de los factores claves para el cambio social. Lázaro Castro (más conocido como padre Lázaro) y Ángel Roldán (padre Ángel) son ejemplo de ello. En el caso del padre Lázaro, germen de Proyecto Hombre en Córdoba, del que fue responsable desde enero de 1993 hasta 2017, es una figura representativa de la solidaridad permanente en la ciudad de Córdoba pues, a pesar de no estar al frente de este centro a día de hoy, continúa con su labor y su dedicación a estas personas como voluntario. Por su parte, el padre Ángel se dedica desde hace seis años a prestar ayuda a aquellas personas que no tienen empleo a través de su proyecto Samaría. Con este propósito se forma a personas en diferentes ámbitos como puede ser la hostelería, la jardinería o la albañilería para que puedan acceder a un empleo digno.

Dos visiones y experiencias vitales diferentes, pero con un mismo objetivo, que coinciden en tiempo y espacio en la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, en el Parque Figueroa, y que ofrecen su perspectiva de la solidaridad.

¿Cuál es el verdadero significado de la solidaridad?

Padre Lázaro (PL): La solidaridad la he vivido de distintas formas, ángulos y maneras. Todas las personas se vuelcan ante una catástrofe o algo anormal y puntual que ocurra en un barrio o una familia. Esa solidaridad no es la de cada día, es otra muy distinta. Hablamos de un sentimiento de pena y no termina de desgarrar para que haya una continuidad. Hay una parte sensible en nosotros como personas que nos hace seguir ayudando y colaborando, pero hay otra parte más reacia. Y en un tercer punto sí que me gustaría destacar que la solidaridad no consiste solo en dar a aquel que no tiene, que, por supuesto, es necesario, yo doy un paso más, ya que al marginado y al pobre lo atendemos en lo primario, pero siempre falta esa parte espiritual.

Padre Ángel (PA): Para mí la palabra solidaridad sería igual a la palabra caridad y amor. Esa caridad la tenemos con la pobreza material y la pobreza existencial, por lo que coincido con usted, padre Lázaro. Es mucho más fácil dar 50 euros y limpiarnos esa conciencia material. Por supuesto, que hay que darle el pan, pero también tenemos que tender la mano para que estas personas encuentren un motivo por el que levantarse cada día.

¿Tiene esta solidaridad espiritual relación con aquellas personas que no tienen familia y que por diferentes motivos no se encuentran acompañadas?

PA: El amor es acompañar, escuchar, consolar, cuidar y compartir con todo aquel que viene. Es ir más allá. Cáritas y la Iglesia no consiste en darte de comer, porque «no solo de pan vive el hombre». En unos días estaremos en Navidad, una época donde se supone que todos somos felices. ¿Nos paramos realmente a pensar en las personas necesitadas en estas fechas?

PA: A mí en estas fechas me gustaría recordar a aquellos que no tienen familia, pero también a aquellos que no tienen trabajo. El trabajo dignifica a las personas y la falta de trabajo te entristece, aún más si cabe en estas fechas. Por eso nuestro plan de Cáritas es un plan de acción formativa laboral llamado Samaría.

PL: La Navidad tiene algo tan especial y tan de paz que crea un clima de silencio a nivel mundial y por el que muchas personas luchan por derribar. Pero estamos acostumbrados a pensar en Navidad en aquellas personas que no tienen a nadie o personas que están en la calle. Nos fijamos siempre en los mismos, en los marginados y en el pobre. Pero, a día de hoy, ¿quién es el pobre? El pobre es un latigazo que se da a la Iglesia y que nos hace movernos. Todo esto es fundamental porque los proyectos que estamos haciendo o, al menos, los que se hacían antes, son proyectos de intervención con una familia donde se evaluaba, se arreglaba y se le encontraba un trabajo. Y como ya tenía trabajo, pues ya habíamos terminado. No es así, ahí es cuando tengo que empezar y seguir para hacerla digna.

Pero estas personas, cuyas necesidades básicas no están cubiertas, ¿cómo buscan su integridad como persona? ¿Valoran realmente lo espiritual más allá de lo material?

PL: A la persona que no tiene ingresos, lo primero que le mueve es la necesidad de vivir. Bueno, no de vivir, de sobrevivir. Y sobre esto tendríamos que reflexionar todos, en no crear unas necesidades que nos hagan vivir por encima de nuestras posibilidades o necesidades. Si yo tengo 8 y con 4 sobrevivo, esos 4 que me sobran pertenecen a quien no tiene nada. De esa manera estamos sobreviviendo y estamos ayudando. La vida es luchar por la existencia, por las necesidades que tenemos como personas y a veces no somos valientes, porque vivimos en «planos» (explica con una mano por encima de otra), cuando yo tengo que mirar desde arriba a aquel que está abajo es cuando yo estoy despreciando. Ese es el compromiso y el valor que la persona no tiene. No nos paramos a pensar en «esta persona tiene una necesidad y debemos volcarnos con ella», ya que «en tiempos de necesidad todo es de todos».

PA: Estoy de acuerdo. «En tiempos de necesidad todo es de todos», es una frase muy atrevida (se ríe). Realmente cuando hay una catástrofe o una necesidad muy grande, como puede ser la pandemia o la erupción del volcán de La Palma, si mucha es la necesidad, mucha es la caridad y la generosidad. Pero debemos concienciar sobre la caridad permanente.

PL: «En tiempos de necesidad todo es de todos» (vuelve a repetir la frase). Pero si todo es de todos, ¿por qué algunos tiran comida y otros pasan necesidades? Porque quizás los que estamos acomodados en el plano de arriba estamos en una posición meramente humana. Nos falta una posición y un latigazo espiritual. Porque, ¿quiénes son los ricos y quiénes son los pobres? Hay ricos tan ricos que son los más pobres. Hoy en día, incluso en la Navidad, nos hemos materializado de tal forma que ya la sensibilidad dentro de nosotros está como una cáscara de nuez que le hemos puesto para que no penetre nada dentro.

PA: Es lógico que una persona busque solución primero a su necesidad material, pero siempre hay que ir más allá.

Entonces, ¿creen que tiene que venir una pandemia o una catástrofe para que las personas seamos conscientes de que la solidaridad es necesaria?

PA: No tiene que venir algo malo para que la gente sea más solidaria. Pero sí debe haber más conciencia de que todo es de todos. Tenemos que concienciar a las personas.

PL: Yo he pensado mucho en eso, sobre todo, en tiempos de pandemia. Es una pregunta que no he dejado de hacerme a mí mismo. ¿Ha venido un bichito que no es nada y ha tambaleado el mundo? Un bichito ha echado por tierra todo, y aun así no hemos cambiado. Seguimos igual. Siempre estamos pensando en llegar a la normalidad, pero ¿qué normalidad? ¿La normalidad de antes en la que cada uno hacía lo que le daba la gana? ¿Qué se puede hacer para concienciar y cambiar eso? No lo sé. Quizás cambiar el corazón. Un profesor mío dijo una frase que se me quedó grabada: «Se es lo que se es según es el corazón». Yo pensaba en su día que esa frase era muy profunda. Y lo pienso así a día de hoy. Si yo quiero cambiar tengo que ver cómo es mi corazón.

Hablan de la nueva normalidad, ¿creen que este nuevo escenario vendrá acompañado de unos corazones más solidarios?

PA: Yo tengo esperanza. El cristiano es optimista y siempre mira el más y no el menos. Teniendo este pensamiento puede ser que hayamos aprendido algo, al menos a vivir más el amor.

PL: Yo creo en el cambio de la persona. Los años que he estado como responsable en Proyecto Hombre me han hecho creer en ello. Mientras todos creamos que el cambio de la persona es posible, podremos hacerlo. No debemos cerrar la puerta a las personas para que cambien. Debemos mantener una actitud abierta de que toda persona puede cambiar tenga la edad que tenga. No cabe duda de que la pandemia provocada por el coronavirus ha hecho que muchas personas hayan cambiado y tengan otro estilo de vida distinto con una interioridad seria y profunda.

Teniendo en cuenta vuestro paso como personas solidarias desde hace tantos años, ¿creen que esa actitud es más abierta actualmente?

PA: No podemos hablar de estadísticas porque no las tenemos, pero la gente es generosa y ayuda. Quizás actualmente esté más institucionalizada. No sé cómo estaba antes, eso quizás sepa explicarlo mejor usted, padre Lázaro.

PL: Pues yo creo en la solidaridad totalmente. Y lo digo por experiencia. Siempre he tenido confianza en las personas y en los cordobeses. Porque Proyecto Hombre no es mío, es de todos. Es una cosa de todos y todos tenemos que volcarnos. Si la gente no quisiera se cerraría. Y la respuesta de todas las personas hacia este proyecto ha hecho que yo crea en la solidaridad. Siempre educando a nuestro corazón, ya que hará que la solidaridad sea cada vez más fuerte. Pero hay que mojarse, la realidad se hace efectiva cuando algo necesario se cumple. Porque «obras son amores…».

PA: «…y no buenas razones» (termina la frase).

A lo largo de todos estos años, ¿qué caso ha marcado más?

PL: Hay varios casos, me cuesta centrarme solo en uno. Por ejemplo, me viene el recuerdo de dos o tres extranjeros que vinieron a Proyecto Hombre y que estaban totalmente en la calle. No tenían nada ni a nadie. Estuvimos hablando y trabajando con ellos y después de decirles todo lo que podríamos hacer por ellos, dijeron «aquí estamos». A día de hoy están trabajando y son felices. Salieron de la nada y gracias a Proyecto Hombre tienen su trabajo y han formado su familia.

PA: Yo recuerdo el caso de un hombre discapacitado que me llamó por teléfono y su primera frase fue: «Don Ángel, tengo el frigorífico vacío. ¿Usted puede hacer algo por mí?». Efectivamente, fui y estaba vacío, le ayudamos y se emocionó bastante.

Padre Lázaro: "No debemos cerrar la puerta a las personas para que cambien"

Y sobre la solidaridad permanente en la ciudad de Córdoba, ¿existe realmente?

PL: Yo, lógicamente, nunca dejaré Proyecto Hombre, estaré aunque no esté. Proyecto Hombre siempre tendrá un sentimiento muy profundo dentro de mí. Ha marcado una época en mi vida. Antes de ir a Proyecto Hombre sabía lo que era la integridad de la persona, pero de la cabeza, no de aquí (se señala el corazón). Ahí fue cuando yo entré interiormente en el corazón de todos. Ahí entendí la liberación integral de la persona y, sobre todo, a vivirlo y a experimentarlo. Eso te deja una marca para siempre.

PA: Nuestro proyecto podría llamarse también Proyecto Hombre en el «entender» que el trabajo es aquello que dignifica a la persona. Podríamos llamarle Proyecto Hombre Samaría.

PL: Podemos jugar un poco con las palabras. «Proyecto Hombre» sabemos todos lo que es. Pero, ¿todo hombre tiene hecho su proyecto? Creo que esto es clave. Los chicos que van a Proyecto Hombre tienen 3 o 4 meses para reflexionar sobre su proyecto de vida. Y todos salen de allí con él. Entonces, ¿tengo yo hecho mi proyecto de vida? Hay que pensarlo…

PA: Hay que pensar hacia dónde vamos, todo tiene un por qué y un para qué. Ya lo decía Nietzsche (entre risas).

Por último, hablemos sobre el futuro, ¿cómo ven las acciones solidarias en el futuro?

PA: Debemos continuar en el proyecto de salvar a las personas para hacerlas felices. Hay que corregir los errores y acentuar los aciertos.

¿Es importante para ello tener en cuenta la unión de los corazones entre todos?

PA: Está muy bien que digas entre todos. Esto no lo va a salvar nadie. Esto se salvará si entre todos damos un paso hacia delante.

PL: Yo siempre he pensado, ¿quién arregla esto?

PA: Entre todos.

PL: Si como cristianos no damos el primer paso, estamos perdidos. Mi proyecto de futuro es el proyecto que Dios quiera sobre mí. Y entre todas las cosas, está esa liberación integral e interior de la persona, donde viva la paz y la felicidad. Si al pobre le doy solo comida…

PA: Lo haces más pobre.

PL: Le estoy robando. No le doy aquello que le pertenece. Esto es duro decirlo, me estoy definiendo como ladrón por no dar a Cristo a quien más lo necesita. Es fuerte…

PA: Pero es real. Cristo tiene algo que dar a todas las personas para su felicidad, y nosotros como cristianos somos los encargados.

PL: Y que nuestra ayuda siempre sirva al prójimo todo el año. Para nosotros la Navidad debe ser todo el año.