Esta semana se han cumplido 33 años de la huelga general convocada el 14 de diciembre de 1988. Tras ésta, ha habido otras nueve (incluyendo el paro internacional de mujeres de 2018), y ninguna ha cosechado el éxito de seguimiento de la primera. CCOO y UGT se aliaron como no lo habían hecho hasta entonces para protestar contra las políticas neoliberales de Felipe González. El 14-D del 88 secundaron la huelga ocho millones de trabajadores, lo que supuso un seguimiento de más del 90%, algo histórico y, por qué no decirlo, puede ser que irrepetible.

Juan Jiménez Costilla era el secretario general de CCOO en Córdoba por aquel entonces, llevaba cuatro años en el cargo y aún le quedarían otros cuatro más. Jiménez Costilla viaja hasta el año 1982 para explicar el germen de aquella convocatoria. Ese año, el PSOE de Felipe González gana las elecciones con mayoría absoluta y con un programa de marcado tinte social, recuerda el sindicalista. «Se hablaba de crear 800.000 empleos, de subir las pensiones y los salarios, pero todo aquello se vio defraudado», cuenta Jiménez Costilla.

Coche de la Guardia Civil frente a varios trabajadores, durante el día de la huelga en el polígono de la Torrecilla. FRANCISCO GONZÁLEZ

Poco tiempo después, España llega a los tres millones de parados, se produce la reconversión industrial y el país se sume en una de las mayores crisis económicas de su historia. En el año 84 se firma un acuerdo económico y social (lo firmaron Gobierno, CEOE y UGT, mientras que CCOO se quedó fuera), pero esto también fracasa. Llega el año 1986 y se percibe cierta recuperación económica, pero a quienes había pagado las consecuencias de la crisis, es decir, los trabajadores, no les llega de la misma manera. «Recuerdo que el que era ministro de Economía, Carlos Solchaga, que ya había pedido un sacrificio a los trabajadores antes, cuando llega la recuperación insiste en que hay que apretarse el cinturón», rememora Jiménez Costilla.

Juan Jiménez Costilla era secretario general de CCOO de Córdoba por aquel entonces. A. J. GONZÁLEZ

El por entonces secretario general de CCOO en Córdoba explica que las razones para convocar la huelga se unieron poco a poco, pero hubo un detonante, el Plan de Empleo Juvenil anunciado por el Gobierno de Felipe González. «Pretendían que los jóvenes fueran contratados con salarios inferiores a los de los convenios del sector», apunta el sindicalista, que añade más reivindicaciones al caldero. Los sindicatos exigían el derecho a la negociación colectiva de los trabajadores públicos, más cobertura para los pensionistas y también para los desempleados ya que solo un 30% de los parados tenía cobertura. Todo ello desembocó en la convocatoria de huelga, aunque previamente se había intentado negociar con el Gobierno que, considera Jiménez Costilla, «no mostró interés».

¿Por qué tuvo tantísimo éxito aquella convocatoria? El sindicalista cordobés cree que «hicimos un buen trabajo». En el caso de Córdoba, se recorrieron la provincia hasta el último rincón, fueron a todos los centros de trabajo, trasladaron el mensaje a una sociedad que ya acumulaba un hartazgo considerable. Jiménez Costilla explica que la última asamblea, el 13 de diciembre, la tenía en Pozoblanco, en Covap. Ese día había hecho una ruta informativa por el norte que le había llevado también a Alcaracejos o a Hinojosa. «Me estaba quedando sin gasolina, pero tenía que llegar a Pozoblanco», recuerda. El miedo a quedarse tirado en medio de la carretera no era infundado. Aunque la huelga empezaba a las 00.00 horas (imagen mítica del paro fue la señal apagada de TVE justo a esa hora), en las gasolineras se inició a las 22.00 porque había que hacer cambio de turno. «Llegué a las diez menos cinco», añade.

El detonante de la huelga fue el Plan de Empleo Juvenil presentado por el Gobierno de Felipe González

Como en el resto de España, en Córdoba la huelga fue un rotundo éxito. Las calles estaban vacías, los negocios cerrados. El seguimiento fue innegable y, sin embargo, ahora parece complicado que pueda volver a repetirse. Jiménez Costilla cree que una de las claves está en la pérdida del tejido industrial, un sector en el que la movilización laboral es mayor que en otros. El exsecretario general de CCOO en Córdoba recuerda la fortaleza de fábricas como la Westinghouse o Electromecánicas, algo que ya se ha perdido. También cree que a partir de la mayoría absoluta de José María Aznar se desarrolló una política de debilitación de los sindicatos. «Nos ponían como personas que no querían trabajar y eso ha hecho mella en la sociedad en general y en parte de los trabajadores», lamenta.

Francisco Pérez Haro era secretario de organización de la Federación de Servicios Públicos de UGT Córdoba por aquel entonces. Ve complicado que un éxito de convocatoria como el del 88 pueda volver a repetirse. Insiste en que «la lucha sigue siendo la misma, pero los mecanismos han cambiado, la forma de llegar al trabajador es distinta». Como cuenta Pérez Haro, en el 88 el éxito llegó porque los sindicatos «saltaron a la calle, a los pueblos, recorrimos la totalidad de la provincia, nos reuníamos hasta con asociaciones de vecinos». Este sindicalista también señala el cisma que se produjo a raíz de la huelga entre UGT y el PSOE. «Cuando íbamos a los municipios nos reuníamos en las casas del pueblo, que eran espacios compartidos entre el PSOE y el sindicato. Cuando entrabas allí se notaba la tensión en el ambiente, hubo muchos amistades que se rompieron», visualiza Pérez Haro. A día de hoy, el sindicalista sigue participando de la actividad de UGT y afiliado al partido, pero en aquel momento, reconoce, «había que tomar una decisión y yo siempre me he desenvuelto mejor en lo sindical que en lo político».

Francisco Pérez Haro era secretario de organización de la Federación de Servicios Públicos de UGT Córdoba. A. J. GONZÁLEZ

Pérez Haro, además, entiende que ni a corto ni a medio plazo, con el Gobierno actual, vendrá ni una convocatoria de huelga general ni un seguimiento masivo en el caso de que la hubiera.

La del 88 fue convocada por CCOO y UGT, y después apoyada por el resto de sindicatos. Uno de ellos fue la Unión Sindical Obrera (USO). Julio Salazar era secretario general de USO a nivel nacional por aquel entonces y entiende que en el éxito de la convocatoria confluyeron varias cosas, entre ellas, «el hartazgo contenido y la impotencia social». «Llevábamos tres años de mejora de la economía y, sin embargo, eso no repercutía en la clase trabajadora», apunta Salazar.

Este sindicalista entiende también que repetir algo así será muy complicado y señala como una de las causas el «individualismo» imperante en la sociedad actual y «un importante desarraigo en cuanto a las movilizaciones masivas». «Existe una contrariedad y es que a más precariedad y a más pérdida de derechos, menos batalla para recuperarlos», sentencia.

Una mirada sindical desde la actualidad

Los responsables sindicales actuales echan la vista atrás para hacer un análisis del 14-D en pleno 2021. La secretaria general de CCOO en Córdoba, Marina Borrego, cree que la movilización de por aquel entonces tenía reminiscencias de una democracia recién conseguida. La mayoría de trabajadores de ahora, apunta, «ya han vivido en democracia, pero hay que recordar que los derechos no son perpetuos, que tienen que lucharse». Borrego entiende también que la concepción actual del sindicalismo está mermada «por culpa de las políticas que se llevan a cabo».

Sin embargo, recuerda, «hacemos muchas movilizaciones, no hemos parado y en CCOO no hemos perdido fuerza». Aun así, reconoce que a nivel laboral «no existe la fuerza de antes, no tenemos grandes empresas, que movilizan mucho más, y no hay un movimiento obrero como el que había por aquel entonces».

Esa pérdida de credibilidad o de capacidad de movilización también la señala el secretario general de UGT Córdoba, Vicente Palomares, que opina además que «la gente está acomodada y hay que recordarle que lo que tenemos ahora se consiguió a través de aquellas luchas». Palomares incide, además, en que lo ideal sería no tener que convocar una huelga general porque cuando esto se produce «es porque las condiciones son muy negativas». Añade también que, en cualquier caso, cuando esto se produce «la única forma de atajarlo es la lucha»