La profesión de fotógrafo siempre ha tenido una imagen muy romántica y aventurera. Un cliché que la literatura y el cine ha agigantado en sus películas, especialmente en las protagonizadas por reporteros de guerra. Este es el caso de los célebres fotoperiodistas Robert Capa y Gerda Taro, a quienes su leyenda durante la Guerra Civil española, hoy, ya iguala a sus icónicas imágenes. Muchísimo menos conocido es el caso del reportero cordobés Adolfo Torres Barrionuevo (Córdoba 26.10.1891-Madrid 1957). Uno de los pioneros de la profesión en Andalucía y que disfrutó de una vida no menos cinematográfica.

 

Sus ideales le llevan a enrolarse en la Legión Extranjera de Francia, con la que participa en la I Guerra Mundial

Adolfo nació en el seno de una familia cordobesa de clase media. Estudió con brillantez el bachillerato en el Instituto General y Técnico de Córdoba, hoy IES Góngora. Con 20 años, ya colaboraba como corresponsal gráfico de la prestigiosa revista andaluza La Unión Ilustrada. Poco después, sus ideales le llevan a enrolarse en la Legión Extranjera de Francia con la que participa en la I Guerra Mundial. Finalizado el conflicto bélico, en 1921, Don Canuto, cariñoso apelativo por el que era conocido en la ciudad, quizás por su delgada figura, ejerce de secretario particular del gobernador civil de Córdoba, Julio Blasco Perales. Una tarea que, desde ese mismo año, compagina con su profesión de fotoperiodista en los prestigiosos semanarios madrileños Nuevo Mundo y La Esfera, hoy, éticamente, algo impensable. En esta década, Torres despliega una labor profesional frenética. Ejerce de periodista en el decano de la prensa cordobesa, Diario de Córdoba. Dirige varios semanarios de información general en la ciudad como Renovación y Actualidad. También es fotógrafo de La Voz, primer diario gráfico cordobés, donde, entre otros muchos reportajes, publica en 1926 las primeras fotografías aéreas que conocemos de la provincia y creemos que, incluso, llegó a ser piloto.

0 1927 El prícipe de Asturias y el infante Jaime en Córdoba.jpg Adolfo Torres Barrionuevo

Ya en los 30, Adolfo continúa con su intensa labor gráfica, realizando, entre otros, el icónico reportaje de la proclamación de la II República en Córdoba. Unas imágenes históricas entre la que sobresale su instantánea de varios jóvenes colocando la bandera republicana al Gran Capitán en las Tendillas. Tras vivir unos meses en Argentina, en 1930, su afán aventurero y sus aptitudes para viajar en los primeros aeroplanos de la historia le llevan, en 1935, a embarcarse como fotógrafo de la expedición científica española Artabro al Amazonas. Aunque, finalmente, el estallido de la Guerra Civil impide la ejecución de este proyecto de la República, que aspiraba a realizar un completo mapa topográfico de la selva sudamericana.

A la espera de su salida hacia el continente americano, Torres trabaja en Madrid como fotógrafo del Servicio de Vuelos del Catastro. Una labor que compagina con sus colaboraciones fotográficas en varios medios madrileños, ideológicamente tan diversos como ABC, Ahora, El Socialista o El Heraldo. Pocos días antes del comienzo de la guerra, el reportero es detenido mientras fotografía el entierro del político conservador José Calvo Sotelo en un incidente con Ángel Ramírez capitán del Cuerpo de Asalto de la capital. Un suceso que, unido a su puesto de fotógrafo en el Servicio de Vuelos y fotografías del Servicio de Información del Estado Mayor del Ministerio de la Guerra, le lleva a ser investigado por el gobierno de la República como sospechoso social. El 6 de mayo de 1937, Adolfo es detenido y acusado de ser insuficientemente afecto a la causa del gobierno legítimo de la República y de estar afiliado a Falange.

Pocos días antes del comienzo de la guerra, el reportero es detenido mientras fotografía el entierro del político conservador José Calvo Sotelo

Sin duda, las autoridades republicanas creerían que el fotoperiodista cordobés formaba parte de la célebre Quinta Columna. Un calificativo que el general Mola dio a los colaboradores del golpe que se encontraban en Madrid, desde donde trabajaban clandestinamente a favor de los golpista mientras la capital era asediada por las otras cuatro columnas de tropas franquistas.

1931 Proclamación de la República en la plaza de las Tendillas Adolfo Torres Barrionuevo

Durante el juicio, celebrado de urgencia el 13 de julio de 1937, Torres afirma ser miembro desde 1936 de la Unión de Informadores Gráficos de Prensa y de la UGT y niega su afiliación a cualquier partido de derechas. Entre los testigos de la defensa participa el célebre reportero madrileño Alfonso Sánchez Portela. Este testifica cómo Adolfo ha realizado importantes trabajos para la República, facilitando fotografías de los frentes al gobierno. Además, el diputado cordobés Antonio Jaén Morente escribe una carta a su favor lamentando su situación. El jurado lo absuelve al no encontrar indicios de los cargos imputados y queda en libertad el 14 de julio de 1937.

El fotoperiodista cordobés trabajó como agente doble de los sublevados durante la Guerra Civil en Madrid y en Barcelona

No conocemos si Torres continuó con su puesto tras el veredicto. Algo poco probable al estar bajo sospecha y trabajar con información de guerra tan sensible para la República. De hecho, perdemos el rastro del reportero en los duros años del cerco de Madrid. Mientras, en Córdoba, su sobrino, Rafael Torres Iglesias (Córdoba 1908-1952), también fotógrafo de prensa cordobés, trabaja en la ciudad para los periódicos rebeldes Azul y ABC de Sevilla. Medios en los que publica diferentes reportajes propagandistas de las actividades de Falange y de los Tradicionalistas.

 

Increíblemente, recuperamos la pista de Adolfo el 22 de febrero de 1939, casi dos años después de su juicio, y nada menos que en Barcelona, tras ser tomada por las tropas franquistas. Desconocemos desde cuando y que hacía Torres en la capital catalana. Solo tenemos constancia, gracias a la prensa falangista cordobesa, que el fotógrafo se hallaba en libertad y que contacta en la ciudad condal con el Jefe Provincial del Auxilio Social de Córdoba, Nicasio Garrido, enviado de la provincia a la ciudad vencida con ayuda humanitaria. Dos meses después, el 24 de abril de 1939, Torres reaparece en Córdoba nada más y nada menos que para realizar el mejor y más cercano reportaje de la primera visita del general Francisco Franco a la provincia. Unas instantáneas que, además, publica en el diario falangista cordobés Azul, el 25 de abril, solo unas semanas después de finalizar el conflicto. Un hecho inaudito, ya que a la inmensa mayoría de reporteros madrileños, como mínimo, se les depuró con la retirada del carnet de prensa y se les impidió trabajar para ningún medio informativo, como en el caso del mencionado Alfonso. Por su parte, muchos colegas barceloneses no dudaron en huir a Francia para salvar la vida, no sin antes destruir o enterrar sus archivos para no ser utilizados por la represión franquista. Pero, sorprendentemente, al reportero cordobés que había trabajado para el Ministerio de la Guerra de la República, no solo se le permite seguir en la profesión, sino fotografiar al mismísimo Franco solo unos días después de terminar la guerra.

1921 Retrato de Adolfo Torres Barrionuevo.jpg Adolfo Torres Barrionuevo

Son muchos datos y todos apuntan en la misma dirección, que el fotoperiodista cordobés trabajó como agente doble de los sublevados durante la Guerra Civil en Madrid y en Barcelona. Una teoría muy consistente y que hacen de Adolfo Torres Barrionuevo un personaje, sin duda, digno de ser protagonista de una buena serie de espías en cualquiera de las actuales plataformas audiovisuales de moda. Pero, sobre todo, Adolfo fue un auténtico pionero del fotoperiodismo en nuestra provincia. Aunque de su archivo fotográfico apenas quedan un puñado de fotografías en alguna colección particular, además de la espectacular foto del día de la visita de Franco con las Tendillas llena de cordobeses saludando al dictador con el brazo alzado y que conserva el Archivo Municipal. Una gran pérdida para la historia de Córdoba, ya que este precursor del periodismo gráfico captó con su cámara instantes únicos de nuestro pasado, desde las primeras visitas de Alfonso XIII, a la dictadura de Primo de Rivera o la proclamación de la República. Hoy, solo nos quedan los amarillentos diarios que reproducen sus fotos con una calidad ínfima, pero que nos recuerdan al fotógrafo y su trabajo. Ambos testimonio de su tiempo.