No es amor controlar el móvil a tu pareja. No es amor pedirle las claves de sus redes sociales o el pin del teléfono. No es amor controlar los likes que recibe de otros chicos ni demostrar el cariño con gritos, celos, insultos o bofetadas. No es amor aguantar el maltrato del otro en ningún caso. El consumo de alcohol y drogas no son excusa para la violencia. Quien bien te quiere no te hace sufrir y la vida tiene sentido también si una mujer está sola. 

No es amor... Ese es el nombre del último informe de la organización Save the Children sobre la violencia machista, hecho público con motivo del Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en el que alerta de que la violencia machista afecta cada vez a chicas más jóvenes y que sigue en gran medida oculta e invisibilizada. El Instituto de la Mujer confirma esta realidad. «La atención a menores en Córdoba se ha multiplicado por dos en el primer semestre del año», tanto de niños que lo sufren directa o indirectamente a través de la violencia que se ejerce contra sus madres (177 frente a los 68 del año anterior) como de las que lo padecen en primera persona (18 frente a las 7 de hace un año). 

¿QUÉ PASA?

Todo cambia para que nada cambie

Según el estudio Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud 2021, uno de cada cinco chicos de entre 15 y 29 años considera que la violencia de género no existe, que es un invento ideológico. Sin embargo, uno de cada tres considera inevitable o aceptable controlar los horarios de la pareja, impedirle que vea a su familia o amistades, no permitirle trabajar o estudiar o decirle lo qué puede o no hacer. En este contexto, el informe No es amor recuerda que las relaciones afectivas empiezan cada vez a edades más tempranas y que los mecanismos de control digital cada vez son más variados, sin que se perciba así por parte de los jóvenes. Las formas de violencia machista se han trasladado en muchas ocasiones de la realidad al mundo virtual a través de insultos, comentarios sexistas, ciberviolencia o ciberacoso, creando un nuevo universo de violencia machista con el que los menores se familiarizan hasta normalizar conductas que no son para nada normales. Mientras unas cosas cambian, otras permanecen. Así, las chicas siguen creciendo poniendo el amor como epicentro de sus vidas y los chicos creyendo que de ellos se espera que sean protectores y controladores. Persisten, además, según recalca el informe, mitos del amor que tienden a normalizar los conflictos, los celos o las faltas de respeto. La influencia de la pornografía, a la que se accede en la adolescencia (de media, a los 12 años, según distintos estudios), fomenta estereotipos sexuales y modelos de relación machistas.

IDENTIFICACIÓN

¿Yo una víctima? ¿Yo un agresor? 

La ausencia de violencia física, la menos habitual a estas edades, no es sinónimo de ausencia de violencia machista, pero dificulta reconocerla tanto a las víctimas como a los agresores. Según Inés Serrano, letrada del turno de Violencia de Género y del Servicio de Asesoramiento a Víctimas del Colegio de Abogados, conveniado con el Ayuntamiento de Córdoba, «hay muchas jóvenes y menores que reproducen patrones sexistas y que no son conscientes en muchos casos de que lo que hacen puede ser constitutivo de delito». Aunque no hay un patrón estándar, «muchas víctimas son chicas con baja autoestima, que no se valoran lo suficiente y que ven como algo normal someterse al control del móvil o las redes sociales o que los celos y determinadas prácticas sexuales, aunque no sean consentidas, son una prueba de amor a las que se someten por miedo a perder a su pareja y quedarse solas».

Violencia machista. Factores de riesgo para víctimas y agresores. CÓRDOBA

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El confinamiento ha tenido un efecto perverso al aumentar el aislamiento de los jóvenes. Según Serrano, «cada vez recibimos a chicas más jóvenes y atendemos a agresores de menos edad», algo que contrasta con la educación en igualdad que se supone que se fomenta en la escuela. «Quizás el bombardeo de violencia y pornografía que reciben los chavales están perpetuando esos roles», comenta, «y la incapacidad para gestionar desilusiones o admitir un no». La mayoría de los casos que llegan a convertirse en denuncia en un juzgado son de menores que tienen el respaldo de sus padres. «Ofrecemos charlas en colegios e institutos sobre este tema y hay mucha desinformación, chicas y chicos que cuando les expones qué es violencia de género se sorprenden porque hay muchos comportamientos que tienen asumidos como normales».

De cara a los padres, Inés Serrano recomienda estar alerta ante señales de alarma como cambios de humor, dificultad para dormir bien, bajo rendimiento escolar y aislamiento acentuado, con ruptura de relaciones de amistad previa a las parejas. 

EL OTRO EXTREMO

Las mujeres mayores, otra realidad invisible

La última macroencuesta de Violencia contra la Mujer del Ministerio de Igualdad refleja que el 42,1% de las mujeres de 65 o más años han sufrido violencia física, sexual o emocional a lo largo de sus vidas. Aunque las cifras de prevalencia de la violencia cuando se cuentan relaciones pasadas son más altas en las personas jóvenes, «si se observa lo que sucede en la pareja actual, las mayores de 65 muestran prevalencias más altas». El mismo informe detalla que «las mujeres mayores ocultan la violencia vivida en mayor medida que el resto de mujeres». Por eso, en este día el grupo Orpea de residencias de mayores alertó ayer de la doble victimización como mujeres y mayores y llamó a visibilizar estas situaciones para ayudarlas a perder el miedo y denunciar. La soledad no deseada y las situaciones de dependencia o discapacidad de las mujeres mayores agravan la situación. Con la edad, aumenta, pues, su vulnerabilidad.

RECHAZO PÚBLICO

Los hombres dicen no a la violencia machista

En una efemérides como el 25N, delegados de CCOO en la Universidad de Córdoba se concentraron ayer para mostrar su rechazo a la violencia de género con un manifiesto donde pidieron a todos los hombres «que hagan oír su voz, que denuncien y animen a otros a examinar sus actitudes hacia las mujeres, y que recuerden que todo hombre que calla ante la violencia contra las mujeres es parte del problema».