Los disolventes derivados del petróleo contienen una gran cantidad de compuestos contaminantes volátiles y representan una parte importante de emisiones industriales en todo el mundo. Por ello, la búsqueda de disolventes sostenibles se ha convertido en una prioridad para la industria química durante las últimas décadas. En esta línea, un grupo de investigación de la Universidad de Córdoba ha conseguido producir una nueva sustancia ecológica capaz de extraer del medio sustancias contaminantes y que podría ser especialmente útil en la purificación de aguas.

Este tipo de disolventes verdes, conocidos como Supras por sus siglas en inglés, han experimentado un auge a lo largo de los últimos años debido a su baja toxicidad pero, sin embargo, aún presentan ciertos inconvenientes. “Al usarlos en grandes cantidades de agua se comportan de forma poco estable y durante el proceso de descontaminación se pierde una parte de disolvente”, explica Ana Ballesteros, investigadora del grupo de Química Analítica Supramolecular que, junto a Encarnación Romera-García y a la catedrática Soledad Rubio, ha realizado el estudio.

Precisamente, la investigación ha conseguido dar un paso en este sentido al sintetizar una nueva sustancia que, frente a otros disolventes ecológicos, se comporta de forma más estable y bajo diferentes condiciones de temperatura, pH y salinidad.

Ramnolípidos: cuando las bacterias ‘echan una mano’

Concretamente, el equipo ha diseñado el disolvente sostenible a partir de una fuente renovable: un tipo de sustancias denominadas ramnolípidos y cuya principal característica es que son producidas de forma natural por un grupo de bacterias denominadas Pseudomonas, distribuidas ampliamente en la naturaleza.

Tal y como explica una de las autoras de la investigación, el disolvente atrae a las moléculas contaminantes debido a su capacidad para interaccionar con ellas. Posteriormente, se separa del agua, ya descontaminada, a través de un proceso de decantación, un procedimiento sencillo de separación debido a la diferencia densidad que se da entre el agua y el disolvente.

El trabajo ha sido desarrollado con agua natural, fortificada con diferentes agentes contaminantes, subraya Ana Ballesteros, y posteriormente se aplicará a muestras de aguas residuales, tales como textiles, en la que la contaminación por colorantes es bastante frecuente. La investigación, en cualquier caso, abre una nueva vía a la utilización de disolventes biodegradables y renovables como alternativa al empleo de productos sintéticos derivados del petróleo.