No va a haber evento ni espacio en Córdoba, por muy sagrado que sea, que no cuente con un par de drones para controlar los aforos y las concentraciones humanas. Los habrá, por ejemplo, en el puente de Todos los Santos: dos robots sobrevolarán los cementerios de San Rafael y el de la Fuensanta para evitar aglomeraciones delante de lápidas y nichos. Reconozco que no comparto el furor del gobierno local por la robótica (menos en espacios tan íntimos como un cementerio) y temo que la próxima cita donde quieran meternos el dron sea la mismísima Feria, donde con el rebujito a más de uno le va a dar por abatirlo aunque sea con la escopeta de plomillos de la calle del Infierno. Debe ser esto la revolución 5.0, pero como no lo entiendo, esperaré a que se inaugure el polo digital de la Normal --solo falta por lo visto colgar un extintor para abrir el edificio, Salvador Fuentes dixit-- y poder actualizarme.

La semana que nos apea en la fiesta local por antonomasia (¡viva San Rafael y los peroles!) nos ha dejado un expediente de ordenanzas fiscales para el 2022 aprobado con los votos de la derecha y el rechazo de la izquierda, que supone una rebaja del 2% en la factura que pagarán los cordobeses a su Ayuntamiento por el IBI, el coche o la entrada al zoo, y que incluye la eliminación del impuesto de herencias. Una rebaja que, escuchando a los ediles, es imposible saber si beneficiará solo a los ricos o a todos por igual, y si dejará las arcas municipales tiritando o con dinero para que sigan funcionando los autobuses de Aucorsa y los camiones de Sadeco. Lo mejor será que cada uno eche su cuenta y decida, porque con los concejales no hay manera de enterarse.

El pleno, por lo demás, tuvo un poco de todo y fue abrirlo al público --interinos y porteros con pancartas incluidas-- y proceder al primer desalojo de la temporada. Es que hay cosas que no cambian. La sesión, como digo, tuvo un poco de debate (Vox se vuelve a quedar solo e insiste en negar la violencia machista); un poco de medidas prácticas (los vecinos del casco histórico podrán instalar placas solares en sus tejados); un poco de canto al sol (la Corporación pidió más inversiones a Gobierno y Junta para Córdoba), y un poco de polémica por la cuestión de los interinos (unos 200 en la administración local), que piden paralizar las oposiciones hasta que no se conozcan las claves del plan de estabilización del empleo publico que prepara, por exigencia de Europa, el Ejecutivo central. Poco dispuestos parecen PP y Cs a escuchar las demandas del colectivo, porque el mismo día que protestaban en el salón de plenos se hacía pública una convocatoria de 83 plazas de auxiliares administrativos --algunas ocupadas por interinos-- en turno libre. Aquí huele a demanda y yo no he sido.

Protesta de interinos y porteros de colegio en el pleno

Protesta de interinos y porteros de colegio en el pleno A.J.González

El pleno también tuvo su protagonista del día, Salvador Fuentes, no solo por ser el impulsor del expediente de ordenanzas, sino por salir con disfraz de Mario Bross al quite de varias preguntas de la oposición, a la que terminó cabreando con sus chascarrillos. Se ofreció a colocar la puntilla en La Normal para colgar el famoso extintor y cambiarle el pomo a la puerta; restaurar el altar de la calle Lineros y quitar de allí el cableado; limpiar el Templo Romano y hasta a darle de comer a los monos del zoológico. No sabemos si lo hará o no, en sentido literal y figurado, digo, pero desde luego trabajo tiene para no dormir hasta que se acabe el mandato.

También ha sido ésta una semana para la reflexión estética, en tanto se nos ha obligado a pensar en la esencia de lo bello y en si son arte o no algunas propuestas que pueden verse estos días en la capital cordobesa. De muestra les pongo tres ejemplos: la obra titulada 250 kg de lavanda, que con vocación de literalidad ha consistido en esparcir 250 kilos de flores en el suelo del C3A; la exposición Error de cálculo en el Centro Rafael Botí, donde se exponen varios sacos de patatas encima de un palé (sic); y la versión desnúdese de cintura para arriba que el pintor Juan Cantabrana ha hecho de San Rafael para el cartel de las fiestas locales (y que si se hace en el mandato anterior arde la plataforma No me toques a San Rafael y Troya si hace falta). Digo lo mismo que con las ordenanzas, que cada uno eche cuentas y decida, y añado que arte, arte va a tener quien tenga que barrer la lavanda y quien sustituya las papas de la muestra cuando se pudran, con lo que eso huele.