Rosa Colmenarejo, profesora del área de Filosofía Moral de la Universidad Loyola Andalucía, es madrileña pero desde hace años forma parte del paisaje cordobés. Su tesis doctoral, que defendió en el año 2015, la tituló Fundamentos para una gestión turística sostenible de la fiesta de los patios de Córdoba, y en el 2018 la publicó el Ayuntamiento de Córdoba. Desde entonces, esta investigadora es un referente a la hora de hablar de los patios. Su mirada es diferente, aporta una visión más académica, más profunda. Es máster en métodos de investigación en Economía por ETEA, licenciada en Humanidades por la UCO e ingeniera Agrícola por la Universidad Politécnica de Madrid.

Empiezo preguntándole por Flora, Festival Internacional de las Flores, porque creo que está entusiasmada con el evento.

Bueno, a mí con Flora me ha ocurrido como con Eutopía, que sabes que es algo que está ahí, pero te cuesta integrar en el día a día de la ciudad, porque parece un festival hecho ad hoc para la ciudad pero que viene de fuera. En las primeras ediciones, cuando fui a ver las instalaciones me parecieron demasiado forzadas, eran instalaciones artísticas pero no veía ese espíritu floral, de naturaleza, que he percibido este año. Creo que lo han orientado de una forma más adecuada a lo que representa Córdoba como ciudad de las flores. Esa integración es el valor en la edición de Flora de este año.

¿Le parece bien que se haga coincidir Flora con la Fiesta de los Patios en octubre?

Yo creo que es mejor que se haga escalonado. Primero una cosa y luego otra, que sean dos convocatorias distintas. Fui a la conferencia de Shane Connolly y cuando regresaba a casa me dio mucha envidia de los turistas en Córdoba, por primera vez. Me dije qué suerte poder disfrutar de la ciudad ahora, con este tiempo, este ambiente y no tener que trabajar mañana. Me pareció un buen momento para hacer una convocatoria como esta, de Flora, ahora. Pero coincidir con los patios, creo que debemos verlas como dos convocatorias distintas, aunque son dos formas de relacionarse con la naturaleza en la ciudad.

En el 2015 publicó su tesis doctoral sobre los patios. Usted no es de Córdoba, ¿por qué se interesó por esta fiesta popular?

Yo había trabajado como paisajista durante diez años en Madrid y vine a Córdoba, cuando nos invitaron a participar en el festival de las flores de Gerona, para espiar qué es lo que se hacía aquí. Me recorrí en dos días todos los patios, acabé muerta, pero eso me dio una visión general de cómo eran. Yo en ese momento, como turista, los veía como instalación, un espacio en el que se ponían macetas y flores, y la creatividad de las personas que participaban. Luego la vida me llevó a casarme con un cordobés y mis hijos son cordobeses, terminé viviendo en Córdoba. Cuando tuve que decidir un tema de tesis, y no tenía financiación para hacerla, pensé que lo mejor era utilizar el recurso que tenía más a mano y del que tenía más material, pues llevaba años haciendo fotografías de patios y muchos años hablando con la gente. Fue una forma de sostenibilidad, que es utilizar los recursos locales. Qué recurso tengo que una mi vida pasada como paisajista con mi vida futura como profesora de ética. Eso conecté en la tesis.

En su estudio se preguntaba qué es lo que ha permitido que una expresión cultural popular haya devenido en el recurso turístico más rentable, después de la Mezquita- Catedral.

Para mí esta fue la primera pregunta de investigación y en la que centré todo mi trabajo. La respuesta es que no han sido las intervenciones artísticas que yo, erróneamente y con mi prejuicio de turista, tenía cuando visité los patios por primera vez, sino la gente que está detrás. Para mí, la Fiesta de los Patios no es una expresión artística en el sentido de que prime la obra o el resultado, como podría ser Flora, sino que prima la gente, el creador, que no es un artista, sino un habitante, como yo le llamo en mi tesis, y son los creadores de esa expresión cultural que son los patios.

Estamos celebrando el centenario de la fiesta de los Patios, ¿cómo ve su evolución? ¿Sigue la línea correcta?

Soy profesora de Ética, entonces lo correcto y lo incorrecto..., me cuesta mucho hacer ese análisis. Yo creo que en la tesis se pudo ver muy bien, en el análisis del presupuesto asignado a la fiesta, que se observa un cambio significativo con el advenimiento de la democracia. Ahí hay un cambio significativo, y la fiesta comienza a dignificarse en el sentido de reconocer el trabajo. Y se debería avanzar por ahí. Si se les pide ese esfuerzo a los habitantes de las casas-patio de tener su casa lista para visitas, porque al final eso es un patio, abrir tu casa o salón a extraños que van a visitarla, eso tiene que tener mayor dotación económica porque el dinero importa, es importante para conservar esto y tenerlo en condiciones buenas de visibilidad y fomentar que cada vez haya más casas-patio que se unan a la iniciativa. Eso para mí ha sido una tarea pendiente. Es importante que se amplíe, no que se disminuya, cuando ha habido una tendencia a limitar la participación y a tener una forma muy rígida de admitir patios a concurso. Si quieres que eso siga siendo una expresión cultural que se mantenga, que eso es lo que promueve estar incluido en la lista de patrimonio inmaterial, no queda más remedio que ir ampliando el foco, aunque a veces te equivoques.

Muchos de los cuidadores de los patios son personas mayores, ¿cree que habrá un relevo generacional?

Por eso creo que es importante que el concurso se abriese a más participación, que fuese más generoso. La organización del concurso debería considerar a más patios como forma de garantizar ese relevo generacional. A lo mejor nos estamos obsesionando con que ese relevo se tiene que dar en los patios tradicionales, los que habitualmente han sido premiados, y se puede dar en otros. Ahí veo yo una estrechez de miras, más que otra cosa. Tenemos que ver cómo incorporamos a las nuevas generaciones en esta tradición. Y las bases sientan como precedente una forma de vida demasiado fija, una foto fija.

Su libro sobre los Patios lo subtitula como una historia de resiliencia y emancipación, ¿a qué se refiere?

Claro, en las conclusiones de la tesis lo que yo identifiqué es que la motivación para participar en el concurso había permitido a los habitantes de las casas-patio desarrollar estrategias, por un lado, de resiliencia, de resistencia a condiciones precarias de vivienda y económicas; y, por otro lado, de emancipación, porque se les había permitido emanciparse políticamente, en el sentido de constituirse como asociaciones. Que existan asociaciones es uno de los indicativos que tiene la ONU para considerar un país desarrollado. Es decir, que haya actividad política entre los ciudadanos y conformar asociaciones es una forma de emancipación política. Y eso se vio muy bien cuando aparecieron varias asociaciones en torno a los patios, además de las habituales. Eso es un síntoma de salud. Y también hablaba de emancipación de la pobreza, que primen no solo los recursos económicos sino también los sociales, de cooperación y de solidaridad, que es lo que muestran los patios. Cuando escuchaba a Shane Connolly, cuando hablaba de sostenibilidad desde el punto de vista del florista, con muchísimo prestigio, pensaba que me gustaría descubrirle los patios más allá de lo que pueda haber en una visita institucional. Es decir, la transparencia, que la primera vez no ves. Creo que los patios tienen muchísimo trasfondo, como muchas capas, y sedimentadas. Y eso es un lujo, en pocas ciudades puedes ver esa sedimentación, porque cambian muy rápido.

Usted también ha dicho que la fiesta se ve sometida a dos tensiones, la intensa actividad turística en sus días de celebración y las medidas de protección y salvaguarda. ¿Cómo se están gestionando ambas tensiones?

Bueno yo creo que la diversificación de las visitas es una buena idea. O sea, que haya diferentes momentos, que no venga todo el mundo en mayo, que tengas la oportunidad de visitar los patios en mayo, en octubre o en diciembre, puede funcionar si los cuidadores de las casas-patio están de acuerdo. Si sirve para que la presión sea menor, creo que es una buena medida, siempre que ellos estén de acuerdo, que no se les obligue a abrir, que no creo.

¿Pero podemos morir de éxito con la fiesta de los patios?

Yo creo que hay que abrir la mente a otras iniciativas, en las que los patios sean el centro, pero si hay propietarios, habitantes de casas-patio o asociaciones que quieren poner en marcha una iniciativa, se les ayude y apoye. Por ejemplo, algo parecido a Flora pero que hubiese nacido de las asociaciones, que seguro que ha habido ideas o iniciativas como esas. Que se apoyen para que todo el mundo gane. Que esa muerte de éxito no sea porque ha pasado una apisonadora sino porque hay tantas convocatorias que no sabemos a cuál atender. Esa sería una de las recomendaciones, entre comillas, que yo puedo aportar, con muchísima humildad. Apoyar Flora es muy fácil, viene gente muy potente, con mucho prestigio, tiene un presupuesto generoso... ahora, apoyar lo pequeño, ahí está la diferencia y creo que ese es el papel del responsable, que es el Ayuntamiento.

A veces da miedo ver esas largas colas por San Basilio, Santa Marina... ¿se pueden dañar los patios?

La masificación existe desde siempre porque es un espacio íntimo que invita a visitar, aunque ahora mucho más, porque casi te impide ir a verlos. Pero más que ver el problema tenemos que ver qué iniciativas pueden reparar esa pequeña injusticia que se puede estar cometiendo con los habitantes de las casas-patio, porque hay muchos recursos para el exterior, pero al final el que está recibiendo en su casa es una familia o un conjunto de familias. ¿Quiénes deberían estar invitados o legitimados para plantear soluciones para esta cuestión? Deberían ser ellos, debería haber más canales de participación, tener en cuenta lo que ellos plantean. En la conferencia de Shean Connolly, de Flora, me gustó que estuviera el alcalde, de principio a fin. Estuvo tranquilamente escuchando. Y para mí ese es uno de los grandes valores de un político, que escuche, y de un alcalde. Ya forma parte de la solución que alguien que toma decisiones que afectan a la ciudad esté escuchando. Connolly estuvo hablando de sostenibilidad, de una forma que es muy fácil trasponerla a los patios respecto a no comprometer los recursos que tenemos actualmente para las generaciones futuras. Luego, ya no es solo pensar en el relevo generacional sino en qué queremos conservar para la Córdoba del futuro, eso me parece interesante de observar. Y un concepto precioso que dijo, que es utilizar flores con sentido, flores que tengan una simbología, una referencia, un componente emocional para el que las pone y para el que las ve. Y es obvio que esa es una esencia de los patios, que todo está puesto con ese sentido. Me parece importante que el siguiente paso sea establecer ese vínculo entre personas que vienen del espacio exterior y que tienen una experiencia y un bagaje muy distinto al de los habitantes de las casas-patio, y de alguna forma conectarlos. Para empezar, invitarlos a que asistan a estas charlas, pero también invitar a estos artistas a que conozcan los patios no como una visita institucional sino que se impregnen de la idea. Creo que eso nos podría dar muchas sorpresas. Yo creo que este florista inglés, si descubriese esto, seguramente nos daría pistas de otra manera del valor que tiene.

¿Cómo ve el futuro de la Fiesta de los Patios?

Yo creo que la conexión de estas dos iniciativas, Flora y los Patios, es importante. Que no se superpongan, pero tienen que ser vasos comunicantes, con participación y reconocimiento mutuo entre ambas. Que hubiese esas visitas con sentido a los patios por parte de los floristas, artistas o jardineros, y que los habitantes de las casas-patio viesen que ahí tienen una oportunidad para tener una visión más amplia y holística de la que tienen con gente que tiene otro discurso distinto al suyo. Pero también que no cristalicemos el concepto de los patios, dejemos que el patio sea una metáfora pero no una metonimia, no un modelo que hay que copiar año tras año. Ampliar el horizonte, que sea posible comprender que hay más posibilidades. Pensar que puedes resaltar algunas cuestiones importantes es actuar con humildad y con honestidad. Debe ser algo más esponjoso, más permeable.

¿Habría que cambiar las bases del concurso?

Pues sí, y ahí me voy a mojar muchísimo. Cambiarlas para permitir esa ampliación de miras, que haya más esponjamiento y permeabilidad entre las diferentes formas de expresión que se dan entre los habitantes de las casas-patio y con otras convocatorias. Todo eso va a dar riqueza a la Fiesta de los Patios, que es lo que está reconocido como patrimonio inmaterial.

¿Cuál es su patio favorito?

A mí me gusta mucho el de Cristina Bendala, la casa de las Tazas. Es la portada de mi tesis y ese patio creo que tiene muy buenas vibraciones. Y luego hay otros muchos patios que me gustan por fuera. Una de las cosas que más me llamó la atención en mis primeros años como ciudadana viviendo ya aquí en Córdoba fue pasear por la ciudad y descubrir los patios a través de los zaguanes o de las rejas. Ésa es mi mayor relación con los patios, la transparencia, que tú vayas paseando por la ciudad y puedas ver que hay patios dentro. Eso me parece maravilloso, excepcional. Recuerdo una visita a Roma y una amiga romana me dijo que era una ciudad maravillosa para educar el ojo. Y me llevó a visitar el ojo de la cerradura de la puerta de entrada a la sede histórica del Gran Priorato de Roma, sede de los Caballeros de Malta. Lo que cierra la perspectiva del jardín es la cúpula de San Pedro. Yo le dije, esto lo tengo en Córdoba. Ese placer que da mirar por el ojo de la cerradura para ver ese paisaje en Roma le dije a mi amiga que lo teníamos en Córdoba, pero sin necesidad de mirar por una cerradura porque está en los zaguanes, tras las rejas.

Como paisajista, ¿cómo ve Córdoba? ¿Le falta algo?

Córdoba tiene esa escala pequeña de los patios que te permite descubrir diferentes paisajes en cada paseo, eso tiene un valor enorme, y es generosidad de la gente dejar las puertas abiertas. Luego tiene el valor del paisaje de la campiña, el poder asomarte a un paisaje abierto sin desplazarte mucho, y también tiene el olor, que puedas oler a jazmín, a boj, a mirto, a naranjos en flor o la dama de noche. Y voy a decir otra cosa, que es el silencio, que también es un valor paisajístico. Le falta cuidar las plazas que tiene en el centro histórico. Haría falta que las plazas tuviesen más componente vegetal y que fuesen más amables, espacios de reunión y no solo de cruce de caminos.