Llegaron a Córdoba en el siglo X y desde entonces, cada primavera revisten la ciudad de su característico olor a azahar. Los naranjos amargos, de copa redondeada, son grandes filtros de CO2 y expertos en el uso eficiente del agua, un bien a veces escaso en Andalucía. Aunque no siempre puedan ofrecer la mejor de las sombras, son un elemento ornamental tan antiguo como la propia ciudad y el perfume urbano por excelencia de los meses de abril y mayo. Se trata de un perfume caro que este año se prevé que cueste a las arcas municipales alrededor de 365.000 euros. Es el precio de salida para la recogida de las naranjas, por lo que las mejoras que se presenten podrían hacerlo bajar aunque de entrada es casi el doble de lo que costó en 2018, cuando se adjudicó por 171.000 euros. Hace unos días, Sadeco abrió el proceso de contratación del servicio, que evitará que las calles se conviertan en un manto de cáscaras y zumo. El contrato, dividido en cuatro lotes, deberá recolectar las naranjas amargas de 28.764 árboles situados en el acerado público y, por primera vez, también en los espacios de uso público, que hasta ahora no se incluían. Fray Albino es el barrio con mayor concentración de naranjas (3.728) seguido por Cañero (2.827) y Ciudad Jardín (1.399). Casi 500 hay en Figueroa Las Quemadas y Mirabueno y 227 en el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral. Según Ángel Alba, jefe del Departamento de Operaciones de Sadeco, el año pasado se recogieron 1.200 toneladas de naranjas, a razón de 150 kilos por árbol. Este año serán más. Las empresas tendrán 4 meses para limpiar los árboles a partir del 3 de enero del 2022 y cobrarán algo más de 10 euros por ejemplar. 

Una vez recolectadas, será la empresa adjudicataria quien tenga que gestionar su destino. Alba explica que Sadeco está trabajando con una empresa para su uso cosmético aunque de momento no hay nada cerrado. «Ha habido años en los que el mercado ha demandado naranja amarga para mermelada, pero no siempre la hay», detalla. Si las consigue vender, los beneficios serán para la empresa. En caso contrario, Sadeco se encarga de tratarla para convertirla en compostaje asumiendo el coste. A cambio, se prevé que unas 80 personas, con reserva de un cupo para personas en riesgo de exclusión, tengan un contrato de trabajo por un máximo de cuatro meses. Esto no siempre fue así. Según Alba, «hace años, una empresa de Palma del Río se encargaba de recoger las naranjas para producir mermelada e incluso pagaba por ellas», recuerda, «pero dejaron de venir y la recogida pasó a depender de Parques y Jardines», que cedió el testigo a Sadeco. Desde el 2016, se subcontrata el servicio a una empresa. Puede que plantar limones o naranjas dulces abaratara el precio de la recogida. Más de uno se encargaría de recolectar sus frutos para el zumo de la mañana, pero acabaría dañando a quienes las producen para venderlas. Quizás por eso prevalezcan las amargas. Olor a azahar cual Chanel Nº 5.