El tiempo transcurrido desde que hace una década los hermanos Ruth y José (de seis y dos años de edad, respectivamente) fueron asesinados por su padre, José Bretón, en una parcela de Las Quemadillas permite analizar lo ocurrido con cierta perspectiva y deducir, también, las consecuencias de aquel suceso, que llevó a la participación de numerosos profesionales, entidades y ciudadanos a título particular para contribuir a la búsqueda de estos niños y al esclarecimiento de los hechos, y para apoyar a la familia. 

Este periódico ha contactado con algunos de los máximos responsables de estas tareas sin que haya sido posible, por diversos motivos, obtener sus declaraciones en algunos casos. Cabe recordar, no obstante, que fue al magistrado José Luis Rodríguez Lainz, titular del juzgado de Instrucción número 4 de Córdoba, a quien correspondió la instrucción del caso. En un primer momento, procesó a Bretón por dos delitos de detención ilegal y por simulación de delito, ya que el día en que denunció la desaparición de sus hijos, el 8 de octubre del 2011, afirmó que los había perdido en el Parque Cruz Conde. En septiembre del 2012, después de que nuevas pruebas periciales determinaran que los huesos hallados en una hoguera en la finca de los abuelos pertenecieron a dos niños, le imputó dos delitos de asesinato por alevosía con la agravante de parentesco. María Ángeles Rojas fue la fiscal del caso y el tribunal del jurado fue presidido por Pedro Vela, que en la actualidad es magistrado de la Sala Primera del Tribunal Supremo. 

El primer abogado que ejerció la defensa de Bretón fue José María Sánchez de Puerta, aunque en la actualidad le representa Bárbara Royo, quien ayer declinó realizar declaraciones sobre su cliente a este periódico. Bretón cumple condena en la cárcel de Herrera de La Mancha (en Manzanares, Ciudad Real), que fue una de las primeras prisiones de máxima seguridad construidas en España. Según han publicado diversos medios de comunicación, allí se encuentran internos también Santiago del Valle, violador y asesino de la niña Mariluz; Miguel Carcaño, asesino de Marta del Castillo; Tony King, asesino de Sonia Carabantes y Rocío Wanninkhof , y Sergio Morate, quien quitó la vida a su novia y a la amiga de esta en Cuenca, entre otros reclusos populares por sus crímenes. 

Bretón, quien ha realizado intentos de suicidio y huelgas de hambre, también según la información que ha trascendido hasta el momento, permanecerá en prisión 25 años como máximo (fue condenado a 40) después de que así lo fijara la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Córdoba. Ha estado en las cárceles de Alcolea, Villena (Alicante), Jaén II y Herrera de La Mancha, que es la actual. Su condena ha sido ratificada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y el Supremo, mientras que el Tribunal Constitucional inadmitió su recurso de amparo y así lo hizo también el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el año 2015. Recientemente, de acuerdo con la información revelada por el diario El Mundo, habría confesado el asesinato de sus hijos y el objetivo de dañar a su ex esposa en un taller de reinserción celebrado en la prisión. 

De su parte, la madre de los dos pequeños, Ruth Ortiz, confirmó ayer a este periódico que «por supuesto» le agrada que se recuerde a sus hijos y detalló que no se plantea nuevas acciones judiciales contra su ex marido. En la causa por la desaparición de sus pequeños Ruth y José fue representada por la abogada Reposo Carrero

«Fue muy angustiante»

Fuentes judiciales próximas al procedimiento recuerdan que el asesinato de Ruth y José fue el primer caso mediático de la denominada violencia vicaria o por sustitución, con la que se busca causar el máximo daño a una mujer. «Fue un caso muy duro, me sigo acordando muchísimo de él», admiten, «supuso un cambio muy grande en mi vida», añaden. Esta fuente subraya que «fue muy angustiante no tener identificados los huesos desde un primer momento», por lo que la realización de pruebas que concluyeron que los restos óseos correspondían a niños «fue un alivio, un antes y un después, porque ya se podía encauzar el caso por lo que desde el primer momento sabíamos. Hubiese sido un caso sumamente fácil si se hubiera identificado a los niños desde el primer momento. Supongo que él hubiese confesado», señala. 

Pasados los años, esta fuente se muestra convencida de que José Bretón «no pudo soportar que ella se alejara. Ese fue el castigo», apunta en referencia a la propuesta de separación que le planteó su ahora ex mujer. «Lo único bueno que puedo decir de este caso es que conocí a la madre (de los niños) y a la abuela, y tenemos buena relación. Son personas excelentes y nunca me hablaron mal de él, como humanamente se podría entender», comenta.

"Una de las claves es que la Policía acompañó al padre a la finca"

La llegada al caso de Francisco Etxeberria, médico especialista en medicina forense, hizo posible que la investigación diese un vuelco. Después de que en un primer momento la perito policial Josefina Lamas informara de que los huesos hallados en la hoguera pertenecían a animales, el análisis realizado por este especialista, casi un año más tarde, concluyó que correspondían a dos niños de seis y dos años de edad.

«Desde el primer momento, dije que estaba mal, son restos humanos y de menores de edad», recordó ayer a este diario. «Quizá puede resultar incomprensible para los ciudadanos, pero es probable que estas cosas ocurran. Se pueden producir errores, esto, al final, nos llevó a un trabajo en equipo. Es como que uno tenga un montón de piezas de un puzzle y no sepa cómo colocarlas, hasta que de pronto se colocan algunas en su sitio y ves el total. Esto es un poco lo que ocurrió en Córdoba. Tengo muy buen recuerdo. Años más tarde pienso que aquello mereció la pena en el sentido de que todos aprendemos, acumulamos por experiencia novedades que sirven para la mejora continua en la investigación criminal»

Etxeberria admitió, asimismo, que «me sentó mal» la alusión de Lamas, durante el juicio, a una presunta ruptura de la cadena de custodia de los huesos. «Aquello perjudicaba a sus propios compañeros de la Policía y, además, era completamente falso». En su opinión, el caso «se podría haber resuelto el mismo día» que Bretón denunció la desaparición y la Policía visitó la parcela. Así, asegura que «una de las claves es que acompañó al padre a la finca, si no, hubiera limpiado la hoguera y esto no se hubiera esclarecido nunca». En cuanto a la respuesta de la familia, destaca que le agradecieron su labor. «Una vez esclarecido esto, tuve una reunión personal con la madre y algún otro familiar, todo fue muy emotivo, me querían conocer personalmente», recuerda.

Una llamada de atención sobre la violencia vicaria

La familia de los pequeños recibió numerosas muestras de cariño a lo largo del procedimiento. Uno de los apoyos fue ofrecido por la Plataforma Cordobesa Contra la Violencia a las Mujeres, que en aquel momento era presidida por Carmen León. Los niños habían viajado de Huelva a Córdoba para pasar el fin de semana con su padre. «La imagen de Ruth sentada en un banco y preguntándose ¿por qué se los dejaría? no se me va a olvidar nunca», afirmó ayer León. «Acompañamos todo el tiempo y colaboramos en la búsqueda. Al final, resulto lo más terrible de todo. Ruth necesitaba acompañamiento psicológico e hicimos gestiones. A partir de ahí, conseguimos un convenio del Ayuntamiento, se fue concretando lo que veníamos pidiendo: apoyo psicológico a las víctimas en el momento de la tragedia. Ruth y la familia lo tuvieron extraoficialmente», detalla. Consultada por la trascendencia de este caso, también opina que «fue como un aldabonazo. La violencia vicaria ha existido siempre, pero fue como ponerle rostro y realidad a una violencia que estaba ahí y que se ha seguido practicando. Todavía hay mucho camino por recorrer, las víctimas no tienen el reconocimiento especial que deberían tener», reivindica.