Finales de octubre en Córdoba y una marea repentina de turistas invade el casco histórico impulsada por el buen tiempo y la disminución de las restricciones perimetrales. Comercio y hostelería se adaptan justo a tiempo a este cambio, pero es muy pronto para la fachada de la Calleja de Las Flores, sucia y desconchada tras un año de instituciones y vidas paralizadas.

Una pareja muy rubia se separa de los ecos en alemán, italiano y francés y mira curiosa los zapatos de cuero que vende Patricia Martínez, dueña de uno de los comercios de la Calleja de las Flores. «Por aquí pasan personas de todas partes del mundo, así que no entiendo cómo el Ayuntamiento no pinta las fachadas, con lo corta que es la calle, lo fácil que sería», declara sorprendida la empresaria. En frente, el dueño de la tienda de marroquinería, Daniel López Obrero, se suma a esta actitud perpleja. «Hace varios años, el Ayuntamiento arregló la fachada a partir de un proyecto de integración social y no tardaron nada. No es una cuestión económica, pero es muy difícil que los vecinos nos pongamos de acuerdo», explica Daniel López, quien forma parte de la Asociación de la Judería y la Asociación de vecinos La Medina. Desde ambas agrupaciones han denunciado en varias ocasiones, a la Delegación de Casco Histórico, la suciedad en fachadas y papeleras, pero la ley es tajante. El Ayuntamiento tiene prohibido hacerse cargo del adecentamiento de superficies que pertenecen a una propiedad privada. Según ha comunicado en varias ocasiones la delegada de casco histórico, María Luisa Gómez Calero, a Lourdes Martínez Bernar, presidenta de la Asociación de vecinos La Medina y secretaria de la Asociación La Judería, el Ayuntamiento sí puede ofrecer un subsidio a quienes no puedan afrontar el gasto de las reparaciones de las fachadas, el cual se podrá solicitar próximamente a través de Vimcorsa. Aparte de esto, lo único que pueden hacer los propietarios es pintar por su cuenta o esperar que los interminables procesos que facilitan los permisos para arreglar las fachadas no terminen con su salud. Al respecto, la delegada de casco histórico asegura a este diario que tiene «constancia de que el presidente de la Gerencia de Urbanismo, Salvador Fuentes, está haciendo lo posible por agilizar dichos trámites».

El mismo Salvador Fuentes está invitado a una reunión prevista, alrededor de este próximo 19 de octubre, entre las asociaciones de vecinos y la delegada María Luisa Gómez Calero para que esta escuche quejas y aclare todo lo referente al arreglo de la fachada de la icónica calle cordobesa. «No sé si Fuentes vendrá», se encoge de hombros Lourdes Martínez tras el mostrador de su Pollería en la Plaza de Abades. La vendedora se agacha para recoger el envoltorio de un bocadillo del suelo. «¿Has visto?», se queja, y señala los restos de orina que hay al lado. «Esto es obra de los animales de dos patas, que apoyan los pies en las fachadas y no utilizan las papeleras. El Ayuntamiento es muy lento, pero nosotros no somos cuidadosos», explica la presidenta de la Asociación La Medina. De vuelta a la Calleja de las Flores, al final, dentro de la placita abre la puerta Flora Fuentes Rodríguez, quien lleva desde marzo pidiendo al Ayuntamiento que arregle un gran agujero en la puerta de su casa, cubierto por dos balizas blancas de plástico. «Estoy preocupada, porque esto es peligroso para nosotros y para los visitantes», explica la vecina. Detrás, una esmerada guía explica a un grupo apelotonado algo de la fachada, «tan pequeño», dice, «como una abeja». Lo que no explica a sus oyentes es que las quebraduras de la calleja a la que miran no para de crear quebraderos de cabeza a sus vecinos.