«El aumento del salario mínimo interprofesional (SMI) afectará al 18% de los trabajadores españoles, los que hasta ahora cobraban una cantidad igual o inferior al SMI y en gran medida, a los sectores más feminizados». Esa era la previsión del Gobierno con la reciente subida de 15 euros que, según empleados de varios sectores supuestamente beneficiados, no se hará efectiva, como tampoco se hicieron los aumentos anteriores. Carmen lleva más de 15 años trabajando en un almacén de cebollas y ajos de Córdoba. No quiere dar detalles de su identidad por miedo a represalias, pero afirma que su sueldo no llega a los 950 euros y así se quedará. «En mi empresa, nos pagan por jornada que con la subida se queda en 48,70, una cantidad por día trabajado del que te descuentan el IRPF, la Seguridad Social y 3 euros para pagarte los días que te cojas de vacaciones», explica. Está contratada como fija discontinua, pero echa menos de 20 jornadas al mes y nunca llegan al salario mínimo, para el que le harían falta 26. Casada y con tres hijos, uno de los cuales estudia fuera, en los últimos meses ha cobrado entre 800 y 900 euros. «Con eso no se puede vivir», señala. En su casa, sobreviven con lo que cobran ella y su marido, «pero hay compañeras separadas, con hijos, que llegan a fin de mes a duras penas». Se quejan de que la Inspección Laboral rara vez aparece por el campo para revisar las nóminas y el cumplimiento del convenio. «No podemos vivir con esa miseria, pero si te vas vendrá otra persona». 

Los que trabajan en el campo, recogiendo el ajo, la cebolla o la fruta, están aún peor, «al límite», asegura un miembro de CTA, «echando más horas de las que les corresponden que nadie les paga». Hay quien respeta la subida salarial, «pero la mayoría no lo hace», señala, «hay un pillaje tremendo porque en el campo no hay que contratar con anterioridad y muchos se esperan al mismo día para hacerlo y si no hay inspección, pasan y se ahorran las cotizaciones a la Seguridad Social, muchas peonadas no figuran». 

Visión sidical. Maribel González, de CCOO en Reina Sofía. FRANCISCO GONZÁLEZ

Las limpiadoras tampoco están muy contentas con la medida, que en sus nóminas pasará sin pena ni gloria. «La subida del salario mínimo no es real y no la vamos a ver porque no se hace sobre el salario base sino sobre el bruto, que en nuestro caso tiene una parte importante en pluses», explica Maribel González, delegada sindical de CCOO en Reina Sofía. La traducción es que la mayoría de las mujeres que llevan años trabajando, pese a cobrar menos de 900 euros al mes, entre salario base (771 euros) y complementos superan en bruto los 950 «por antigüedad y por hacer festivos, noches...» y eso las deja fuera del aumento. Solo las personas contratadas recientemente, sobre todo, para los refuerzos covid, que no tienen complementos, se verán beneficiadas por la subida. «El Gobierno ha igualado por abajo, lo que ha generado mucho malestar porque las limpiadoras nuevas cobran lo mismo que las antiguas sin importar la antigüedad y sin necesidad de hacer domingos o noches, a lo que nosotras estamos obligadas, la subida del SMI tendría que hacerse sobre el salario base y quien haga algo más, cobrarlo aparte», comenta Maribel, «hay mujeres en situación muy precaria porque tienen al marido en paro, o están solas con niños y no les queda otra que buscarse casas para echar horas», asegura. 

En situación similar están muchas trabajadoras de ayuda a domicilio. Las empleadas fijas cobran por encima del SMI, pero un volumen importante trabaja con contratos de 20 y 25 horas semanales y salarios precarios. «No ganamos ni 500 euros al mes», señala una afectada, «trabajamos horas sueltas sin completar una jornada, a veces mañana y tarde, algo que es ilegal, y sin ver mejoría porque la subida del salario mínimo no se verá».