Carlos Espinosa dirige, junto a Christopher Ortiz, Riff Producciones, una promotora nacida de la pasión de ambos socios por la música. Su espíritu joven, las guitarras colgadas en la pared de la oficina, los muebles de diseño y el aire de modernidad que allí se respira no han impedido que a esta empresa le haya afectado la pandemia a nivel económico, pero también espiritual. Cómo quitarle los conciertos a un promotor que gestionó las giras de Mark Knopler, Jamie Cullum, Depeche Mode o Bob Dylan. Uno de los festivales más antiguos que organiza, Blues Cazorla, recibió el premio de la prestigiosa Blues Foundation al mejor festival de blues del mundo, un galardón que Espinosa luce orgulloso en la sala de juntas, donde se desarrolla esta entrevista.

Parece que la pandemia empieza a disiparse, ¿han recuperado a la plantilla del erte?

Sí, afortunadamente tenemos ya al cien por cien del personal trabajando. Arrancamos, si hago memoria, en mayo con la previsión de que el verano iba a ser mucho más colorido y optimista de lo que fue. Parece que es ahora cuando se están abriendo los aforos, aunque no a la capacidad que necesitamos. En Barcelona y Madrid se están ampliando y en otras comunidades sucederá de forma inminente. Entonces será cuando podamos reestructurar las giras que teníamos atrasadas y empezar a trabajar de verdad.

¿Qué giras internacionales tienen pendientes? ¿Y nacionales?

En 2019 teníamos muchas giras internacionales previstas, como las de Chayanne, Julio Iglesias o Joe Satrianni. Algunas de ellas se están planteando para 2022. En lo que respecta a las giras internacionales, España no se encuentra entre los mercados más importantes. Cuando un grupo internacional sale de gira debe atar muy bien el recorrido que va a realizar y si no tienen la garantía de que van a llevar a cabo sus espectáculos con el cien por cien de la capacidad que esperan, es muy difícil que se planteen siquiera venir a Europa. Todos tenemos la vista puesta en la temporada de primavera- verano del 2022, con los aforos al cien por cien. Entonces podrán salir realmente adelante las giras internacionales. En lo que respecta al territorio nacional, llevamos aplazando varias giras, desde 2019, que vamos a retomar, como por ejemplo la de Manuel Carrasco o Melendi. Son eventos que estamos aguantando porque confiamos poder llevarlos a cabo en 2022. En el caso de Miguel Poveda lo hemos tenido más fácil, porque su público está más acostumbrado al formato acústico y hemos podido adelantar sus conciertos según las circunstancias. También estamos organizando la de Robe, de Extremoduro, la de José Luis Perales, que parece que la estamos salvando, y esperamos que vengan más.

¿Les ha afectado la nueva manera de ir a los conciertos que se ha implantado?

A nuestro sector le ha afectado esta crisis sanitaria en todos los aspectos que te puedas imaginar. Lo hemos hablado en reiteradas ocasiones con compañeros del sector e, incluso, con la prensa. La experiencia de ocio gastronómico es prácticamente la misma que antes de la pandemia. En un concierto es distinto. Si ponemos el ejemplo de un concierto de 8.000 personas, un treinta por ciento acuden porque son fans incondicionales del artista, conocen todas las canciones, pero un porcentaje importante de ese público sencillamente quiere disfrutar de la experiencia de un concierto, levantarse, estar con sus amigos charlando, gritando y saltando y eso, ahora mismo, no se contempla. Así que claro que notamos la diferencia. La semana pasada, durante uno de los conciertos de Robe de Extremoduro, la gente no aguantaba sentada. Pero es lógico, por la energía que desprende sobre el escenario. En definitiva, lo que el público quiere es vivir un concierto al completo. Así que es evidente que no se están vendiendo tantas entradas, pero entiendo que es complicado mantener la esencia completa de un concierto en estas circunstancias.

¿Personalmente, cree que esa esencia de la música en directo volverá pronto?

La federación Es Música, que engloba a asociaciones de salas de música en directo, asociaciones de editores, de artistas, así como asociaciones de técnicos, productores y editores, compartió hace días un gráfico bastante representativo. Ponía en relación las restricciones de la música en directo en distintas partes de Europa en relación con el porcentaje de vacunados. Resulta paradójico. Según ese estudio, las mayores restricciones en cuanto a distanciamiento, horarios, aforo..., las tenemos en España, pero también tenemos el mayor porcentaje de vacunados. Francia, Inglaterra, Alemania, Dinamarca permiten ya al público, aunque con mascarillas, estar de pie. España tiene mayor porcentaje de población vacunada que esos países, pero las restricciones más altas de Europa para la música en directo. Yo creo que si no hay un nuevo repunte, un rebrote o si no llega una nueva variante, confío en que no, cuando nos lleguen imágenes de otros países de Europa con restricciones mucho menores en los espectáculos, con aforos de 10.000 y el público de pie, España se sumará. Confío en que la vuelta a la normalidad sea inmediata y las restricciones se levanten lo antes posible.

¿Qué le ha parecido la eclosión de música que ha vivido Córdoba durante septiembre? ¿Cree que la ciudad tiene público suficiente para cubrir esa demanda artística?

Córdoba es una ciudad importante para asumir una buena propuesta cultural, en general. No podemos olvidar que esta ciudad, en 2016, luchaba por ser capital cultural. La ciudad está preparada para asumir cualquier proyecto artístico o cultural, otra cosa es que las propuestas gusten más o menos. Si en Córdoba hubiera un fin de semana un concierto de Pablo Alborán, al siguiente uno de Manuel Carrasco y al siguiente otro de Melendi, los conciertos se llenarían porque se trata de artistas con gran poder de convocatoria. Lo importante es la diversidad, que haya opciones para todos los públicos. La eclosión que hemos visto en septiembre y ahora en octubre viene por el efecto embudo. Agosto es complicado para programar en Córdoba, julio lo ocupaba el Festival de la Guitarra, además de que hubo un repunte, y en junio seguíamos con cierta incertidumbre por la evolución de la pandemia. Con lo cual, creo que esa eclosión de música viene de programar lo que no se pudo celebrar los meses anteriores. Pero no creo que esta ciudad tenga ningún problema para asumir una programación cultural extensa. Ojalá siempre hubiera esa acumulación. A mí me encantaría. Si educamos al público a tener la necesidad de ir al teatro o un concierto, ya sea de la Orquesta de Córdoba o de El Kanka en la Axerquía, al final ese público va a seguir demandando ese consumo. Por mi parte, bienvenido sea que haya muchísima actividad cultural.

¿Se han planteado en Riff a abrirse a músicos emergentes o grupos alternativos? Quizá crear un sello aparte.

Sí, lo tenemos, de hecho. Es la parte de la música más bonita para nosotros, conocer grupos en desarrollo. Hemos hecho una alianza con tres promotoras más, una de Valencia, otra de Madrid y una de Barcelona. Hemos creado la sociedad 4Live. Tiene un equipo completamente externo al de Riff que se dedica a captar nuevos talentos en la música urbana y la electrónica. Creemos que es importante poner el foco ahí porque las grandes giras que manejamos nos hacen olvidar a veces el foco de donde puede salir todo eso. Es la parte que más me gusta de este proceso, cuando un artista consigue dar el salto, aunque es difícil que ocurra. Es lo que hablábamos antes, depende mucho de la educación del público. Somos generosos comprando las entradas de artistas conocidos pero nos cuesta más hacerlo con aquellos que no suenan en la radio o Spotify. Ahí lo notamos a la hora de plantear una gira. El artista tiene que generar cierto ruido para que la gente acuda.

Andalucía tiene ciudades con ese caldo de cultivo de grupos emergentes, Granada o Sevilla son un ejemplo.

Sí, por supuesto. Mira Fuel Fandango. Empezaron en Córdoba con un proyecto muy arriesgado, alejado de la radio fórmula y de los conceptos tradicionales de la música. Pero esa inquietud de los músicos y creadores hay que saber transmitirla al público para que los apoye comprando entradas para los conciertos en salas. Ese es otro problema. Las salas han tenido que cerrar por la pandemia. Nosotros lo hemos vivido de cerca porque la sala Custom de Sevilla es nuestra. Es una sala de referencia en la ciudad, por la que pasaba todo el mundo y lleva cerrada desde el 14 de marzo del 2020. No hemos podido llevar a cabo una programación que teníamos cerrada con un montón de grupos. Así que estos grupos en desarrollo también lo están teniendo complicado porque en las salas es donde nace todo ese mundillo. Los circuitos en los que programábamos la música emergente, ahora mismo, están muertos.

¿Es difícil llevar a cabo una gestión como la que realizan en una ciudad como Córdoba?

En esta ciudad es muy fácil programar, el problema es no tener un espacio de aforo medio, de 3.000 o 4.000 personas, en el que hacerlo con agilidad, porque espacios como La Axerquía conllevan unos procesos de burocracia internos que ralentizan las contrataciones. La gira de Robe la estamos anunciando con quince días de antelación en otras ciudades por si cambiasen las restricciones de aforo, en el último momento, poder adaptarnos, y se está vendiendo muy bien. Es algo que no podríamos hacer en Córdoba porque tardaríamos mucho más de quince días en gestionarlo.

Por eso propusieron la construcción de un auditorio en el barrio de Miraflores. ¿Hay novedades al respecto?

No hay novedades. Seguimos esperando a que salga el pliego de adjudicación. Cuando se publique, el proyecto puede que nos lo adjudiquen a nosotros o puede que no. Ese auditorio nos permitiría tener una programación mucho más estable durante el otoño y el invierno, ya que acogería los espectáculos para los que no tiene capacidad el Gran Teatro. Córdoba se merece un espacio más grande. Estamos convencidos de ello y seguimos con todas las ganas de apostar por esa iniciativa hasta que se nos quiten y nos gastemos el dinero en otra cosa. Pero si al final no nos asignan el Auditorio de Miraflores, seguro que se nos ocurre otra cosa.

¿Qué balance hacen del Festival de la Guitarra?

La fecha del Festival de la Guitarra, en julio, hace que compita con todos los festivales de verano de España y de Europa, con ciudades con la capacidad de asumir a miles de personas. Sería complicado traer a nombres de altura como Eric Clapton porque, a no ser que a él le guste mucho el flamenquín, no va a venir si no es por una buena suma. Aun así, creo que hay que hacer un ejercicio de autocrítica. Lo digo como aficionado al Festival de la Guitarra, pero deberíamos ser más equilibrados con la propuesta. Es lo que hablábamos antes. Hay muchos grupos secundarios que encajarían muy bien en la programación de esta cita. El Festival de la Guitarra debería centrarse en equilibrar calidad y cantidad. Podría reservar el Teatro Góngora y el Gran Teatro a la pureza sin dejar de jugar, aunque sin pasarse de frenada, con otros formatos más eclécticos. El Instituto Municipal de las Artes Escénicas intenta hacer un buen trabajo, que es complejo. Pero el modelo de gestión de lo público hace que los procesos de contratación sean más complejos. Esa es la parte en la que hay que buscar la fórmula y creo que no lo explicaron bien cuando solamente se habló de privatizar el Festival. Solo dijimos que deberíamos buscar otra fórmula, pero yo no la tengo. Pero me parece muy loable que este último año hayan apostado por sacarlo desde el Ayuntamiento y el IMAE. Ha merecido completamente la pena celebrarlo y ver despilfarro en la inversión en cultura me parece una actitud de mezquino e idiota. Cada euro que se invierte en cultura retorna en una sociedad mejor. El Festival de la Guitarra supone noches de ocupación de hotel, cenas, compras, ocupación de taxi… Así que, bienvenida sea toda la inversión que se haga desde el Ayuntamiento en música.