La lluvia que ha empezado a caer esta mañana en Córdoba tendrá un efecto limpiador de la atmósfera, lo que de momento aleja el riesgo contaminante de la nube de partículas y dióxido de azufre que viaja en el aire hacia la Península procedente del volcán de la isla de La Palma.

La catedrática de Ingeniería Química de la Universidad de Córdoba, Mari Ángeles Martín Santos, ha explicado que hablar de nube ácida en este momento es erróneo, ya que la presencia de dióxido de azufre no es sinónimo de lluvia ácida si previamente no se producen una serie de reacciones químicas que formen ese ácido que tienen que darse a una altitud mucho más baja de la que actualmente lo hace. "El dióxido de azufre, en la atmósfera, es un precursor de la lluvia ácida, pero hay que recordar que en mayor o menor medida siempre está presente debido a las emisiones contaminantes del tráfico por ejemplo". La diferencia ahora es que la cantidad es muy superior.

"Es como si en unos días se produjera de golpe lo que normalmente se genera en un año", detalla, si bien los efectos que pueda tener sobre el medio ambiente no serán inmediatos y serán más o menos corrosivos según se diluyan previamente. "Igual que las corrientes de agua transportan la contaminación de un lado a otro, los vientos mueven y disuelven esos gases contaminantes y evitan las concentraciones", comenta Martín Santos. A diferencia de un incendio forestal, donde lo que se quema es vegetación, sin contenido en azufre, en el caso de los volcanes los restos proceden de la roca que sí contiene azufre, fruto de lo cual se generan esos gases contaminantes.

En su opinión, más allá del dióxido de azufre, hay que estar pendientes de la concentración de partículas que pueda darse y que sí son visibles al ojo humano, ya que se presentan en forma de nube de calima, una especie de masa que parece haber diluido la lluvia en Córdoba y ante la cual sí cabría protegerse usando mascarilla. "Una mascarilla no serviría para evitar la transpiración de un gas como el dióxido de azufre, pero sí protege al sistema respiratorio del efecto que puedan causar las partículas contaminantes", explica. El problema del volcán es que las emisiones de gas no paran porque sigue en erupción, lo que tiene un efecto multiplicador ante el que habrá que estar atentos para conocer diariamente los niveles de concentración de partículas y gases en la atmósfera. "No podemos hablar de nube ácida actualmente, pero tampoco podemos descartar que se pueda producir si el volcán continúa en el mismo estado y se dan las condiciones meteorológicas".