Si tuviera que recurrir mentalmente a la imagen futurista de una ciudad lo más probable es que visualizara grandes avenidas y muchos objetos que vuelan, al más puro estilo Blade Runner. Esos objetos de formas raras se entrecruzarían, harían cabriolas y pasarían veloces pero sin llegar a colisionar. Bien podría ser el mundo de los drones, cuyo uso es uno de los pilares de la industria 4.0, una realidad de la que se puede decir que está más próxima que lejana. De hecho, ya permiten su aplicación en campos como la agricultura, la topografía o la extinción de incendios.

De forma sencilla, un dron es un vehículo aéreo no tripulado que puede ser controlado a distancia y volar de forma autónoma a través de planes de vuelo controlados por un software en combinación con un GPS. A partir de ahí lo podemos complicar tanto como queramos.

Juan Manuel Tejero lleva trece años vinculado a este nuevo ámbito de la navegación aérea y desde el 2014 dirige la escuela de pilotos Aeroleba, ubicada en el Aeropuerto de Córdoba. A su juicio, ahora mismo «estamos en la edad del biplano en cuanto a los drones». Pero todo se andará. En esta academia dan dos tipos de cursos, los que quedan bajo el amparo de la Agencia Europea de Seguridad Aérea y los que no están sujetos a este organismo, y solo lo pueden hacer los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y que quedan regulados por el Real Decreto 1036 de 2017.

Alumnos de la Escuela Aeroleba en unas prácticas de vuelo.

La regulación de la titulación para pilotos de drones en escenarios estándares contempla la realización de tres exámenes on line, «A1-A3; A2 y S3». Añade Tejero que «en la escuela damos las clases teóricas primero y luego las prácticas». El espacio donde los aspirantes a piloto de dron ponen en práctica lo aprendido es una zona declarada y balizada a ocho kilómetros de la torre de control del Aeropuerto de Córdoba porque «los alumnos, para poder volar dentro de ese entorno, tienen que tener el certificado de radiofonista». En cuestión de mes y medio es posible tener una licencia.

¿Pero dónde se puede volar un dron? Explica el profesional que durante el curso enseñan a los alumnos diferentes páginas web y aplicaciones de uso oficial para poder volar estos aparatos, como por ejemplo www.conaire.es. Siempre dependiendo del uso que se vaya a hacer, «si es profesional o no», se darán las pautas a seguir para el vuelo, pero ya avanza Tejero que sí se puede volar en ciudad, de noche o en lugares donde haya aglomeración de personas. ¿De qué depende entonces? Pues del tipo de licencia de la que se disponga. «Hay tres: abierta, certificada y específica». Esta última es la que permite mayor rango de acción pero siempre «bajo autorización». El propio alumno solicita una declaración responsable a la Agencia Española de Seguridad Aérea -AESA- y cuando se da de alta como operador, «además tiene que asegurar y registrar la aeronave». Con los años, en esta escuela han ido notando un interés creciente en la obtención de esta licencia, sobre todo desde el punto de vista laboral porque, como afirma el director de Aeroleba, «por 490 euros que cuesta un curso con las tres licencias puedes tener una profesión».

Dos técnicos con unos drones.

Jesús García es de la empresa Universo Dron. Señala que desde el 31 de diciembre del 2020 en España se aplica la normativa europea UAS (Sistemas Aéreos no Tripulados en sus siglas en inglés). Esta afecta a los drones para el trabajo profesional y para fines recreativos. «Casi cualquier dron va a ser considerado como UAS y no como un juguete, ya que la normativa entiende por cualquiera de estos dos tipos aquellos que pesen más de 250 gramos o que, pesando menos, incorporen un sensor capaz de captar datos personales, es decir, una cámara». Para este profesional es importante distinguir entre la figura del operador y la del piloto. El primero será encargado de realizar l as operaciones aéreas y tendrá que ser mayor de 18 años mientras que el piloto queda englobado dentro de la operadora, pudiendo acceder desde los 16 años.