Córdoba tiene dos centenares de esculturas, fuentes, azulejos y otros elementos que forman parte de su patrimonio y que hablan a los vecinos y visitantes acerca de su historia, sus personajes ilustres o sus valores. El estudio Patrimonio mueble urbano de Andalucía, elaborado entre los años 2012 y 2015, y publicado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, así lo recoge, indicando que los 237 elementos incluidos en este trabajo reflejan la relación de la ciudad con el agua (47); sus personajes más recordados (84); su religiosidad (98) y su diversidad cultural medieval (8).

Fuentes municipales de toda solvencia consultadas por este periódico aluden al citado estudio como referencia del patrimonio mueble cordobés y recuerdan que este no es conformado por una lista cerrada de obras, sino que pueden entrar y salir del paisaje urbano porque son reflejo de la propia sociedad. Para el caso concreto de las estatuas, las mismas remiten a una publicación de Wikipedia (descrita en la web como una «lista parcial») que engloba 84 obras escultóricas.

Juan José Primo Jurado, que es historiador y escritor, y dirige en la actualidad el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, afirma que «las estatuas tienen una doble misión, una para los cordobeses, que se sientan orgullosos de su pasado, que lo vean como ejemplo y estímulo, y otra para el turista, que sepa que está visitando una ciudad con una historia especial».

En su opinión, hay cuatro esculturas clave por su importancia para la ciudad y la primera que cita es el Gran Capitán (de Mateo Inurria, inaugurada en 1923), ubicado en la plaza de Las Tendillas. Sobre esta estatua ecuestre, recuerda que se esculpió con motivo del 500 aniversario de su fallecimiento, que tuvo lugar en 1515, y que tiene una relevancia destacada «por su valía artística y social», y porque «no es habitual encontrarla en las ciudades».

También incluye en este grupo el monumento al obispo Osio (de Lorenzo Collado Valera), instalado en la plaza de Capuchinas en 1926 con motivo del Concilio de Nicea, y señala que «es de una valía artística muy grande»; el Sagrado Corazón de Jesús ubicado en las Ermitas (1929), obra del mismo escultor, «por su significado artístico y devocional», y el Cristo de los Faroles (1794, de Juan Navarro León), ubicado en la plaza de Capuchinos y quizá una de las obras más fotografiadas por los turistas en Córdoba.

Junto a estas esculturas, Primo Jurado asegura que son también significativas para la ciudad otras como las dedicadas al pintor Julio Romero de Torres (1940, del escultor Juan Cristóbal González y el arquitecto Adolfo Blanco), localizada en los Jardines de la Agricultura, y al torero Manolete que, entre otros homenajes, cuenta desde 1948 con un busto en bronce (réplica del original en mármol esculpido por Juan de Ávalos) en la plaza de la Lagunilla, y desde 1956, con un monumento en la plaza del Conde de Priego, obra de Manuel Álvarez Laviada y Luis Moya.

A estas añade la de Séneca, un trabajo de Amadeo Ruiz Olmos inaugurado en 1965 en la calle Cairuán; la estatua de Góngora, obra del mismo escultor instalada dos años más tarde en la plaza de la Trinidad; la escultura de Averroes, que vio la luz en 1967 y es de Pablo Yusti Conejo, también en la Calle Cairuán, y enmarcada asimismo en la segunda mitad del siglo XX destaca la de Maimónides, obra de Ruiz Olmos inaugurada en 1964, que se puede visitar en la plaza de Tiberiades.

Escultura a Séneca. A. J. GONZÁLEZ / MANUEL MURILLO

Además de estos, el historiador señala el monumento dedicado a fray Albino (1969, de Manuel Cabello Pastor), que se encuentra en la plaza de Santa Teresa como reconocimiento a su labor para impulsar las barriadas del Campo de la Verdad y de Cañero. Sobre él, Primo Jurado destaca que es, junto con Osio, el único obispo al que Córdoba ha dedicado una estatua en el espacio público, «uno del siglo IV y otro, del XX», precisa.

Las que faltan

Pese a esta riqueza patrimonial de la ciudad, Primo Jurado observa que hay personajes históricos que deberían contar con un homenaje de este tipo y no se les ha hecho. En esta línea, apunta que «Córdoba tiene muchas estatuas, pero considero que debería tener más, porque hay personajes que no están representados: Abderramán I, Abderramán III y Fernando III El Santo. Claudio Marcelo, que fue el fundador de Córdoba, no tuvo estatua hasta el 2015 y debería estar en un espacio público», opina en referencia a la escultura realizada por Marco Augusto Dueñas, que se encuentra en la actualidad en el Templo Romano.

Primo Jurado abunda, además, en que la ciudad no tiene estatuas que reconozcan a políticos y recuerda que, de hecho, a principios del siglo pasado instaló una en las inmediaciones de los Jardines de la Agricultura en reconocimiento al ministro de Gracia y Justicia (entre otras carteras) cordobés Antonio Barroso y Castillo, que fue realizada por Mateo Inurria. Según refiere este historiador, los asistentes a una manifestación contraria al caciquismo de la época la destruyeron en 1919. «Fue un acto espontáneo y las fuerzas del orden público no pudieron evitar la destrucción», rememora. La obra se había inaugurado un año antes, ya que el ministro falleció en 1916.

Contemporáneas

«Los monumentos de la ciudad hablan de quiénes somos y de qué presumimos, de la historia, de los valores. Por eso estamos orgullosos de algunos y nos avergüenzan otros», sirven para «demostrar de forma colectiva lo que mostraríamos cada uno en nuestra casa», explican las fuentes municipales consultadas.

De este modo, hay que reseñar que junto a las numerosas esculturas de otras épocas conviven otras actuales que son reflejo, por ejemplo, de las inquietudes o las tradiciones cordobesas. En un paseo por las calles de la ciudad, los turistas pueden encontrar La regadora (2014, en la Puerta del Rincón) o el monumento homenaje a la belleza de la mujer cordobesa (2003, junto a los Jardines de Colón), ambos trabajos de José Manuel Belmonte.

'La regadora' evoca el trabajo en los Patios de Córdoba. A. J. GONZÁLEZ / MANUEL MURILLO

También de creación más reciente se encuentra en el bulevar del Gran Capitán La lectora de diario, de Marco Augusto Dueñas (2016), regalo de CÓRDOBA a la ciudad, o se puede disfrutar en Miraflores de Salam (Paz), obra inaugurada en el 2003 y donada por el Equipo 57, formado por los artistas contemporáneos Juan Cuenca, José Duarte, Juan Serrano, Ángel Duarte y Agustín Ibarrola.

Así, el estudio Patrimonio mueble urbano de Andalucía clasifica los numerosos elementos que se pueden encontrar en el espacio público atendiendo a su finalidad y, junto al homenaje a personajes ilustres, subraya el «culto al agua» que se realiza en Córdoba, las manifestaciones de religiosidad (como los triunfos de San Rafael) o que se trata de «la única capital andaluza (a fecha de este trabajo) que rinde homenaje a muchos personajes musulmanes y judíos que nacieron o vivieron en la ciudad en época andalusí».

Como ocurre con cualquier otra cuestión relativa a las ciudades, las obras son discutidas en ocasiones y las mismas fuentes recuerdan que pueden ser retiradas de su emplazamiento o desaparecer para siempre (ejemplos de ello son el Hombre Río o las reivindicaciones actuales de memoria histórica). «Cuando la sociedad va cambiado los monumentos también lo hacen, son manifestaciones de la sociedad», subrayan.