Tras recorrer más de 2.000 kilómetros en moto, los franceses Ives y Corinna contemplaban la Mezquita-Catedral desde un rincón sombreado del Patio de los Naranjos. En la retina llevan un largo viaje, la Costa Brava y Menorca, con el objetivo final de conocer Córdoba y encontrar, también, el calor. Que está bien, «no para todo el año, pero sí unos días», decía Ives. A pesar de la distancia, quizás se sintieran en casa. El francés se ha convertido en verano en la segunda lengua de Córdoba. Y se mezcla entre acentos y otros idiomas regionales para ponerle voz al casco histórico.

A la capital cordobesa se viaja para dejarse asombrar, como le sucedía a los barceloneses Laura y Marc. «La referencia que teníamos era de que Córdoba merecía la pena», cuentan. Tras recorrer Portugal, llegaron para ver cómo se cumplían esas expectativas. Por su parte, Patricia, Thomas y Alexandre habían hecho un ejercicio de información importante. Por eso, tras viajar de París a Sevilla, se trasladaron a Córdoba para después ir a Granada. En la lista de cosas por ver habían anotado la Mezquita, la Sinagoga, el Alcázar, la Judería y, cómo no, La Corredera para comer.

Laura y Marc han viajado desde Barcelona. CHENCHO MARTÍNEZ

Para los parisinos Samir, Laura y Arnaud, la arquitectura islámica y la cultura árabe, que suponen una de las esencias de la ciudad, fueron los motivos principales de su viaje. En ese camino tenían también como destinos Granada y Sevilla, pero «Córdoba es uno de los mejores», explicaban. Y conscientes de la abundante presencia de compatriotas estos días, confesaban: «Pensamos que a los franceses les encanta Andalucía».

Pero a la ciudad no solo se viene para descubrir, sino también para recordar. Hace una década, Khaled y Karima habían conocido la capital cordobesa. Durante este fin de semana volvieron a recorrer sus rincones, esta vez con sus hijos. La familia viajó desde el nordeste de Francia para deleitarse, como explican, de nuevo con la Mezquita y cada calle. Porque, como aseguraban, aunque el monumento sea la principal referencia, cada espacio tiene su encanto.

Khaled, Karima y su familia, procedentes de Francia CHENCHO MARTÍNEZ

La memoria de Teresa y Pedro es casi inabarcable. Después de más de 30 años viajando en verano de Madrid a Córdoba para visitar a la familia, siguen acumulando recuerdos de la ciudad. Pedro, Teresa y Amaya recorrían este fin de semana con sus familiares, como quien descubre un destino nuevo, el casco histórico. Y, sorprendidos por la actual afluencia de turistas, recordaron el vacío que dejó la pandemia en el 2020. Ahora, con otra cara, Córdoba vuelve a ser recorrida, ya sea por primera vez, después de 10 años o infinitamente. Porque, como comenta Pedro, «siempre hay alguna calle o alguna plaza que no recuerdas, no me canso de venir», concluye satisfecho.