Son las 18.30 horas de una tarde de agosto en Córdoba. Lo peor de la ola de calor ya ha pasado, pero esta ciudad no perdona los 40 grados diarios. La canícula ha traído consigo temperaturas históricas en la provincia, pero de su mano también ha venido algo peor: los incendios forestales. En toda la provincia se ha quemado este año un 1.200% más de superficie forestal que en el 2020, y muchos vecinos ven cómo los paisajes de su infancia se mueren con la impotencia de no poder hacer casi nada. Proteger esos paisajes es, precisamente, el objetivo del grupo de pronto auxilio Siete Fincas, que trabaja en la Sierra de Córdoba y que se impone a ese calor vespertino cada día para evitar que el fuego se convierta en protagonista de la noticia.

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Los ojos que protegen a la Sierra Cordobesa Manuel Murillo

El grupo tiene su sede en plena Sierra, un poco más adelante de donde se ubica la piscina las Dos Columnas. Allí hay una especie de almacén donde guardan los galardones con los que se ha premiado su labor a lo largo de sus más de 30 años de andadura. En la puerta hay tres vehículos, dos de ellos cuentan con tanque de agua en la parte trasera y otro más sirve para transportar herramientas. No se puede decir que los coches sean precisamente nuevos, pero es lo que hay.

Tareas de vigilancia.

Tareas de vigilancia. MANUEL MURILLO

Juan Jiménez es el coordinador del grupo y pertenece al mismo prácticamente desde sus inicios. Comenta que son más de 70 voluntarios, la mayoría vecinos de la Sierra y, muchos de ellos, criados ahí mismo, por lo que trabajan en este colectivo para defender lo suyo, para proteger el paisaje en el que se han criado. Pero ojo, el avance de las tecnologías ha permitido crear grupos de Whatsapp donde los participantes son muchísimos más.

Esto permite, explica Jiménez, que tengan ojos por toda la Sierra. Si alguien divisa algún conato, da enseguida la voz de alarma y al estar diseminados por todo el campo es posible llegar pronto al suceso. Podría decirse que constituyen una especie de avanzadilla del Servicio de Extinción de Incendios Forestales de Andalucía (Infoca) que son, recuerda Jiménez, «los verdaderos profesionales».

Pero el grupo de pronto auxilio no se queda atrás. Varios de los voluntarios llegan con sus coches hasta la sede y se ponen el mono de faena, un equipo de protección individual (EPI) que proporciona la Junta de Andalucía. Sin ese equipo, insisten, no se puede intervenir. No llegan epis nuevos desde hace tres años, apostilla el coordinador del grupo, poco dado a pedir y a generar polémica, pero todo hay que decirlo.

Un operario prepara material. MANUEL MURILLO

La Junta colabora con esos equipos de protección y, además, el Infoca ofrece cursos formativos a los voluntarios para que sepan cómo actuar en cada momento. También tienen un convenio con el Ayuntamiento, además de formas de financiarse de manera propia, como la venta de lotería o la organización de eventos (algo que se ha cortado debido a la pandemia del coronavirus, que no ha dejado a nadie indemne).

En verano, cuando el calor aprieta, esos grupos de voluntarios hacen batidas por distintos puntos de la Sierra. Más allá de vigilar un posible incendio, que sería la intervención última por parte del grupo, realizan otras labores de prevención, como cerciorarse de que los hidrantes están en buenas condiciones. Como curiosidad, Jiménez explica que los bomberos y ellos mismos pueden tomar agua de las piscinas particulares en caso de que sea necesario. «Los vecinos no se van a negar porque se les está quemando su casa», ilustra el coordinador del grupo, ataviado con su chaleco reflectante y su walkie-talkie dispuesto. Esos retenes diarios que hacen las batidas pueden llegar a recorrer entre 50 y 60 kilómetros al día, siempre atentos de que no surja ningún problema.

Esa labor de prevención, sin embargo, no es tarea única del grupo de pronto auxilio, sino de todas las personas que viven de forma temporal o fija en la Sierra. En esto insiste Juan Manuel Luque, presidente del Consejo de Distrito Trassierra y voluntario del grupo, que apunta que el principal problema está en la gente que llega nueva y que desconoce lo que hay que hacer. Durante la charla incide en una de las claves que, apunta, mucha gente parece no tener claro: «No se puede hacer fuego», ni siquiera dentro de las parcelas.

La mayoría de los fuegos, explican tanto Jiménez como Luque, se generan por imprudencia o por una falta de previsión, lo que quiere decir que la mayoría de fuegos se pueden evitar. Pero cuando no se pueden evitar, el grupo de pronto auxilio interviene y sirven de apoyo al Infoca. El conocimiento extremo que tienen de caminos, senderos y zonas de la Sierra es vital para realizar un buen trabajo y para evitar que el fuego consuma más superficie. También son los encargados de colocar los carteles que indican el lugar del incendio, facilitando la labor de los bomberos, pero también haciendo una tarea ciudadana y evitando que cualquiera pueda acercarse. De la misma forma, colocan carteles de salida para indicar cómo se puede abandonar la zona del incendio.

El grupo de pronto auxilio Siete Fincas es, por lo tanto, un protector del pulmón verde de la ciudad. Y más allá de su labor en la prevención de incendios, también realizan actividades durante todo el año, como la recuperación de fuentes naturales. También el año pasado, en medio de la pandemia, colaboraron con el Ayuntamiento para desinfectar varias calles. Todo ello les ha valido para ganar varios premios, como el de Medio Ambiente que otorga la Junta.