El rumor del agua que se abre fresca en la Fuente del Olivo del Patio de los Naranjos ha atraído este sábado la atención de quienes, bajo una Torre del Alminar imponentemente blanca, han caminado sobre un mosaico de sol y sombra hacia las paredes, donde en fila se han refugiado en un palmo ajeno al sol. Bajo los caños de bronce, los niños han salido chorreando. Y, en realidad, también los padres a los que la ola de calor ha sorprendido. Porque de hablar de altas temperaturas a pasear bajo un sol "que pica" hay un trecho. Y bien lo han comprobado hoy, sobre el mediodía Marta y José, quienes, por cansancio o por oportunidad, han decidido pasar un día en Córdoba antes de llegar a las playas andaluzas. Una conclusión sí que han sacado: "Esto es para venir en primavera"

Bajo los árboles de los jardines del Alcázar, Mariam se para y piensa. "Nunca había vivido una temperatura tan alta", reconoce con el monumento extendido ante sus ojos tras haberlo recorrido. Como "hay que venir cuando se puede", junto a su pareja, Roberto, ha aprovechado unos días de agosto para venir desde el País Vasco a pasar tres días en la sierra y otros dos en la capital. "Esto sería bonito en otra época del año, pero como nosotros no podemos...", explica. No queda otro remedio que no pensarlo. "Cuanto más lo pienses es peor", dice Roberto. "Yo lo aguanto, sudando todo el tiempo". Mariam, incluso, estaba preocupada. "Madre mía, a ver si no se a va a poder salir", pensaba antes de llegar. Sin embargo, el día más caluroso del año y casi de la historia de la ciudad no ha supuesto un impedimento para apreciar Córdoba. "Hemos estado conociendo la Mezquita, es una pasada", coinciden. 

En el centro de la capital, en plena plaza de Las Tendillas, los chorros de agua han sido una parada obligatoria, especialmente para los más pequeños. "Mira donde los he traído", señala María mientras observa a sus dos hijos jugar en la fuente. Obligada a salir para hacer compras y, ante la falta de piscina por no tenerlas cerca y carecer de abonos o entradas, "los refresco y nos vamos", cuenta. En casa, el trabajo constante del aire acondicionado da una tregua hasta que, "a partir de las nueve de la noche", se puede salir.