Atender a las mujeres más vulnerables, con historias de vida que las convierten en auténticas supervivientes, esa ha sido la misión de la comunidad Adoratrices desde que se instaló en Córdoba hace 120 años. En 1985 dio un paso más con la creación del centro de acogida, que lleva casi cuatro décadas recibiendo a madres con hijos en situación de exclusión, a mujeres maltratadas y a víctimas de trata, que se han convertido en el perfil mayoritario en la actualidad. En esa línea de mano tendida, la obra social de Adoratrices ha puesto en marcha un nuevo proyecto para el asesoramiento, apoyo y acompañamiento a mujeres embarazadas, madres sin recursos e hijos, que ha permitido en lo que va de año dar acogida a 34 mujeres y niños, 14 de ellas víctimas de trata para la explotación sexual, 7 de violencia de género y 13 mujeres en situación de exclusión. 

Financiado por la Consejería de Salud y Familias de la Junta, el Ayuntamiento de Córdoba, la Fundación La Caixa y el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, a través de distintas convocatorias, el proyecto tiene como objetivo «dar la oportunidad a las mujeres de tener una vida digna y ofrecérsela a sus hijos», señalan desde esta comunidad. La mujer gestante y con hijos es la destinataria de este servicio, ya que los recursos asistenciales que pueden ofrecer una atención integral a estas mujeres son limitados.

Según Esmeralda Pino, directora de proyectos de Adoratrices Córdoba, la idea es «no solo cubrir las necesidades básicas sino dar una atención social, de salud, asesoramiento jurídico administrativo y de oportunidades laborales para lograr la integración de todas ellas». De las 50 gestiones realizadas en el primer semestre del año a través del teléfono 24 horas habilitado en el programa de asesoramiento, 20 mujeres eran inmigrantes víctimas de trata, frente a 21 mujeres maltratadas y 9 en exclusión social. Además, prestaron atención no residencial a 13 mujeres, la mayoría (5) víctimas de trata, y a 33 menores. 

En el primer semestre del año, Adoratrices ha detectado un aumento importante de la movilización de mujeres inmigrantes debido a la apertura de fronteras después del periodo de confinamiento provocado por la pandemia. Según Pino, «se trata de mujeres que llegan a España después de haber sufrido un proceso migratorio muy duro, que exige un trabajo muy intenso del personal para intentar paliar las secuelas psíquicas y físicas con las que llegan hasta aquí».

Una vez se integran en la comunidad, las mujeres gestantes reciben acogida residencial y suministro de servicios básicos como alimentación, higiene y ropa. En el proceso de atención, también se les ofrece seguimiento del estado de salud y atención psicológica, así como tienen la oportunidad de participar en proyectos educativos individualizados. La inserción laboral es otro de los retos, por lo que se les da la oportunidad de incorporarse a talleres para desarrollar distintas habilidades y acompañamiento en el proceso de búsqueda de empleo. 

El perfil de las víctimas de trata tiene un plus de vulnerabilidad, ya que muchas llegan embarazadas, lo que tiene un efecto en los menores. «Cuando sus hijos nacen, detectamos la secuela psíquica que deja en ellos ese duro proceso migratorio y la violencia sufrida en la frontera, principalmente, ya que muchas cruzan en patera cuando ya se encuentran en estado de gestación», afirma. Para paliar ese rastro de dolor, trabajan la atención temprana en coordinación con el Servicio Andaluz de Salud y hay casos en los que es necesario derivar a los niños a Neurología y Traumatología, añade Pino, que destaca que «la atención integral es fundamental si queremos dotar a estas mujeres de habilidades y crear una sociedad más igualitaria para todos».